En junio pasado, el regulador petrolero de México rechazó por unanimidad un plan presentado por la estatal Pemex para desarrollar su mayor descubrimiento en tres décadas, argumentando que la propuesta era poco sólida desde los aspectos técnico y económico.
Cinco meses después, el 24 de noviembre, el regulador aprobó el plan para el campo Quesqui en el sureño estado Tabasco. En el período intermedio, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador reemplazó al titular de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), Rogelio Hernández, por Agustín Díaz, un exempleado de Pemex.
Entrevistas con ocho fuentes con conocimiento directo del asunto mostraron que Hernández había sido presionado por el Gobierno y por Pemex para aprobar el plan para Quesqui, y otros, o debía renunciar.
Reuters también revisó seis documentos públicos y cuatro internos para comprender cómo se aprobaron los planes y cuáles eran las preocupaciones.
Las fuentes hablaron con Reuters bajo condición de anonimato porque no estaban autorizadas a emitir comentarios públicos sobre un tema que el Gobierno había declarado de seguridad nacional.
Según las mismas ocho fuentes, al menos otros tres altos funcionarios de la CNH también fueron presionados por otros cargos del Gobierno y de la Comisión para ayudar a aprobar los planes. Varios archivos de audio grabados después de la partida de Hernández confirmaron eso.
A Reuters se le permitió escuchar los archivos de audio con la condición de que no se revelaran detalles que pudieran identificar a la fuente.
Pemex, la Secretaría de Energía y el Gobierno no respondieron a reiteradas solicitudes de comentarios.
Uno de los funcionarios que fue presionado, según las fuentes, el exjefe técnico Julio Trejo, renunció poco antes de que se aprobara el plan para Quesqui.
Tres de los cuatro funcionarios de alto rango de la CNH votaron a favor de dar luz verde al plan de Pemex en noviembre, incluido el nuevo titular del regulador.
Héctor Moreira, uno de los cuatro, respondió a Reuters con un breve comunicado emitido a través del regulador diciendo que el plan para Quesqui se consideró viable por segunda vez y estaba respaldado por estudios, sin explicar qué elementos habían cambiado. La CNH se negó a hacer más comentarios.
En documentos públicos e internos relacionados con los planes y la gestión de Quesqui por parte de Pemex, el exjefe del regulador, Hernández, y el exjefe técnico, Trejo, se habían opuesto al plan de desarrollo para el campo, argumentando que no estaba suficientemente probado y era demasiado caro.
En agosto, Hernández renunció bajo la presión de funcionarios del gobierno, dijeron las ocho fuentes. Fue reemplazado en octubre por Díaz, uno de los tres candidatos presentados por López Obrador para la votación del Senado, que controla su partido.
Una fuente de la Secretaría de Energía, que asistió a reuniones donde se discutieron los desacuerdos entre Pemex y el regulador sobre varios campos clave, dijo que Hernández y Trejo eran considerados “obstáculos” por parte de Pemex en los planes para impulsar la producción.
En noviembre, Trejo también dimitió y fue reemplazado -una semana antes de la segunda votación el 24 de noviembre- por Rafael Guerrero, cuyo cargo anterior era el representante legal de Pemex responsable de tratar con el regulador.
En un documento del 29 de julio que no se informó anteriormente, Guerrero destacó la importancia de Quesqui para la producción e instó al regulador a aprobar el plan.
En papel membretado de Pemex, escribió que se instruye a las entidades federales y otras como el ente regulador “a realizar las acciones que se indican, en relación con los proyectos y obras del Gobierno de México considerados de interés público y seguridad nacional, así como prioritarios y estratégicos para el desarrollo nacional”.
Guerrero también reiteró que el campo Quesqui “se trata de un proyecto estratégico” según lo define el Gobierno.
A mitad de noviembre, Guerrero fue designado por Díaz y puesto a cargo de la unidad técnica de extracción y supervisión, papel clave en el que hizo una recomendación a los cuatro funcionarios que votaron el plan.
Alrededor de una semana después, el plan fue aprobado con los votos de tres de los cuatro altos funcionarios: el nuevo presidente, Díaz, así como Moreira y Néstor Martínez, quienes previamente habían rechazado la propuesta.
Guerrero les había aconsejado votar a favor, según un documento público en el que el jefe técnico emite su recomendación para funcionarios de alto rango con derecho a voto.
Ni Guerrero ni Díaz respondieron a las repetidas solicitudes de comentarios.
El comunicado de Moreira del 13 de abril a Reuters, emitido por el regulador, dijo que el plan impulsado por Pemex “presentaba viabilidad técnica, económica y jurídica, soportada a través de estudios”. Martínez se negó a comentar para este artículo.
Alma América Porres, quien mantuvo su voto en contra, dejó la CNH en enero, al final programado de su mandato.
Planes sin cambiar
Más de una docena de expertos en energía dijeron a Reuters que los cambios en el regulador debilitan a uno de los últimos organismos independientes que quedan con la supervisión de Pemex, con enorme diferencia el mayor productor de crudo en México y el principal contribuyente a las arcas públicas.
Reuters no tuvo acceso a los planes de Quesqui, que están protegidos en México como secreto de Estado.
Pero cinco de las fuentes, que han visto ambas versiones del plan, dijeron que el aprobado en noviembre era casi idéntica a la que había sido rechazado en junio. Solo hubo cambios menores, como ajustes por inflación y para compensar el tiempo transcurrido después de que el plan se estancó, dijeron.
Al rechazar el plan en junio, el regulador citó problemas como la falta de estudios y pruebas integrales para una estrategia que prevé que Pemex inyecte agua en el campo, según tres documentos públicos y dos internos revisados por Reuters.
En un documento interno fechado el 5 de agosto, el regulador argumentó que el plan para inyectar agua en Quesqui estaba “mal analizado”, “sin sustento necesario” y podría “dañar irremediablemente” al campo más valioso del país.
Esos problemas no se abordaron en la versión posterior, dijeron las cinco fuentes a Reuters. En ambos, el presupuesto general fue de poco más de US$ 3,000 millones.
López Obrador ha presionado a Pemex para que revierta una caída en la producción de casi dos décadas. Quesqui, con las reservas de gas más grandes de México y el tercer mayor depósito de condensado, es parte vital de esa estrategia.
Las fuentes dijeron a Reuters que el plan podría impulsar la producción a corto plazo, pero coincidieron con la evaluación inicial del regulador en junio de que casi con certeza reduciría la cantidad total que se puede producir.
Probablemente dañaría el campo, dijeron las fuentes, porque inyectarle agua no era una estrategia compatible con la formación geológica de Quesqui.
Fuente: Reuters