Lo que hace sudar a los líderes y empresarios europeos no es una ola de calor. Es el temor a que la manipulación rusa de los suministros de gas natural provoque una crisis política y económica el próximo invierno. O, en el peor de los casos, incluso antes.
A continuación, algunas cosas que saber sobre el juego de presión en torno a la guerra en Ucrania.
¿Qué ha ocurrido?
Rusia redujo la semana pasada los suministros de gas a cinco países de la Unión Europea (UE), incluida Alemania, la economía más grande del bloque de 27 países y que depende mucho del gas de Moscú para generar electricidad y mantener su industria en marcha.
La gigante energética estatal rusa Gazprom ha cortado un 60% del suministro del gasoducto Nord Stream 1, el ducto de gas natural más grande de Europa y que pasa por el Mar Báltico, de Rusia a Alemania. Italia ha visto su suministro reducido a la mitad. Austria, República Checa y Eslovaquia también han visto reducciones.
A eso se suman los cortes a Polonia, Bulgaria, Dinamarca, Finlandia, Francia y Holanda en las últimas semanas. Esos cortes de suministro se vieron en un principio como menos problemáticos porque Polonia, por ejemplo, ya tenía planes de abandonar el gas ruso para final de año, mientras que otros tenían suministros alternativos.
Pero los nuevos recortes afectaron a países que son grandes economías y consumen mucho gas natural ruso. Alemania depende de Rusia para el 35% de sus importaciones de gas, Italia del 40%. Ahora mismo hay suministros suficientes para las necesidades actuales.
¿Por qué son una preocupación las reducciones?
Europa intenta llenar sus almacenes subterráneos de gas de cara al invierno. En su ritmo habitual de trabajo, las compañías de distribución llenan las reservas en verano -cuando, con suerte, pueden comprar el gas más barato- y las van gastando en invierno cuando sube la demanda de calefacción. Las reducciones de suministro hacen que llenar las reservas sea más caro y difícil de conseguir.
La decisión también ha acercado el fantasma de un corte total del gas ruso, lo que haría imposible que Europa consiga todo el combustible que necesita para el invierno. El gas natural se utiliza en varias industrias que requieren mucha energía, como fabricantes de cristal y acero, que ya enfrentan costes más altos y están reduciendo su consumo, lo que contribuye a desacelerar la economía europea.
Para la producción de electricidad, el gas es la fuente de energía de repuesto que entra en juego cuando las renovables como la eólica y la solar generan menos energía debido al tiempo, o si se dispara el consumo energético por frío o calor, como ocurrió la semana pasada cuando una ola de calor batió récords en Europa.
Ahora mismo, los almacenes subterráneos europeos están al 57%. La última propuesta de la Comisión Europea (CE) es que cada país alcance un 80% para el 1 de noviembre, mientras que Alemania se ha marcado objetivos del 80% para el 1 de octubre y del 90% para el 1 de noviembre.
Analistas del centro de estudios Bruegel en Bruselas han advertido que “Bulgaria, Hungría y Rumanía no alcanzarán el objetivo de la UE del 80% si continúan al ritmo actual”, mientras que “Alemania, Austria y Eslovaquia encontrarían muy difícil llenar sus instalaciones de almacenaje si se detienen los flujos de gas desde Rusia”.
¿Qué se está haciendo?
La UE, que antes de la guerra recibía el 40% de su gas de Rusia, ha presentado planes para reducir las importaciones en dos tercios para finales de año y abandonar por completo el gas ruso para el 2027. El bloque ya ha dicho que vetará el carbón ruso a partir de agosto y la mayoría del petróleo ruso en seis meses.
El objetivo es reducir los US$ 850 millones al día que ha ido ingresando Rusia por ventas de gas y petróleo a Europa, y evitar así financiar su guerra en Ucrania.
Gobiernos y empresas europeas de suministros han comprado caro gas natural licuado de Estados Unidos que se entrega por barco, a diferencia del gas que llega en gasoducto desde Rusia y que suele ser más barato. Pero la guerra ha disparado los precios de la energía, que impulsan una inflación récord en Europa y mantienen una lucrativa fuente de ingresos para Rusia.
Hay esfuerzos en marcha para conseguir más gas por gasoducto de Noruega y de Azerbaiyán, mientras que se espera que la aceleración de proyectos de conservación y energía renovable juegue un papel menor. Alemania, que no tiene terminales de gas natural licuado, ha encargado cuatro terminales flotantes, dos de las cuales deberían entrar en funcionamiento este año.
Pese al énfasis en energías renovables, la crisis está empujando a los países de vuelta a los combustibles fósiles. Alemania está impulsando legislación para reactivar centrales eléctricas de carbón como un parche temporal, pese a sus planes de abandonar el carbón por completo para el 2030.
El vicecanciller Robert Habeck dijo que volver al carbón era “amargo”, pero que “en esta situación, es pura necesidad”. El gobierno tiene previstas medidas para incentivar a la industria y las compañías eléctricas a utilizar menos gas natural. Habeck también instó a los alemanes a ahorrar energía.
“El gas debe reducirse más, de modo que pueda almacenarse más gas, de lo contrario en invierno va a estar justo”, manifestó.
El gobierno holandés dijo que permitirá que las centrales eléctricas de carbón operen a plena capacidad para ahorrar gas natural que de otro modo se quemaría para producir electricidad.
La seguridad europea es frágil pese a todas esas medidas. Las terminales de gas natural licuado en países productores de energía como Estados Unidos y Qatar funcionan a plena capacidad, de modo que Europa compite con Asia por unos suministros limitados.
Además, una explosión y un incendio de una terminal de exportación en Freeport, Texas, eliminaron durante meses un quinto de la capacidad estadounidense de exportación y asestó otro golpe a los mercados de gas. La mayoría de las exportaciones de la terminal iban a Europa, indicó Rystad Energy.
“La situación del mercado europeo del gas natural sigue escalando”, indicó el analista Carsten Fritsch, de Commerzbank Research, que mencionó la explosión y el cierre programado por mantenimiento del Nord Stream 1, que implicará que no fluye gas por el ducto entre el 11 y el 21 de julio.
“Por lo tanto, la acumulación urgente de reservas de gas para los meses de invierno podría fallar” y eso probablemente aumentará aún más los precios.
¿Cuál es la apuesta de Rusia?
Gazprom dijo que había tenido que recortar el flujo a Europa a través del Nord Stream 1 porque las sanciones occidentales dejaron bloqueada una pieza de equipamiento en Canadá, a donde se había trasladado para su mantenimiento. Los gobiernos europeos rechazan ese argumento y ven las reducciones de flujo como una medida política.
Las medidas de Gazprom han hecho subir aún más los precios del gas natural, que habían bajado tras la temporada de calefacción invernal. Eso aumenta los ingresos para Rusia en un momento en el que está bajo presión de las sanciones económicas occidentales y añade presión a Europa, que presta apoyo militar y político a Ucrania.
Las maniobras de Gazprom también podrían interpretarse como una reacción a las sanciones occidentales y una medida disuasoria de nuevas sanciones. Y ha alertado a los grandes consumidores de que, al igual que los pequeños, no están exentos de un posible corte de suministro.
El recorte de suministros a Alemania e Italia coincidió con el viaje a Kiev de sus mandatarios y del presidente de Francia, Emmanuel Macron, para reunirse con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, y apoyar que el país se convirtiera en aspirante a miembro de la UE.
¿Se quedarán los europeos helados o a oscuras este invierno?
Eso es improbable porque la legislación de la UE ordena que los gobiernos racionen los suministros de gas a la industria para que viviendas, escuelas y hospitales se libren. Los países que se queden cortos de gas pueden pedir ayuda a otros en mejor posición, aunque eso depende de conexiones adecuadas por ducto.
El inconveniente del racionamiento sería cierres y recortes de producción en la industria que podrían costar empleos y crecimiento a una economía ya presionada por la alta inflación, así como el temor a una desaceleración global mientras los bancos centrales suben las tasas de interés.
Por su parte, un corte total del suministro dispararía los precios de gas hacia su récord de 206 euros por megavatio hora del 7 de marzo, lo que impulsaría aún más la inflación. A principios del 2021, antes de que Rusia acumulara tropas en la frontera con Ucrania, el gas costaba unos 19 euros por megavatio hora.