Investigadora de European University Institute
Un escándalo que ocupó las portadas de los diarios en los últimos días fue el gasto destinado a la alimentación de los congresistas. Jorge Montoya (Renovación Popular) asegura que deben comer “lo mejor de lo mejor”. Los gastos operativos de los congresistas es un tema recurrente en las secciones políticas de las noticias alrededor del mundo. Sin importar el país, la calidad de la democracia o el partido de militancia, es común ver este tipo de episodios sobre el volumen y la idoneidad de los costos de manutención de las democracias.
Por ejemplo, en Reino Unido se desató una “guerra de champagne” en el 2014. En un intento por ahorrarle dinero al erario británico, se propuso que la cámara de los comunes (cámara baja) y los lords (cámara alta) tuvieran el mismo proveedor de catering. Sin embargo, los lords se negaron “porque temían que la calidad no fuera tan buena si elegían un servicio conjunto con la cámara baja” (The Guardian, 2014). En concreto, que la provisión de dicha bebida alcohólica de origen francés no sea del mismo estándar al que estaban ya acostumbrados. Nada de “comida de tercera”, como asegura el congresista Montoya.
Al otro lado del Canal de la Mancha, el entonces presidente de la Asamblea Nacional, la cámara baja del parlamento francés, y también exministro de Energía y Ecología, estuvo envuelto en un escándalo de corrupción por sumas exorbitantes también en champagne y langostas para recepciones. François de Rugy, miembro del partido ambientalista de centro, recibió críticas por gastos asociados a renovaciones y entretenimiento para su familia y amigos.
Más recientemente, hace algunas semanas, la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, del partido de centroderecha Partido Popular Europeo, registró regalos y dádivas recibidos en su condición de representante, pasada la fecha límite. Pese a que existe un sistema de registro de dichos objetos, rara vez se reportan oficialmente los regalos entregados. La declaración extemporánea de Metsola llega en un momento complicado para el Parlamento Europeo. Al igual que varias instituciones legislativas alrededor del mundo, su credibilidad es cada vez menor al estar en medio de una investigación policial sobre corrupción, lavado de dinero y pertenencia a una organización criminal de algunos de sus más altos funcionarios. Efectivamente, en todos lados se cuecen habas.
¿Cuál es el costo de la democracia para nosotros? En una nota sobre cuánto cuestan los congresos en las principales economías de la región vemos que Chile y Perú gastan casi lo mismo en mantener sus cámaras: US$ 150 millones. De hecho, Perú gasta dos millones más que Chile, aunque el país vecino tiene dos cámaras con un total de 205 representantes para una población de 19 millones. Por su parte, Perú tiene 33 millones de habitantes y 130 congresistas en cámara única (Osorio Idárraga, 2022). Gastar casi lo mismo en Perú, donde el PBI per cápita (US$ 6,621) es menos de la mitad que Chile (US$ 16,265), así como el salario mínimo es la mitad (US$ 262 en Perú mientras que es US$ 511 en Chile), es ineficiente (Banco Mundial, 2022). “Todos los peruanos tenemos derecho a comer rico”, dice la congresista Patricia Chirinos de Avanza País. Razones no le faltan. No obstante, en un país donde el 40.1% de los niños de 6 a 35 meses sufre de anemia, resulta desafortunado justificar estos gastos. Sumado al alto nivel de desnutrición crónica infantil de 11.5% versus el 2.6% en Chile.
Es más difícil aún en un contexto de alta desaprobación congresal, donde no se logran consensos para encontrar salidas a la actual crisis política. Salvos dos momentos desde el 2016 –en setiembre del 2016 y mayo del 2020–, el rechazo al Congreso supera su aprobación, con porcentajes que oscilan entre 47% y 82% (IPSOS, 2022).
Finalmente, de acuerdo con el Centro Liber, casi todos los congresistas actuales incrementaron su patrimonio (120 de los 130 electos). Y siete de ellos lo hicieron en más de medio millón de soles en poco más de un año de funciones (desde julio de 2021). Al mismo tiempo, en la última legislatura, el 70% presentó entre una y diez iniciativas, mientras que el 8% no registra ni un solo proyecto de ley. Aunque cantidad no necesariamente es calidad, vemos que existe un grupo de congresistas que no han presentado iniciativa legislativa alguna.
“Si no tienen pan, que coman torta”. Si bien esta frase ha sido mal atribuida a María Antonieta por los revolucionarios franceses, y más bien podría haberse referido a María Teresa de Austria, fue difundida como propaganda para encender los ánimos de la época en oposición a la monarquía. En un paralelo local, como señalaba Ricardo Palma en sus Tradiciones peruanas, el anhelo general de la época era la independencia bajo el virreinato de Abascal. La nobleza, el clero, el ejército y el pueblo así lo deseaban. Da cuenta la historia sobre los saquitos que dejaron en su mesa de escribir a manera de mensaje (incluso, una advertencia), cuyo contenido era “sal-habas-cal”. El final de esa historia es harto conocida.
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