Los vestidos largos de lino son comunes en las granjas del Lancaster County de Pensilvania, asiento de la comunidad amish más grande de Estados Unidos. Para muchos turistas son un componente del bucólico paisaje tan importante como las carreteras rurales y los puentes de madera.
Pero dos días a fines de abril, vestidos con un significado muy diferente fueron exhibidos en una pequeña muestra. Se trató de 13 prendas que representaban el trauma de las agresiones sexuales ocurridas en las comunidades amish, menonitas y otras similares, un recordatorio de que la ropa modesta que exigen sus miembros, especialmente en las mujeres y las niñas, no garantiza nada.
Era la ropa que lucía la víctima o una réplica preparaba por voluntarios, siguiendo los estrictos códigos de vestir de las iglesias de las niñas afectadas.
Una era un vestido amish violeta de manga larga y con un sencillo cuello alto. Tenía un cartel que decía: “Edad de la víctima: cuatro años”.
A su lado había un abrigo, un vestido verde y un sombrero de una niña de cinco años, acompañado por unos zapatos negros. “Nunca estuve a salvo. Él era un adulto”, dijo la niña, según el cartel adjunto. “Nadie me ayudó cuando les dije que me había lastimado”. También había un mameluco de un niño pequeño.
“Te da bronca cuando recibes un atuendo tan pequeño en el correo”, expresó Ruth Ann Brubaker, del Wayne County (Ohio), que ayudó a preparar la muestra. “No sabía que me podía irritar tanto. Te hace llorar”.
La ropa exhibida representa varias ramas de la tradición conservadora anabaptista, que incluye a los amish, los menonitas, los hermanos en Cristo y los charity. Estas congregaciones se marginan de la sociedad y ponen énfasis en la disciplina de la iglesia, el perdón y los atuendos modestos, incluidos sombreros y pañuelos para cubrir la cabeza de las mujeres.
La muestra fue parte de una conferencia sobre los abusos sexuales en las “iglesias sencillas”, como se les dice por su apego a la vida simple, llevada a cabo el 29 y 30 de abril en le Iglesia Menonita de Forest Hills en Leola, auspiciada por las organizaciones A Better Way, de Zanesville (Ohio) y Safe Communities, de Lancaster (Pensilvania).
Hope Anne Dueck, directora ejecutiva de A Better Way y una de las organizadoras de la muestra, dijo que muchas sobrevivientes cuentan que les dicen que “si se hubiesen tapado la cabeza, probablemente no les hubiera pasado nada” o “seguramente no se vistieron con suficiente recato”.
“Yo, como sobreviviente (de una agresión sexual), sabía que eso no era cierto. Te pueden agredir sin importar cómo te vistas”, dijo Duck.
Las personas que aportaron prendas para la muestra “lucían lo que les indicaron sus padres y sus iglesias, y las usaban correctamente. Pero de todos modos fueron agredidas”.
La muestra se basó en otras parecidas montadas en universidades y otros sitios en los últimos años, sobre la premisa de “¿cómo estabas vestida?”. Exhiben prendas de todo tipo con el objetivo de acabar con el mito de que se puede atribuir las violaciones a los atuendos de las víctimas.
Miembros de otras comunidades religiosas que usan ropas modestas --no solo los anabaptistas sino otras como Holiness, un desprendimiento del metodismo que pone énfasis en la piedad-- acordaron el año pasado que debían realizar muestras parecidas.
“Nunca tuvo nada que ver con la ropa”, dijo Mary Byler, sobreviviente a un abuso sexual de niña en las comunidades amish en las que se crió.
Byler, quien fundó la agrupación The Misfit Amish de Colorado para reducir la brecha cultural entre los amish y el resto de la sociedad, ayudó a montar la exhibición. “Espero que le deje saber a las sobrevivientes que no están solas”, manifestó.
Se invitó a las víctimas de abusos a que aportasen las prendas que lucían o las describiesen. Todas menos una aportaron ropas de niñas y las de un varoncito, que reflejan la edad en que fueron agredidas. La única prenda de adulto pertenecía a una mujer que fue violada por su marido poco después de dar a luz, según Dueck.
Los organizadores planean producir fotos de alta calidad de las prendas para mostrarlas en las redes sociales y en otras exhibiciones futuras.
Líderes de las iglesias sencillas admitieron en años recientes que los abusos sexuales son un problema en sus comunidades y que han realizado talleres para concientizar a la gente.
Activistas, sin embargo, dicen que tienen que hacer mucho más y que algunos líderes comunitarios siguen tratando los abusos como asuntos que entran en la esfera de la disciplina de la iglesia y no son vistos como delitos que hay que denunciar ante las autoridades.
Decenas de miembros de iglesias sencillas han sido condenados por abusar sexualmente de niños en las dos últimas décadas, de acuerdo con archivos judiciales de varios estados. Y numerosos líderes religiosos fueron condenados por no denunciar los abusos, incluido un obispo amish del Lancaster County en el 2020.
Investigadores y organizadores de la conferencia dijeron que están tratando de recabar datos concretos sobre el tema. La muestra de ropa, no obstante, constituye una denuncia muy fuerte, según Darlene Shirk, una menonita del Lancaster County.
“Se habla de estadísticas... pero cuando tienes algo físico como aquí, y el hecho de que sean prendas de comunidades sencillas, es como decir ¡mira, esto es lo que pasa en nuestra comunidad!”, manifestó.
Activistas dicen que en las iglesias sencillas encabezadas por hombres, en las que se predica el perdón, a menudo se presiona a la gente para que se reconcilie con la persona que abusó de ella.
Byler asegura que en los 18 años que pasaron desde que ella denunció su abuso a las autoridades civiles ha perdido la cuenta de las historias de abusos que ha escuchado en las comunidades sencillas. Las sobrevivientes a menudo son marginadas y soportan acusaciones de que “ellas incitaron los abusos”, expresó.