Alexander Chiu Werner, Emprendedor y director ejecutivo de Finsmart
La historia está marcada por eventos que tienen el poder de transformar o incluso reconfigurar por completo a la humanidad. Hace poco más de dos siglos, el mundo presenció una de las mayores revoluciones de su historia: la Revolución Industrial. Su impacto es comparable con el descubrimiento y la adopción de la agricultura hace 12 mil años y con la revolución científica de hace 500 años.
Algo que llama mucho la atención es que las revoluciones que afectaron a la humanidad ocurrieron separadas por milenios o siglos. En la actualidad podemos afirmar que vivimos muchas revoluciones casi al mismo tiempo.
Sin embargo, las personas de la generación Y, por ejemplo, han experimentado situaciones que abarcan desde llamar a una central telefónica para solicitar un taxi hasta desplazarse en un automóvil sin dinero en efectivo, utilizando una aplicación en su teléfono inteligente. También han vivido las ciudades con teléfonos públicos en las calles como también los relojes inteligentes en las que se puede tener una conversación en simultáneo con personas a miles de kilómetros de distancia.
La tecnología viaja a una velocidad mayor que los cambios generacionales y, como consecuencia, las personas tienen que aprender a adaptarse, algo que no hacía falta antes. Y, en tanto las organizaciones están gestionadas por personas, estas también están obligadas a tener la velocidad de la adaptabilidad en su ADN cuando antes no era tan necesaria.
El concepto del intraemprendimiento se ha convertido en uno clave para impulsar la innovación y el crecimiento dentro de las organizaciones, e intentar solucionar de alguna manera este desafío. El término se refiere a la capacidad de los empleados de actuar como emprendedores dentro de la empresa, generando nuevas ideas, proyectos y oportunidades. En otras palabras, tener un mindset de startup en una empresa grande. Ser un poco David en un cuerpo de Goliat.
El beneficio de un mindset basado en el intraemprendimiento es claro: según Accenture, el 70% de las empresas que promueven el intraemprendimiento ha lanzado nuevos productos o servicios en los últimos tres años. Además, las empresas que fomentan el intraemprendimiento tienen un crecimiento de ingresos anual promedio del 10%, en comparación con el 3% de las empresas que no lo hacen, según un estudio de la Universidad de Stanford.
Para fomentar el intraemprendimiento es fundamental que las empresas establezcan una cultura empresarial que promueva la creatividad, el aprendizaje continuo y el espíritu emprendedor. Esto implica brindar a los empleados el espacio y los recursos necesarios para desarrollar y probar sus ideas, así como crear un sistema de reconocimiento y recompensa que lo soporte.
Un segundo punto clave es impulsar la adaptabilidad, y eso supone en muchos casos aprender a visionar a largo plazo, pero planificar los detalles más en el corto plazo. Un ejemplo muy claro de este enfoque es el conocido como VUCA.
VUCA es un acrónimo en inglés compuesto de las palabras volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. Si bien se utilizaba hace algunas décadas en un contexto militar, este término hace también referencia al entorno empresarial actual que se caracteriza por ser turbulento y cambiante, donde los desafíos y la naturaleza impredecible del entorno en el que operan las empresas se asemeja a una campaña militar.
Vivir en un contexto VUCA es lo normal para una startup y para una organización que busca tener un enfoque de intraemprendimiento.
Supone que se entienda la volatilidad como la velocidad a la que ocurren los cambios en el entorno empresarial, los mercados, las tecnologías y la demanda de los clientes. Que se abrace la incertidumbre y se asuma la falta de predictibilidad como la nueva normalidad, sabiendo que es difícil tener certeza sobre cómo se desarrollarán los mercados, cómo reaccionarán los competidores o cómo responderán los clientes.
También se debe asumir que la complejidad será siempre incremental, y que los retos empresariales a menudo son multifacéticos y requieren un enfoque integral y una comprensión profunda de las interacciones y conexiones entre diferentes elementos. Finalmente, se debe también asumir que nunca se tendrá total claridad sobre los escenarios, en tanto existen interpretaciones múltiples con la información disponible, y se deberá ser capaz de lidiar con la ambigüedad de tener información limitada o contradictoria.
La implementación de un mindset startup en una organización siempre partirá del mindset de los líderes y su capacidad de insertar el chip en la definición de los valores y la estrategia de una organización. Algunos aprovechan cambios generacionales, otros toman el camino duro pero necesario: cambiar a los líderes. Sea cual fuere el camino, el cambio termina no siendo una opción sino una obligación, y las características del sector y las necesidades de los clientes serán los que definan cuándo es la fecha de caducidad.