El informe del mercado laboral a nivel nacional con cifras al tercer trimestre, publicado por el INEI la semana pasada, evidencia el impacto que la recesión ha estado teniendo sobre el empleo, en particular el informal y el subempleo, que afectan a un significativo porcentaje de la población trabajadora, así como sobre la disposición de las personas a buscar “chamba”.
Por ejemplo, la población económicamente activa (PEA) ocupada –la que tiene empleo– se redujo en 156,800 personas en el tercer trimestre, frente al mismo periodo del 2022, lo que equivale a una variación negativa de 0.9%. En el ámbito rural, se contrajo 5.9%, lo que estaría correlacionado con la recesión del sector agropecuario, cuyo PBI cumplió en setiembre ocho meses seguidos de caídas. Si bien el empleo urbano aumentó 0.4%, empujado por el comercio, en manufactura y construcción disminuyó en más de 6%. Los PBI de estos dos sectores registraban seis y nueve meses consecutivos en rojo, respectivamente.
Con respecto a la informalidad, el 71.9% de la PEA ocupada se encontraba en tal condición en el periodo anual terminado en setiembre (66.3% en el ámbito urbano y 94.6% en el rural), mientras que el 46.1% estaba subempleado. En cuando al desempleo, en el tercer trimestre se situó en 5.1%, superior en 0.8 puntos porcentuales al del mismo periodo del 2022. Hay que precisar que este indicador solo considera a las personas que conforman la “PEA activa” (quienes tienen o buscan empleo), pues los que carecen de empleo pero no lo buscan conforman la “PEA no activa”. Llama la atención el fuerte incremento de este indicador: 444,600 personas en el tercer trimestre. ¿Dejaron de buscar empleo porque la posibilidad de encontrarlo era casi nula y/o se fueron del país?
Todo esto ocurrió en el “trimestre de la reactivación”, que es lo que anunció en julio el titular del MEF, Álex Contreras. Un mes después, el presidente del BCR, Julio Velarde, explicó que no había “recesión técnica” porque el empleo seguía creciendo. Tal vez lo dijo porque los datos del INEI –que señalan exactamente lo contrario– recién fueron dados a conocer la semana pasada. La rebaja de la tasa de interés del BCR, desde setiembre, sería su reconocimiento tácito de que sí hay recesión. Tampoco habría que calificar de “absurdo” al pesimismo, cuando casi medio millón de personas ha optado por no buscar chamba, o por emigrar. Para insensibles o frívolos, ya tenemos suficiente con los congresistas.