Analista económico
Primero las buenas ocurrencias. Es altamente destacable de que luego varios fracasos en el Congreso, éste pudo recientemente reemplazar a los seis magistrados que tenían su periodo vencido en el Tribunal Constitucional. Todo apunta a que conformarían un cuerpo colegiado distante del gobierno de turno, lo que garantizaría que no haya extralimitaciones constitucionales, ni asambleas constituyentes.
El BCR, el MEF y el gobierno en general vienen animando a los agentes económicos con cifras positivas logradas en el primer cuatrimestre. Se menciona una disminución del déficit fiscal, un aumento del PBI, una actividad económica superior al nivel pre-pandemia, recuperación del consumo privado, incremento del empleo formal, un tipo de cambio sol/dólar algo estable y recuperación del crédito.
Esos logros, siendo ciertos, son a su vez insustanciales pues se comparan con el primer cuatrimestre del año 2021, en que la economía anduvo a media máquina por las restricciones del Covid-19.
Lo real es que se están dando las condiciones para que el Perú sufra una recesión con inflación, durante el bienio 2022-2023. Se nos presenta un escenario muy complicado para el país con un desgobierno total, con un Congreso a la deriva, con una corrupción rampante y con una informalidad desbordada, sumados a los impactos negativos que padeceremos por el retroceso económico mundial.
En el caso de la inflación, el BCR estima que irá descendiendo y que a mediados del 2023 se llegaría al rango meta del BCR, entre 1 y 3 por ciento. Ello es seriamente cuestionable.
El BCR manifiesta que su proyección ya incorpora los precios altos del maíz, trigo y fertilizantes, al igual que los retiros de las AFP y CTS. Viviendo en un mundo globalizado y tumultuoso y en un país que nos brinda sorpresas ingratas diariamente, no es racional tal proyección de la inflación. Son habituales esos optimismos que luego mes a mes se ajustan negativamente.
Esquivan el BCR y el MEF referirse a que tenemos un gobierno que con sus acciones y omisiones va destruyendo la economía del país. Puede ser un plan deliberado o una gran ineptitud, no importa, pero mientras este régimen de Pedro Castillo prosiga operando como en los nueve meses previos, las proyecciones que se hagan, al no tomar en cuenta tal situación, resultan ilusas.
Los casos de Petroperú, Las Bambas y Cuajone, siendo emblemáticos no son aislados. Muchas empresas operativas de todo tamaño están postergando sus inversiones, y nuevos proyectos van a la congeladora. La desconfianza se ha apoderado de los inversionistas privados.
Ante la disminución de las inversiones privadas, que representan el 80% del total, y con la pésima gestión pública, no habrá generación de empleo, la pobreza aumentará y los servicios públicos serán deficientes. Es posible que el Estado siga asumiendo su rol de empleador mayoritario con un populismo creciente, pero cada vez más ineficiente y corrupto. La factura la pagaremos con la tuya y con la mía.
Más aún, con los errores y horrores del quehacer del gobierno, es evidente la posibilidad de seguir bajando la valoración de nuestra deuda en moneda extranjera, por las calificadoras internacionales. Los créditos al Perú aparte de escasear serán más caros. Un golpe más a quienes quieren invertir.
Por el momento los altos precios de los metales que exportamos han dado un aliento temporal al gobierno con sus divisas generadas y tributos abonados, pese a los maltratos al sector minero. Esos precios tienden hoy a decaer parcialmente en la medida que EE.UU., Europa y China menguan su crecimiento o entran en recesión.
Varios son los factores que van a coincidir para que el sol se devalúe en los siguientes meses. La alta inflación, la salida de capitales de extranjeros, los aumentos de las tasas de interés del BCR que trata de contener la inflación, la citada disminución del precio de los metales, la cautela de las personas naturales y jurídicas para adquirir y mantener su dinero en dólares, ante el riesgo de estar inmersos en un país que actúa en medio de una incertidumbre permanente.
Ahora lo peor, para el mundo y la economía de todos los países. Se trata de las ramificaciones preocupantes de la guerra Rusia-Ucrania. Ésta se ha internacionalizado, asegurando un costo de la energía alto por un buen tiempo. Algo similar sucede con el mercado de granos perjudicando a todo el sector de alimentos.
El presidente Biden, necesita una victoria para su manejo interno en EE.UU., quiere una derrota sustantiva de Rusia, aunque quien más va a sufrir será Europa. Putin, de verse en una situación límite de esa naturaleza podría utilizar armas más letales, atacar cibernéticamente y usar con mayor rigor la provisión de energía a Europa, con consecuencias funestas de largo plazo para todo el planeta. No hay nada más feroz que una fiera acorralada.