Por Faye Flam
Las personas que no quieren vacunarse se aferrarán a cualquier información nueva para justificar su reticencia, la última de las cuales son datos que sugieren que la inmunidad natural que se adquiere tras recuperarse del COVID-19 es más fuerte en el largo plazo que la inmunidad que genera la vacuna de Pfizer.
Es un hallazgo que vale la pena tomar en serio; varios científicos me enviaron el estudio o lo mencionaron, y varios otros se refirieron a su importancia en una nota en Science Magazine.
Es una pésima razón para no vacunarse: el 100% de las personas que tienen “inmunidad natural” se vio afectado al menos por un episodio del virus, lo que los puso en riesgo de un cuadro grave de la enfermedad, síntomas persistentes y la posibilidad de transmitir el virus a otras personas. Después de todo, el objetivo de la vacuna es reducir el riesgo de enfermarse y disminuir la gravedad de los síntomas si ocurre un caso posterior a la vacunación.
Pero todavía hay mucho que aprender y muchas políticas de salud pública que deberían estar sujetas a ajustes. La nueva información, que proviene de Israel, muestra que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos se equivocaron al decirle a la gente a principios de agosto que la inmunidad inducida por las vacunas es mejor que la inmunidad adquirida tras contagios.
Las personas que recibieron dos dosis de la vacuna de Pfizer tuvieron alrededor de 27 veces más probabilidades de contraer COVID-19 sintomático y ocho veces más probabilidades de ser hospitalizadas que aquellas personas que habían estado contagiadas. En columnas anteriores, hablé de científicos que aludían a esos datos anteriores, diciendo que la inmunidad inducida por las vacunas podría ser mejor que la protección adquirida tras un contagio. Me equivoqué y me corrijo.
Si bien no se ha publicado oficialmente, un artículo científico que anuncia la nueva información ha impresionado a la comunidad médica porque se basa en un estudio de decenas de miles de personas realizado este verano cuando la variante delta era la que predominaba, y porque los investigadores evaluaron aquello que más importa: si las personas se contagiaron o fueron hospitalizadas, en lugar de evaluar solo si sus anticuerpos cambiaron o si se detectó una pequeña cantidad de virus en sus narices.
Los nuevos hallazgos podrían obligar a repensar la política actual de Estados Unidos de recomendar esquemas de vacunación completa a personas que ya han presentado un caso documentado de COVID-19. Y, si bien todavía tiene sentido alentar a que todos quienes no se han contagiado del virus se vacunen, es posible que los médicos quieran revaluar si la versión de Moderna es una mejor opción.
Varios estudios, incluido uno de la Clínica Mayo, muestran que podría ofrecer una protección más duradera contra la variante delta.
La inmunidad contra la infección podría explicar, en parte, por qué la ola de la variante delta se ha estabilizado o ha comenzado a disminuir en Arkansas, Misuri, Misisipi, Luisiana y Florida, donde había registrado los mayores incrementos.
El fenómeno también complica el estudio de la eficacia de la vacuna a largo plazo porque las personas no vacunadas se están volviendo cada vez más inmunes a medida que la variante delta se propaga a través de ellas. Eso significa que las personas no vacunadas están siendo inadvertidamente inoculados, aunque al alto costo de poner a los hospitales bajo presión y cobrar la vida de personas.
Que la inmunidad natural funcione no es una sorpresa. En el verano del 2020, aterradoras historias sobre una disminución de la inmunidad posterior al contagio desalentaron las esperanzas de que las vacunas funcionaran, ya que la persistencia de la inmunidad se consideró una señal de que el mismo efecto podría ocurrir con una vacuna.
Desde diciembre pasado, he preguntado a diferentes expertos cómo se podría comparar la inmunidad natural con la inmunidad inducida por vacunas, y resulta que, para algunas enfermedades, las vacunas pueden ser más protectoras que infecciones pasadas. Pero no siempre.
La razón por la que seguí preguntando era que las personas que habían tenido COVID-19 se preguntaban si la relación riesgo-beneficio de vacunarse podría ser diferente para ellos. En diciembre pasado, nadie sabía si la inmunidad inducida por vacunas sería mejor que la inmunidad inducida por una infección, pero siempre se entendió que una infección anterior generaba algún grado de protección.
La respuesta que recibí en diciembre pasado fue que era demasiado importante vacunar rápidamente a todos los trabajadores de la salud. Había una emergencia, los riesgos de las vacunas parecían mínimos y habría sido lento y engorroso determinar quién había tenido realmente el virus.
Tampoco está claro si todos los llamados casos asintomáticos generaron inmunidad o si las primeras líneas de defensa del cuerpo acabaron con el virus antes de que se generaran anticuerpos. También es probable que al menos algunas personas que nunca se sometieron a exámenes de COVID-19 simplemente supongan que tuvieron COVID-19, mientras que otras podrían haber arrojado un resultado falso positivo en la prueba.
Pero ahora, tal vez el enfoque más sensato es el que se adoptó en Francia, Alemania, Italia y otros países: ofrecer a las personas que ya estuvieron contagiadas una dosis única de una vacuna de dos dosis. Los datos de algunos estudios anteriores, así como conclusiones extraídas de los datos israelíes, muestran que una dosis única puede aumentar la inmunidad generada tras una infección a niveles aún mayores.
Otros estudios sugieren que una infección previa combinada con una vacuna de dosis única será mejor que solo vacunas en la protección contra nuevas variantes.
Los hallazgos podrían o no estar incluidos en la política de la Administración del presidente Joe Biden para alentar las vacunas de refuerzo, que ya ha sido ampliamente criticada por no “seguir la ciencia”.
La mayoría de las decisiones sobre la pandemia se han tenido que tomar con conocimientos solo parciales, por lo que es natural que las políticas tengan que cambiar a medida que se disponga de datos más relevantes.