Las medidas contra la presencia de grasas trans en los alimentos, relacionadas con un mayor riesgo de ataque al corazón, están avanzando en el mundo, pero a un ritmo lento, lo que ha hecho que se incumpla el objetivo de eliminar este ingrediente de la cadena alimentaria a finales de 2023.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo reconoció hoy, al anunciar que otorga los primeros certificados que validan el progreso de cinco países para eliminar la producción de las grasas trans industriales (ácido graso insaturado)
Los premiados (Dinamarca, Lituania, Polonia, Arabia Saudí y Tailandia) son países de pequeño y mediano peso demográfico a escala mundial, lo que explica que más de la mitad de la población del mundo siga desprotegida -desde el punto de vista de las políticas públicas- frente a los impactos nocivos de las grasas trans, que aumentan la probabilidad de muerte por enfermedades cardíacas.
La OMS dijo que los cinco países premiados han demostrado que tienen las mejores prácticas para la eliminación de las grasas trans y que éstas están complementadas por rigurosos sistemas de monitoreo y de cumplimiento.
Otros siete países (Egipto, México, Moldavia, Nigeria, Macedonia del Norte, Filipinas y Ucrania) también recibieron el reconocimiento de la OMS por las buenas prácticas que están implementando en esta área, aunque les queda camino por recorrer para llegar al nivel de los países premiados.
Las grasas trans son grasas sólidas o semisólidas presentes en una variedad de alimentos industriales, como comidas fritas, bollería, pasteles y comidas preparadas, que frecuentemente tienen un alto contenido de sal, azúcar y grasa.
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Según la OMS, un total de 53 países tienen políticas para hacer frente a las grasas trans en los alimentos, lo que significa una mejora considerable en la alimentación de 3.700 millones de personas, es decir, el 46% de la población mundial, frente al 6% de hace tan sólo cinco años.
Estos esfuerzos de los Estados permitirían salvar unas 183,000 vidas al año, según cálculos de entidades expertas.
La OMS propone dos prácticas adecuadas para eliminar las grasas trans. La primera pasa por la adopción de disposiciones nacionales que limiten a 2 gramos las grasas trans por cada 100 gramos de grasas en general en los alimentos.
La alternativa es que los países prohíban la producción y el uso de los aceites parcialmente hidrogenados o hidrolizados, que son la mayor fuente de ácido graso insaturado.
La OMS mantiene contactos con la industria alimentaria, en particular con los productores de materias primas y alimentos finales para disuadirlos de que eliminen ese ingrediente de sus productos.
En estas circunstancias, la OMS indicó que ha revisado su objetivo y ahora apunta a la eliminación global de las grasas trans en 2025.
La medida del éxito estará en que las buenas prácticas en ese sentido hayan sido adoptadas por un número de países que representen en conjunto el 90 % de la población global.
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