Gerente de Gestión y Desarrollo Humano del Grupo Crosland
Finalizando el 2019, casi 200 directores ejecutivos de las empresas más grandes de Estados Unidos, afiliados al Business Roundtable, adoptaron una nueva declaración que manifestaba que sus compañías brindarán valor a largo plazo a todas sus partes interesadas: clientes, empleados, proveedores, comunidades en las que operan; y, claro, a sus accionistas. Esa intención de no pensar solo en los accionistas fue la materialización de una expresión empresarial más consciente de lo que pasa alrededor.
En una sociedad con más oportunidades, pero con grandes problemas estructurales complejos, es necesario entender cuál es el rol de nuestras compañías frente a ellos y qué posición tomar. A nuestros colaboradores, ciudadanos activos y partícipes de cambios ―incluso agentes de causas sociales―, les importa y les afecta nuestro comportamiento corporativo. Los hace sentir orgullosos o no.
¿A qué causas sociales ser afines? Hay 2 puntos clave que debemos considerar desde una mirada estratégica: nuestro propósito y la visión sostenible de nuestras empresas. Estas no son una mera expresión en documentos corporativos, sino que marcan grandes tareas desde la gestión del talento: a) interiorizarlas con nuestros equipos y b) ser la guía de criterios que deberían ayudarnos a entender qué objetivos o iniciativas sociales son afines a nuestro accionar corporativo, en el que implicaremos a nuestros colaboradores.
Aunque toda causa vale la pena, es más coherente sumarse y hacer entender a toda la empresa que ―como miembros de la sociedad― perseguimos un propósito específico, el cual contribuirá de manera eficiente y focalizada en la resolución de una de las tantas problemáticas sociales.
Mike Rosenberg, profesor y especialista del IESE Business School, sostiene que, en este contexto, es crucial que individuos y organizaciones decidamos qué somos y dónde nos posicionamos: “La única forma de conseguirlo es tener claro cuál es nuestro propósito, cuál es la misión de la empresa y hasta qué punto están alineados”.
La importancia de interiorizar nuestro propósito obliga a que este deje de formar parte solo de los niveles directivos y que seamos capaces de incorporarlos en todas las líneas de acción de los colaboradores: desde la planificación de áreas, que derivan de la estrategia corporativa, hasta los planes de formación y desarrollo de las personas. Si dejamos el propósito claro, los stakeholders sabrán qué tipo de acciones se apoyarán y qué causas movilizan a la organización, sobre todo en tiempos de recursos limitados.