Aunque Pavlopetri es considerada por la Unesco como la ciudad sumergida más antigua del mundo y una de las mejor conservadas, los bañistas pueden recorrerla con tan solo unas gafas de buceo. (Foto: Unesco.org)
Aunque Pavlopetri es considerada por la Unesco como la ciudad sumergida más antigua del mundo y una de las mejor conservadas, los bañistas pueden recorrerla con tan solo unas gafas de buceo. (Foto: Unesco.org)

A tan solo tres metros de profundidad y a unos pocos metros de la orilla, en la punta austral de la península del Peloponeso en , se esconde Pavlopetri, la ciudad sumergida más antigua del mundo, una joya poco conocida fuera de los ambientes arqueológicos y que ahora se ha vuelto más visible para el público en general.

El asentamiento prehistórico, que según los arqueólogos tiene más de 5,000 años de antigüedad y estuvo en pleno desarrollo durante la Edad de Bronce, se encuentra en un entorno paradisíaco, bajo aguas cristalinas, exactamente enfrente de la pequeña isla de Elafónisos, un destino idílico desconocido para la mayoría de turistas extranjeros.

Aunque Pavlopetri es considerada por la Unesco como la ciudad sumergida más antigua del mundo y una de las mejor conservadas, los bañistas pueden recorrerla con tan solo unas gafas de buceo, y nadar a lo largo de sus calles prehistóricas, sus edificios y patios antiguos, y hasta sus lugares de enterramiento.

El visitante estará solo pero no perdido en esta exploración submarina, ya que en mayo la municipalidad de Elafónisos, en cooperación con el gobierno regional y el Eforato de Antigüedades Submarinas, colocó algunos carteles sumergidos que guían al nadador a lo largo de tres rutas y le explican lo que está viendo.

“Cuando alguien va a un museo lee debajo de lo que se exhibe información al respecto. Bueno, esto es lo que se hizo aquí, pero bajo el mar”, señala Efi Liaru, alcaldesa de Elafónisos, y recalca que en la orilla se ha colocado además un mapa de Pavlopetri, para que el nadador pueda situarse mejor en el asentamiento cuando se encuentre bajo el agua.

El asentamiento, según Liaru, no corre peligro de sufrir daño por los visitantes, ya que solo quedan los cimientos y todo objeto móvil ha sido extraído en diferentes excavaciones durante los últimos diez años.

Algunos de estos objetos, como ánforas minoicas y micénicas, y todo tipo de cubiertos y vasijas antiguos, están expuestos en el museo arqueológico del pueblo de Neápolis, muy cerca de Pavlopetri, y también en el museo de Pilos en el Peloponeso occidental.

Las rutas submarinas

La primera ruta, que es la más cercana a la costa, conduce a través de los fundamentos de un barrio antiguo, en el cual los arqueólogos aseguran que había “palacetes” de más de diez habitaciones y dos plantas, en lo que aparentemente fue una de las primeras “zonas residenciales” de la historia humana.

La segunda ruta transcurre por el cementerio submarino, que es el punto más remoto de la ciudad, donde se encuentran dos grandes tumbas micénicas talladas en la roca, en las que se enterraba a los miembros de la élite de Pavlopetri, en un lugar de descanso ideal con vistas hacia la ciudad.

La tercera ruta lleva al bañista a lo largo de las diferentes calles de la ciudad, una red vial a través de la cual hace miles de años los carros de los residentes transportaban sus mercancías.

Según las investigaciones arqueológicas de este sitio descubierto en 1968 por el oceanógrafo australiano Nicholas Flemming, Pavlopetri era una ciudad avanzada para la época, con artesanos -especialmente la producción textil estaba muy desarrollada- comerciantes, burócratas y todo lo que conforma una urbe en toda regla.

Patrimonio marítimo del mediterráneo

El fomento del sitio de Pavlopetri se ha podido realizar gracias a la inyección económica de alrededor de 500,000 euros del programa Inherit de la Unión Europea, concedida en abril al gobierno regional del Peloponeso.

El programa Inherit tiene como objetivo conservar el patrimonio natural y cultural costero y marítimo del Mediterráneo, y al mismo tiempo tratar de desarrollar en estas zonas un turismo sostenible.

En el marco del programa, está prevista la instalación de un kiosko para la información de los visitantes, y la creación de rutas terrestres, ya que también hay restos arqueológicos en la orilla.

Según la alcaldesa, para garantizar un turismo sostenible y evitar la masificación del lugar se ha optado sin embargo por un modo de visibilización discreto, pues crear un museo subacuático más ambicioso habría acarreado posiblemente un boom no deseado, ni por los arqueólogos ni por la población local.

Así, fuera de la exploración individual acuática la organización del sitio ha optado por ofrecer durante el verano solo algunas visitas guiadas en griego y en inglés por los restos terrestres, recorridos que serán presentados por voluntarios de la isla. El resto queda en manos del descubridor aficionado.