El teleférico que une las ciudades de El Alto, ubicada a 4.090 metros sobre el nivel del mar, y a La Paz, a 3.600 metros, en Bolivia, cumple 10 años este martes. Según las autoridades, ha transportado a más de 520 millones de pasajeros y en la actualidad mueve a 200 mil personas al día.
Para los habitantes de La Paz, sede del Gobierno de Bolivia y para los residentes de El Alto, una ciudad de gran crecimiento donde la mayoría de personas son de la etnia aimara, el teleférico como medio de transporte marcó un hito cultural y social.
Juana Mamani, una comerciante informal de 51 años contó a EFE que antes de la inauguración de este transporte tardaba una hora y gastaba más dinero para llegar desde El Alto a La Paz, en donde tiene un puesto de golosinas.
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“Ahora llego en 10 o 15 minutos desde la estación del teleférico rojo (...) llego más temprano a mi casa para estar con mis nietos”, expresó la comerciante.
Según el Banco Mundial, la población en pobreza en el país andino es de un 36%, por esto el precio del teleférico es un alivio para cientos de familias.
Con tres bolivianos (0,40 dólares), para los adultos, y por la mitad del precio para niños y ancianos, se pueden recorrer trayectos de hasta 4,5 kilómetros en 16 minutos.
También posee un récord por ser el más extenso del mundo, con los 30,5 kilómetros de longitud del cable que transporta 1,403 cabinas.
El teleférico también surgió como respuesta a la topografía de La Paz, ciudad situada en una hondonada con grandes barrancos, 420 metros por debajo de El Alto.
Según una estimación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en un estudio sobre este transporte en Bolivia, los ciudadanos que usan el teleférico se ahorran un promedio de 22% del tiempo que utilizan en otros medios de transporte.
Mientras que para los turistas resulta un gran atractivo, y una forma fácil de conocer la ciudad, es común ver a los visitantes arrimados a las ventanas de las cabinas tomando fotografías del monte nevado Illimani de 6.438 metros de elevación o del barrio Chualluma, con 150 casas pintadas con vibrantes colores.
Bernard, un francés de 46 años quien viajó con su esposa y dos hijos a La Paz, indicó a EFE que la experiencia de moverse en el teleférico es “increíble”.
“Cuando vences el miedo a la altura, es una gran manera de conocer esta ciudad”, mencionó sonriendo el turista mientras subía a una cabina de la Línea Celeste.
Crecimiento constante
Son diez las diferentes líneas que mueven las cabinas por la ciudad y cada una es nombrada con un color: Roja, Amarilla, Verde, Azul, Blanca, Naranja, Plateada, Café y Morada.
En 2014, durante la administración del expresidente Evo Morales (2006-2019) fue inaugurado el sistema de transporte, con un costo de más de 234 millones de dólares en sus tres primeras líneas. El proyecto tiene un tiempo de vida estimado para 40 años.
Este mes el Senado de Bolivia autorizó un crédito de 62 millones de dólares para expandir la Línea Café del teleférico.
Según Alejandro Gonzales, gerente de Mi Teleférico, empresa encargada del transporte, esta ampliación “mejorará la calidad de vida de más de 135,000 vecinos, ya que podrá movilizar alrededor de 11.00 pasajeros al día”.
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