Unos 40 kilómetros al oeste de El Paso, en una porción no incorporada del desierto de Chihuahua donde los contenedores de transporte superan en número a los humanos, Nuevo México está trabajando para convertir un tranquilo cruce fronterizo en un puerto internacional que compita con todo lo que Texas tiene para ofrecer.
Es, desde todos los puntos de vista, un plan tremendamente ambicioso. El pequeño y polvoriento puesto de avanzada, ubicado en las afueras de la localidad de Santa Teresa, recibe una quinta parte del tráfico de camiones que transita por el cruce de El Paso. El área circundante tiene menos de una décima parte del espacio de bodegaje de su rival; y casi no hay viviendas en el área para que vivan los aspirantes a trabajadores portuarios.
Los defensores del plan no se desaniman. Dicen que la falta de congestión en el área, líneas de trenes de carga cercanas e impuestos a la propiedad más baratos lo favorecen, al igual que un auge del “nearshoring” –esto es, que multinacionales construyan más fábricas en la región para acercar la producción a su destino final en el mercado estadounidense–, que está impulsando un aumento en el comercio transfronterizo.
Y también hay otro factor crucial: la decisión que tomó en abril el gobernador de Texas, Greg Abbott, de aumentar las inspecciones a los camiones de carga —como parte de una ofensiva contra la inmigración indocumentada en un año electoral— provocó grandes retrasos en los envíos que llevaron a que millones de dólares en exportaciones de alimentos mexicanos se descompusieran.
Las autoridades de Ciudad de México estaban indignadas. Rápidamente determinaron que necesitaban disminuir su dependencia de Texas y acelerar los esfuerzos para ayudar a fomentar el desarrollo del puerto de Nuevo México.
Quizás, al final, toda la iniciativa fracase. Después de todo, es una posibilidad remota. Pero antes ya han nacido proyectos más locos y menos viables económicamente a partir de disputas políticas. Y esta es bastante intensa.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, criticó a Abbott, calificándolo de “deshonesto” y “exagerado” por los comentarios que ha hecho sobre los inmigrantes y su uso de la Guardia Nacional para patrullar la frontera.
Las inspecciones de camiones, dijo López Obrador, solo fueron un recurso político para ganar votos. Unos días después de que comenzaran, la secretaria de Economía mexicana, Tatiana Clouthier, dijo que el Gobierno mexicano redirigiría una ruta ferroviaria para que pase por Nuevo México en lugar de Texas.
“Requerimos fortalecer las entradas y salidas, y no dejar todos los huevos en una sola canasta”, dijo Clouthier en una entrevista este mes. “Eso es parte de la visión que tenemos que tener a corto, mediano y largo plazo, para no volver a dejar que eso suceda”.
Pero si este es el comienzo de una rivalidad económica entre Texas y Nuevo México, parece un poco unilateral. Mientras los funcionarios de Nuevo México han estado viajando de forma regular a Ciudad de México y al estado de Chihuahua para promocionar Santa Teresa, los tejanos expresan poca preocupación por perder negocios en los 13 cruces comerciales del estado con México.
Es un reflejo de la relación más amplia entre los estados. Si bien los habitantes de Nuevo México son especialmente francos en su irónico desdén por los arrogantes tejanos, a menudo parece que los residentes del estado de la estrella solitaria no se molestan en pensar mucho en Nuevo México.
George Chasteen cree que le convendría a Texas prestar más atención. Como vicepresidente de Mesilla Valley Transportation, que brinda servicios de carga y logística en el área, es testigo en primera fila de los esfuerzos de Nuevo México por ganar ese negocio.
“Santa Teresa se ha labrado un nicho de carga especializada”, como aspas para turbinas eólicas que serían demasiado grandes para cruzar el río Grande en El Paso, dijo Chasteen. “Está menos poblado. Hay más espacio”.
El atractivo de Nuevo México ha aumentado a medida que empeora la congestión en El Paso y Juárez en medio del auge del “nearshoring”. A medida que los fabricantes abandonan Asia y construyen más cerca de su mercado final —a menudo Estados Unidos—, la zona fronteriza ha comenzado a atraer proveedores de vehículos eléctricos. México también está buscando atraer fábricas de chips al país.
Santa Teresa es un lugar ideal”, dijo Alan Russell, propietario de TECMA, una empresa con sede en El Paso que ayuda a empresas estadounidenses y extranjeras a establecer fábricas en México y que también incluye una división de camiones. “Ha sido mucho más fácil de usar en los últimos años desde que los puentes de Texas se obstruyeron”.
En un nicho del comercio mundial, Nuevo México ya es un importante actor: Santa Teresa alberga el paso de ganado más grande de la frontera sur. Y los cruces de camiones han aumentado a unos 660 por día este año en promedio, aproximadamente el doble de la tasa del 2019.
Santa Teresa, con una población de alrededor de 5,000 habitantes, tiene solo 440,000 metros cuadrados de espacio de almacenamiento y fabricación, frente a los casi 4.8 millones de metros cuadrados en El Paso.
Pero los desarrollos industriales tanto en Santa Teresa como en la localidad al otro lado de la frontera, San Jerónimo, han ido en aumento. Combinados, hay alrededor de 195,000 metros cuadrados de edificios en construcción, según Jerry Pacheco, quien dirige la Asociación Industrial Fronteriza (BIA, por sus siglas en inglés).
Del lado mexicano, Foxconn Technology Co. tiene una planta que fabrica computadoras para Dell Technologies Inc. y está construyendo una ampliación de 111,000 metros cuadrados, según Pacheco. Mount Franklin Foods, que fabrica ositos de goma y otros dulces, está construyendo 26,000 metros cuadrados adicionales.
A más largo plazo, el plan es que Santa Teresa agregue más bodegas en las cercanías para que los cargadores no tengan que llevar sus mercancías a centros logísticos de El Paso. El puerto es un viaje de 24 kilómetros adicionales para camiones en el lado mexicano que salen desde Juárez, y luego 32 kilómetros adicionales en el lado estadounidense para aquellos que se dirigen a bodegas en El Paso.
Autoridades de la ciudad de Juárez planean crear una ruta más rápida hacia el cruce de Nuevo México que evite carreteras en mal estado y mercados al aire libre que ralentizan el tráfico. Las autoridades de Nuevo México construirán un empalme vial que reduciría el tiempo de viaje a la frontera de Texas de 24 a seis minutos.
Eso también podría hacer que trabajar en Santa Teresa sea un poco más fácil. La mayoría de los 6,000 empleados en los cuatro parques industriales de la ciudad llegan desde sus casas en El Paso o Las Cruces, Nuevo México, porque no hay muchas viviendas residenciales disponibles en las cercanías. Los minoristas más destacados de la ciudad son Dollar General y Family Dollar. La mejor opción para cenar es el Chester’s Chicken, ubicado dentro de una estación de gasolina en ampliación.
La oficina de Abbott defendió las inspecciones de camiones del gobernador, diciendo que eran necesarias para combatir la inmigración ilegal impulsada por las políticas fronterizas del presidente Joe Biden, y señaló que las demoras disminuyeron después de que Abbott firmó acuerdos con cuatro gobernadores de estados fronterizos mexicanos para comenzar a mejorar las medidas de seguridad.
“Es hora de que el presidente Biden haga su trabajo y asegure nuestra frontera, y es hora de que el presidente López Obrador trabaje con Texas y Estados Unidos para detener este flujo de inmigración ilegal”, dijo en un correo electrónico Renae Eze, vocera de Abbott.
Su comentario no hizo referencia en absoluto a Nuevo México.
Por ahora, Santa Teresa sigue siendo un cruce relativamente tranquilo. En una mañana de un día reciente laboral, solo unos pocos vehículos de pasajeros y camiones de 18 ruedas hacían fila en el puesto de control.
“Nosotros estamos hablando de cómo el comercio va a seguir creciendo”, dijo Clouthier. “Pudiese en la diversificación encontrar mecanismos para que las cosas puedan ir de una mejor manera”.