Escribe: María Julia Aybar, Country Manager de Hunt Oil Company
El desafío del cambio climático ha hecho imperativa una transición energética que debe tomar en cuenta tres aspectos fundamentales: seguridad, accesibilidad y la mitigación del impacto ambiental. De hecho, este proceso debe llevarse a cabo respetando las particularidades, demandas y requerimientos de cada país. Esta transformación ofrece una oportunidad significativa para impulsar el desarrollo social y económico. En ese sentido, una política energética adecuada a nuestra realidad que tenga en cuenta los recursos naturales del país es de vital importancia.
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Para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, la Agencia Internacional de Energía (AIE) señala la necesidad de reducir las emisiones globales de CO2 en un 45% para 2030 y alcanzar cero emisiones netas para 2050. Ante ello y mientras se incrementa la generación de energía con fuentes renovables, el gas natural desempeña un papel crucial como combustible de transición, reduciendo significativamente las emisiones en comparación con otras fuentes de energía fósil. En el Perú, el gas natural se mantiene como un aliado estratégico en el mantenimiento de la estabilidad y el acceso a un suministro energético continuo, mientras se desarrollan otras formas de energía renovable y se reduce el riesgo de su intermitencia.
Ahora, luego de 20 años del inicio de la operación del proyecto Camisea, podemos decir que el uso del gas natural en nuestra matriz energética ha tenido un impacto positivo en la sostenibilidad ambiental al haber generado una reducción de más del 15% de las emisiones de CO2 y al mismo tiempo haberle dado seguridad al sistema frente a la intermitencia de las energías renovables. Es en este contexto que resulta crucial avanzar en el proceso de masificación del gas natural de tal manera que este recurso pueda ser utilizado, no solo en la generación eléctrica que solo genera el 7% de las emisiones locales, sino principalmente en otras industrias que tienen un mayor porcentaje de emisiones, a fin de reemplazar el uso de fuentes de energía más contaminantes como el diésel, por el gas natural.
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Países como Chile han avanzado significativamente en el desarrollo de energías renovables gracias a políticas coherentes, las mismas que también consideran la necesidad de contar con un combustible de respaldo como el gas natural, el cual tiene que ser importado dado que Chile no cuenta con dicho recurso. En el caso del Perú, sí contamos con gas natural, es por ello que las políticas de Estado no solo deben enfocarse en promover el desarrollo de proyectos de energías renovables, sino que deben considerar actividades que promuevan el desarrollo de la industria del gas natural, desde la exploración y explotación de reservas hasta la infraestructura necesaria para masificar el consumo del gas natural en el país.
Es crucial que el sector público trabaje de manera conjunta con el sector privado en la actualización de la política energética del país, de tal manera que ésta sea diseñada para la realidad del Perú, el cual ya cuenta con una matriz energética bastante limpia, buscando la ansiada sostenibilidad ambiental, pero sin dejar de lado la seguridad y la competitividad durante este proceso de transición, en el cual el gas natural tiene un rol preponderante.
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