El líder opositor ruso Alexéi Navalni, que se encuentra en coma después de haber sido presuntamente envenenado, es desde hace una década el enemigo número uno del jefe del Kremlin, Vladímir Putin, que nunca ha querido pronunciar su nombre.
La campaña “Rusia sin Putin”, el lema de las multitudinarias protestas antigubernamentales, es el mayor logro de este moscovita y abogado de formación reconvertido en el azote del Kremlin.
Rusia sin Putin
Alexéi Navalni ha logrado aglutinar en torno a esa idea a toda la oposición al Kremlin, a muchos descontentos con la gestión autoritaria de Putin y a una gran mayoría de jóvenes urbanitas nacidos después de la caída de la Unión Soviética (1991).
Desde un principio, Vladimir Putin hizo todo lo posible para que quedara claro que no lo veía como un rival, no digamos ya como alternativa, pero los procesos judiciales abiertos contra el opositor con mayor gancho electoral dicen lo contrario.
La animadversión de Putin nace de las numerosas ocasiones en las que el opositor ha sacado a la luz pública las vergüenzas de aliados del Kremlin y miembros de “el partido de los ladrones y sinvergüenzas”, como llama Navalni a Rusia Unida.
Para el látigo del Kremlin no hay tabúes a la hora de denunciar la corrupción en la administración pública. Sea el primer ministro, Dmitri Medvédev; el presidente del Parlamento o de un banco estatal, el fiscal general o la esposa del portavoz presidencial.
Como muchos otros opositores, Navalni comenzó su andadura en el partido liberal Yábloko, de donde fue expulsado por sus ideas nacionalistas, entre las que figuraba su oposición a la inmigración extranjera y sus críticas al subsidio de repúblicas deficitarias como Chechenia.
Entonces, se convirtió en copresidente del movimiento "Narod" (Pueblo), plataforma desde la que comenzó a forjar su granero electoral entre los moscovitas más jóvenes.
Líder de las protestas
Después de cursar durante medio año estudios en la Universidad estadounidense de Yale (2010), a Navalni le llegó su oportunidad de brillar en las elecciones parlamentarias de diciembre del 2011.
En compañía de otros opositores, logró liderar las mayores protestas desde la caída de la Unión Soviética contra el fraude oficialista.
Cuando la oposición extraparlamentaria decidió crear un consejo coordinador, él fue el dirigente más votado, por delante del político y ajedrecista Garri Kaspárov.
Al año siguiente dio el gran salto al presentar su candidatura a las elecciones a la alcaldía de Moscú, donde logró casi un tercio de los votos, un hito sin precedentes para la oposición extraparlamentaria.
Persecución judicial
Navalni ya no era sólo un incordio, sino una amenaza. Por ello, fue condenado a cinco años por el robo de madera por valor de poco más de medio millón de dólares cuando asesoraba al gobernador de la región siberiana de Kirov.
Navalni salió en libertad debido a que la condena fue anulada por el Supremo después de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos denunciara numerosas infracciones durante el proceso judicial.
El opositor volvió a la carga al presentar su candidatura en las elecciones presidenciales del 2018, en las que se preveía que Putin se postularía a la reelección.
Pero la Justicia rusa le tenía preparada una sorpresa. Se repitió el juicio por el robo de madera y fue de nuevo condenado a cinco años de pena suspendida, lo que le inhabilitó para participar en las elecciones presidenciales.
Entonces, concentró sus fuerzas en aprovechar cualquier desliz del Kremlin para movilizar a los descontentos, como ocurrió con la aprobación de la controvertida reforma de pensiones coincidiendo con la inauguración del Mundial de fútbol (2018).
También puso contra las cuerdas al Ayuntamiento de Moscú al apoyar en el 2019 las manifestaciones contra la negativa de la comisión electoral de registrar a los candidatos opositores en las elecciones municipales.
Cárcel y agresiones
Navalni sabía los riesgos que corría. Ya había sido envenenado a mediados del 2019 cuando se encontraba entre rejas y sufrió daños en la córnea de uno de sus ojos cuando fue atacado con una sustancia tóxica.
Mientras, sigue su labor de demiurgo de la conocida como primera generación libre de la historia de Rusia desde su blog y canal de Youtube, que se nutren de los hallazgos del Fondo de Lucha contra la Corrupción que él dirige.
Con millones de visitas mensuales, este licenciado en Derecho y Finanzas saca los colores a un sinnúmero de altos funcionarios y sus familias, a los que avergüenza con su dedo acusador en las redes sociales lejos del alcance de la censura del Kremlin.