Una campaña de amenazas, directas o veladas, anónimas o a cargo de misteriosos mensajeros, siembra temor en la sociedad civil de Hong Kong, en momentos que China aplasta al movimiento prodemocracia de la ciudad.
Ese acoso constante llevó a que numerosas organizaciones cesen sus actividades por propia iniciativa, sin que las autoridades tengan que sufrir el desgaste político de prohibirlas.
A diferencia de China continental, en Hong Kong hubo durante décadas una vibrante presencia de organizaciones defensoras de los derechos humanos, un movimiento sindical activo y una sociedad civil movilizada que gozaban de la libertad de expresión.
Pero una ley de seguridad nacional impuesta por Pekín en el 2020 para erradicar la disidencia golpeó a esa sociedad civil, y generó temores de que los crímenes tenuemente definidos por la ley se usen en su contra.
Más de 50 grupos de la sociedad civil, dedicados a temas que van de derechos laborales a educación, tuvieron que cesar sus actividades debido a detenciones por motivos de seguridad nacional.
Muchos de los cierres se dieron luego de que su personal enfrentara una campaña velada de amenazas e intimidación, según cinco personas con conocimiento del tema consultadas por AFP.
Las advertencias suelen llegar mediante llamadas telefónicas anónimas o mensajes de los llamados “intermediarios”, quienes adoptan un tono conversacional mientras revelan información de la vida personal de cada receptor. Algunos lo hacen cara a cara.
Mario, un veterano trabajador de ONG (quien recurrió a un seudónimo por razones de seguridad), dijo que sus colegas recibieron mensajes desconcertantes de varios intermediarios el verano pasado.
“Te cuentan diferentes historias pero en algún punto de la conversación llegan a la misma conclusión: tienes que cerrar”, contó a AFP.
Un mes después de ese primer contacto, la organización de Mario decidió cerrar.
“Respeto a la sociedad civil”
En los últimos años, los grupos de la sociedad civil de Hong Kong fueron tildados de “elementos anti China” por autoridades y medios estatales.
Pekín ha dejado claro que los considera como parte de las protestas prodemocracia del 2019, que tuvieron grandes movilizaciones y frecuentes choques con la policía.
El lenguaje poco claro de la ley de seguridad nacional, junto a los mensajes de los intermediarios, hacen que las amenazas de cárcel para gente como Mario sean muy reales.
“Todas las cosas normales que hacía la sociedad civil en las últimas tres décadas ahora están sujetas a represalias políticas”, comentó.
Entre las organizaciones que cerraron están el mayor sindicato de la ciudad y Amnistía Internacional, así como la Alianza Hong Kong, que solía organizar la vigilia anual por las víctimas de la matanza de la Plaza Tiananmen de Pekín, en 1989 en China.
La jefa del gobierno de Hong Kong, Carrie Lam, negó que exista una campaña contra las organización, e insiste en que “respetamos a la sociedad civil”.
El Partido Comunista de China y su oficina de enlace en Hong Kong han acusado a algunos grupos de violar la ley y han dicho que el cierre de estas entidades “es por su propia decisión”.
Tanto el ministerio chino de Seguridad Pública y sus oficinas en Hong Kong y Macau no respondieron a las solicitudes de comentario.
Nueva seguridad
Bajo el principio de “un país, dos sistemas” que Pekín aceptó antes de tomar control de la ciudad de manos británicas en 1997, Hong Kong podía mantener libertades y autonomías por 50 años.
Eso implicaba que la ciudad podía tener su propia policía con sus propias leyes.
Pero la ley de seguridad nacional cambió todo, derribando las barreras legales que existían entre Hong Kong y Pekín.
La ley incluye una cláusula que permite a los aparatos de seguridad chinos operar abiertamente en Hong Kong.
Poco después de la entrada en vigor de la ley, autoridades de seguridad chinos instalaron a su personal en un hotel para investigar posibles amenazas contra China.
Los intermediarios son considerados como una extensión de esta nueva policía, según dos fuentes que dijeron a AFP que los contactaron directamente.
Ambos describieron reuniones en una sala de una empresa pública con un hombre de habla cantonesa que decía ser agente de seguridad de China.
Una de las fuentes dijo que el intermediario le preguntó qué pensaba sobre cerrar su grupo, citando varias posibles violaciones a la ley de seguridad.
“Al inicio pensé que será absurdo disolver el grupo cuando no sabíamos qué ofensas habíamos cometido”, contó a AFP. “Pero cuando nombró varios cargos específicos, nos empezamos a preocupar”, agregó.
Los mensajes poseen información personal, según las fuentes, con detalles de sus familiares y hábitos diarios.
Intimidación
Pekín mantiene en Hong Kong una Oficina de Enlace, que desempeña un papel cada vez más importante en los últimos años, llegando a llamar a políticos locales a recibir informaciones de funcionarios chinos.
Con las figuras de oposición, Pekín prefería usar a los intermediarios, según Ted Hui, un exlegislador de oposición ahora radicado en Australia.
Sus encuentros eran comunes, generalmente como forma de recabar información para las autoridades, hasta un año después de las protestas del 2019, dijo Hui.
“Pero después de que entró en vigor la ley de seguridad, se volvió un abordaje de intimidación... Así que bajo la mesa, pueden enviar a esos intermediarios a decir lo que el gobierno no puede decir abiertamente”, agregó.
Más de 160 personas han sido detenidas bajo la ley de seguridad nacional, en su mayoría políticos de oposición, periodistas y activistas.
Con el trasfondo de las detenciones, la campaña de susurros ha sido una herramienta efectiva para cerrar organizaciones críticas del gobierno.
“Tenemos tan poca experiencia que muchos decidimos cerrar por las amenazas”, admitió Connie, de una organización de derechos humanos, quien dice que recibió una llamada de un desconocido que le dio un plazo para renunciar.
Oliver, también involucrado en derechos humanos, dijo que recibió un mensaje de texto de alguien que le advirtió de que podría ser arrestado.
Tras el cierre de tantos otros grupos, Oliver decidió tomar la amenaza en serio y cerrar.