
CRECIMIENTO. En épocas normales, el primer mes del año suele arrancar lento. La pandemia parece haber contribuido a ese inicio perezoso, pues a pesar de que la gran mayoría de actividades económicas permaneció abierta y no hubo cuarentenas, el PBI de enero se redujo 0.98%, luego de que en diciembre creciera 0.51%, tras nueve meses de contracciones. Las restricciones económicas y de movilización volvieron a entrar en vigor desde el 31 de enero, aunque fueron más focalizadas –por departamento, y semanas después, por provincia– y menos rígidas.
El comportamiento de la economía en enero siguió el patrón de diciembre: fuerte recuperación de la pesca que impactó positivamente en la producción de harina y aceite de pescado y, por ende, en la manufactura primaria, y crecimiento sostenido de la construcción (por quinto mes consecutivo), y de servicios financieros y de telecomunicaciones, que durante toda la pandemia han seguido expandiéndose, lo mismo que administración pública.
En tanto, los sectores más golpeados –comercio, alojamiento y restaurantes, servicios a empresas y transporte y almacenamiento– continuaron mostrando desaceleración en sus caídas, pero hasta enero ninguno había logrado registrar una variación positiva. Electricidad, gas y agua sí tuvo una ligera expansión en octubre (0.2%), pero los tres meses siguientes volvió a decrecer, aunque con tasas muy bajas. Este sector es un termómetro de la demanda interna, de modo que su relativo estancamiento estaría reflejando el enfriamiento de la economía en su conjunto.
Pero el sector que en enero inclinó la balanza hacia el lado negativo, dado su fuerte peso en el PBI general, fue minería e hidrocarburos, que se contrajo 8.49%, casi cinco puntos porcentuales más que en diciembre. La producción de la mayoría de metales principales volvió a disminuir mientras que la de hidrocarburos apuntó su undécimo mes consecutivo en rojo. Considerando que la cotización del cobre ha alcanzado su mayor nivel en casi una década, es lamentable que la producción del principal producto de exportación esté deprimida. Habría que esperar que se materialice la entrada en operación de nuevos proyectos.
La inversión pública se contrajo en enero, pero se recuperó notablemente en febrero, a tal punto que el presidente Sagasti lo destacó hace unos días. Cabría preguntarse si será suficiente para contrarrestar los efectos de la nueva cuarentena. Lo cierto es que el BCR ha adelantado que revisará a la baja su proyección para el año. Este viernes se sabrá el dato exacto.
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