CRECIMIENTO. Continúan las revisiones a la baja de las proyecciones del crecimiento del PBI para este año. Y cada vez son más drásticas, al punto que a medida que pasan los meses, se acercan al nada envidiable 1% –Macroconsult ya lo tiene como pronóstico que, por ahora, es el más pesimista–. Para Credicorp Capital, Scotiabank y BBVA Research, el nuevo cálculo es, respectivamente, 1.3%, 1.4% y 1.6% (Gestión 07/07/2023). Los menos pesimistas, o quizás podría decirse “moderadamente optimistas”, corresponden al BCR y, cómo no, al MEF.
Para bancos y consultoras, entre los motivos de que este año la economía peruana tendrá un crecimiento tan modesto, incluso comparado con el 2022 (2.7%), figura el pésimo resultado del primer trimestre, explicado por la paralización de actividades económicas generada por las protestas y por el ciclón Yaku. La anunciada llegada de El Niño, con los destrozos que se prevé causará a la infraestructura y a sectores como agricultura, transporte, comercio y turismo, entre otros, también restará impulso al PBI, que ya venía enfriado desde el año pasado.
Es que además de los embates de la naturaleza y de las protestas –que si bien se han calmado, pero nada asegura que volverán con fuerza–, la inexistencia de una política económica multisectorial está pasando factura. Por ejemplo, la ineficiencia para solucionar la compra de fertilizantes, que se anunció muchas veces pero nunca se concretó, generó la reducción de las áreas sembradas, y el resultado lógico ha sido una caída récord en las cosechas, agravada además por las lluvias que trajo Yaku. En suma, Pedro Castillo fue vacado en diciembre, pero las consecuencias de su funesto Gobierno siguen sintiéndose.
Otro triste legado de su régimen, en particular del erróneo manejo de las expectativas económicas, es la paralización de la inversión privada, que ha impactado en sectores como construcción. El enfriamiento de la demanda se evidencia en el descenso de los precios de materiales de construcción en Lima (el INEI no mide este indicador a nivel nacional). Si bien podría atribuirse este comportamiento a la caída del tipo de cambio, bienes producidos en el país también se han abaratado, como ladrillos, cemento, vidrios y madera.
Es claro que el Gobierno de Dina Boluarte tiene lecciones que aprender, pero no parece interesado en hacerlo. Una de ellas es que la inversión pública, por sí sola, no reactivará la economía. Al respecto, la proyección del BCR es elocuente: ha revisado al alza el aumento de la inversión pública (1.5%), pero a la baja el del PBI (2.2%).