El último viernes Juan José Santiváñez fue finalmente censurado como ministro del Interior, luego de semanas de incertidumbre. La decisión de la mayoría legislativa en este caso, qué duda cabe, fue correcta. Santiváñez debía salir, no solo por sus pobres resultados de gestión (hoy hay más homicidios, al 19 de marzo sumaron 475 según el Sinadef, y la policía desarticula menos bandas que hace un año), sino por su penosa conducta frente a la prensa y la ciudadanía y su poca seriedad en el cargo. Sin embargo, está también claro que su salida debe ser solo el inicio de una reforma más profunda, si se quiere lograr un resultado real.
LEA TAMBIÉN: ¿El dólar se mantendrá a la baja?: Tipo de cambio según el BCP
La cartera del Interior, valgan verdades, no había sido en las últimas décadas una isla de eficiencia. Dicho esto, cuando menos, en la última década se habían hecho esfuerzos por unificar el salario de la policía (que hasta hace no mucho estaba conformado por un sueldo base muy bajo y decenas de pequeñas bonificaciones no pensionables), así como por reducir el alcance del régimen 24x24 (salvo excepciones puntuales, el régimen policial debería ser exclusivo). El reforzamiento del sistema de recompensas también había sido un avance de la última década.
LEA TAMBIÉN: El Indecopi debe ser un organismo constitucional autónomo
Desde el estallido de la crisis política en el Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, sin embargo, la cartera empezó a perder cada vez más notoriedad. Y tras la llegada al poder de Pedro Castillo, quien plagó el Ejecutivo de ministros y funcionarios sin experiencia pero cercanos a Perú Libre y sus aliados, la institucionalidad del Ministerio del Interior empezó a desmoronarse más clara y rápidamente. Esta tendencia, lamentablemente, no se ha frenado durante el Gobierno de Dina Boluarte.
LEA TAMBIÉN: Economía peruana 2025, bajo la sombra de Trump
Santiváñez ha sido el sexto ministro del Interior en los menos de dos años que Boluarte lleva en el cargo, por lo que ahora deberá escogerse al séptimo. Castillo tuvo siete más. En total, 14 ministros en apenas tres años y medio, o uno cada tres meses. Según reveló Ojo Público, además, los jefes del gabinete de asesores de la Alta Dirección del Despacho Ministerial han durado 51 días en promedio durante este Gobierno, mientras que el director general contra el crimen organizado, poco más de cuatro meses. ¿Cómo es posible que un sector avance así?
LEA TAMBIÉN: ¿Comprar o alquilar un inmueble? Cómo tomar la mejor decisión
Los problemas del sector van mucho más allá del titular de la cartera. Quien la asuma deberá impulsar reformas y presentar un plan concreto contra la inseguridad ciudadana y la alta criminalidad desde el inicio, que vaya más allá de la retórica. Si no lo hace, será difícil esperar resultados.