INFLACIÓN. “Estos fertilizantes llegarán en el mes de agosto. En tal razón, afirmo que mi Gobierno sí cumple y garantiza la campaña agrícola 2022-2023″. Esas palabras fueron pronunciadas por el presidente Pedro Castillo en su discurso de Fiestas Patrias. A tres días de que se inicie dicho mes –y con él, la referida etapa de siembras–, el Ejecutivo seguía insistiendo en que la urea llegaría a tiempo. Pero ese compuesto químico, vital para muchos cultivos de consumo cotidiano e industriales, nunca llegó. Y las licitaciones sucesivas que se convocaron para adquirirla del exterior, una después de la otra, fueron un vergonzoso fracaso, producto de la ineptitud de las autoridades encargadas, en su mayoría del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) y ciertas agencias adscritas.
Hacemos hincapié en este penoso caso porque sus consecuencias comenzarán a sentirse pronto, a medida que la menor siembra, seguida de una menor cosecha, incidan en un alza de precios al por mayor y al consumidor. Sin embargo, la urea ya estaba cara y escasa desde inicios de este año, y la invasión de Rusia a Ucrania, en febrero, agravó la situación. En todo ese tiempo, el Gobierno no se dio por enterado –recién en mayo convocó la primera de las fallidas licitaciones–, pese a que el mandatario se describe como “rural”. Por esos meses, ya se sembraba menos hectareaje de panllevar y esos son los productos, ya cosechados, cuyos precios subieron en setiembre, en Lima y a nivel nacional.
No sorprende, entonces, que el rubro alimentos y bebidas no alcohólicas haya sido el que más se encareció en dicho mes, arrastrado por productos agrícolas como papa (subieron los precios de sus principales variedades), arroz y maíz, entre otros. El argumento de que hay inflación alta en todos lados funciona a medias en el Perú, pues a los factores exógenos hay que añadir los generados por el propio Gobierno. Si el año pasado fue el alza del tipo de cambio, que afectó los precios de bienes importados –el dólar se disparó ante la incertidumbre que producían Castillo y sus colaboradores–, este año es la inacción del Gobierno para mitigar la escasez y encarecimiento de fertilizantes. Aún está por verse si Fertibono (o Fertiabono) funcionará.
Obviamente, el presidente y sus defensores en el Gabinete culparán a medio mundo, empezando por las empresas, los “monopolios”, los “poderes fácticos” y demás enemigos invisibles del oficialismo. Mientras tanto, la ligera reducción de la inflación anualizada, observada en julio y agosto, se detuvo.