Juan Guaidó no tiene dudas de que la oposición que lidera en Venezuela arrasaría en una eventual elección frente al ilegítimo mandatario Nicolás Maduro, y hacia allá conduce sus esfuerzos en el proceso de negociación en México: medirse con él cuanto antes.
Guaidó, de 38 años, es reconocido como presidente encargado de Venezuela por medio centenar de países, incluido Estados Unidos, que desconoce la reelección de Maduro en el 2018 por considerarla fraudulenta.
“Lo he dicho desde el primer día. Si Maduro tiene miedo a medirse conmigo, o si cualquier otro... no tengo ningún problema”, desafía. “Lo reto, además, que él abandone (el poder) y abandono yo (el llamado gobierno interino), y que se mida”, dice Guaidó.
“El origen del conflicto es la no elección del 2018, el conflicto es una usurpación en el Ejecutivo... un cronograma de elecciones que transforme una elección en una real solución al conflicto es parte del proceso”, reflexiona.
Su mayor esfuerzo se centra en que la elección presidencial, prevista para el 2024, se adelante como parte de la mesa de diálogo que arrancó hace dos semanas en México, con mediación de Noruega y en la que usa como pieza de canje el levantamiento progresivo de la metralla de sanciones internacionales que presionaron al gobierno de Maduro a sentarse a negociar.
¿Sería usted el candidato? “Vamos a tener un candidato unitario, un proceso de unidad”, responde.
El adelanto de los comicios presidenciales por ahora está descartado por el chavismo. La oposición tiene la posibilidad de pedir un referendo revocatorio el año que viene, cuando se cumple la mitad del mandato del presidente.
“Podemos llamarlo elección presidencial, referendo revocatorio, sería una solución que atiende la no elección del 2018, la que nos deben a todos los venezolanos”, sostiene.
Confía en que en “una elección con confianza y un mínimo de credibilidad ganaría la alternativa democrática 80-20, 70-30”. “No tengo duda”, insiste, desestimando encuestas que ilustran una popularidad venida a pique.
Atrás quedaron los días en que congregaba a decenas de miles de personas en mítines en todo el país. La pandemia terminó de cercenar su ya desgastado poder de convocatoria. En su casa, que le sirve de despacho, lo acompañan dos asistentes y un par de escoltas.
“No hay condiciones”
¿Cuándo cree que deba celebrarse esa eventual elección presidencial? “Ya, en diciembre... evidentemente lo más rápido posible”, responde Guaidó. “Para los venezolanos, la elección presidencial es lo que resuelve el conflicto”.
Es escéptico sin embargo a participar en los comicios previstos para este año, de alcaldes y gobernadores, organizados por un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) -con dos rectores opositores- designado como parte de un proceso de negociación interno previo a México.
“No hay condiciones para denominar al evento del 21 (de noviembre) una elección, tanto así que estamos discutiendo (en México) garantías y condiciones políticas, electorales”, sostiene, tachando de “tutelado” al CNE actual.
Pero a diferencia de comicios anteriores, evita llamar a la abstención. “Va a ser una mezcla, buscando la mayor movilización, organización y unidad posible”, señala sin mostrar una postura clara.
¿Votará ese día? “No lo he decidido aún”.
Las elecciones regionales de noviembre han evidenciado las grietas de la oposición, con muchos dirigentes rompiendo filas para comenzar a hacer campaña frente a la feroz maquinaria del chavismo y sus candidatos ya definidos.
El plazo para inscribir candidaturas vence el domingo.
Contacto “constante”
Guaidó asegura que su contacto con Estados Unidos es “constante” aun con el gobierno del demócrata Joe Biden, que si bien ha mantenido el apoyo que le dio su antecesor Donald Trump, no comparte la estrategia del ‘todo o nada’.
Fue Trump quien lideró la escalada internacional para presionar la caída de Maduro, con sanciones que incluyen un embargo petrolero.
Las medidas punitivas, impopulares entre los venezolanos, no han restado poder al mandatario chavista, que mantiene control territorial con apoyo de la fuerza armada, su principal sostén, y aliados como China, Rusia e Irán.
La administración Biden, por ejemplo, vio con buenos ojos la designación del nuevo CNE, y maneja la opción de levantar algunas sanciones si prosperan las tratativas de México.
“Para los que sostienen a Maduro no hay mejor opción que un acuerdo” en México “porque implica el levantamiento progresivo de sanciones”, señala. Un eventual fracaso de la negociación “va a profundizar el conflicto, va a haber más presión y más acompañamiento internacional”.
Maduro llamó la semana pasada a un “diálogo directo” con Washington que incluya el regreso de encargados de negocios en las embajadas de ambos países.
Para Guaidó, es un “grito desesperado por algún tipo de reconocimiento”, cuya “solución” es una elección “libre y justa”. “Si el régimen o Maduro quiere algún tipo de reconocimiento o legitimidad, tiene que ganarlo con votos”, remata.