Al cumplir un año como presidente de México, Andrés Manuel López Obrador sigue marcando la agenda política del país y su gestión de Gobierno con sus peculiares conferencias de prensa diarias, donde muestra su liderazgo y contradicciones.
Un año después de asumir como presidente, que se cumple este 1 de diciembre, López Obrador no da señales de que planee disminuir la frecuencia de sus reuniones cotidianas con los medios de comunicación en el Palacio Nacional, conocidas coloquialmente como “mañaneras”, o su duración.
Por el contrario, desde el inicio de su mandato se fueron alargando hasta un promedio actual de casi dos horas diarias.
Y en cada una de ellas dedica más tiempo a largas disertaciones históricas y a fustigar a sus “adversarios” que a responder las preguntas de los reporteros, algunas de las cuales parecen formuladas específicamente para que se explaye en sus temas favoritos: la Revolución de 1910, las fallas de los Gobiernos neoliberales y su campaña contra la corrupción.
Confrontado con preguntas incómodas, como la persistente violencia criminal o la letárgica marcha de la economía, se apoya en "otros datos" o recala en el nefasto legado de Administraciones pasadas.
“Vamos bien”, declaró recientemente al comentar el reporte del Instituto de Estadística según el cual la economía se contrajo en los dos primeros trimestres del 2019 y presentó un crecimiento nulo en el tercero, por lo que muchos analistas lo consideran una “recesión técnica”.
López Obrador justifica su apreciación positiva con el argumento de que hay otros indicadores aparte del crecimiento, como el consumo y la distribución de la riqueza, en los que se registran “avances”.
Pero acaso la violencia es el tema en que el mandatario se muestra más reacio a dar su brazo a torcer. En respuesta a una pregunta sobre la matanza de seis niños y tres mujeres de una comunidad mormona en el estado de Sonora ocurrida el 4 de noviembre, insistió en que su estrategia de seguridad, que resume en el lema “abrazos no balazos”, no va a cambiar.
Indicó que su Gobierno seguirá “atendiendo las causas que originan la violencia”, que identifica como pobreza y desigualdad, y aprovechó para arremeter contra quienes, a raíz de esos hechos, exhibieron sus “afanes autoritarios” al pedir el uso de la fuerza contra los grupos criminales.
Relaciones con la prensa
Paradójicamente estas conferencias, que él define como un “diálogo circular” con los periodistas, son a menudo usadas por el mandatario para golpear a los medios críticos hacia su Gobierno.
Son comunes sus referencias sarcásticas a la “prensa fifí” o “conservadora”, así como sus elogios a las “benditas redes sociales”, de donde deriva buena parte de su apoyo en los medios y por las que informa regularmente a sus seguidores -más de 6.8 millones en Facebook y 6.3 millones en Twitter- sobre sus acciones.
En una de sus conferencias, López Obrador evitó comprometerse inequívocamente a no usar un lenguaje que estigmatice a los periodistas y aseguró que no ve a los comunicadores críticos "como enemigos, sino como adversarios".
“Las conferencias diarias son más un ejercicio de propaganda que una muestra de transparencia y rendición de cuentas”, dijo el politólogo Luis Estrada Straffon, director de la firma de consultoría Spin-Taller de Comunicación Política, que hace un análisis diario de las “mañaneras”.
Destacó que 40% de las preguntas que responde López Obrador son para los medios digitales, y en general son preguntas que difícilmente les van a generar a quienes las hacen ataques de los seguidores del mandatario en las redes sociales.
“Son preguntas que han dado pie a respuestas de hasta 45 minutos del presidente a un solo reportero”, apuntó.
Por su parte, Maribel Flores, profesora de Relaciones Internacionales y Ciencia Política del Tecnológico de Monterrey-Campus Puebla, consideró que las conferencias matutinas constituyen “una estrategia para ejercer el poder político, en la cual sin duda hay una rivalidad entre el Gobierno y los medios de comunicación”.
"El presidente de México controla la agenda informativa diaria. Las conferencias le sirven también para marcar las tendencias de la opinión pública y para que se converse sobre lo que el presidente decide", dijo.
Subrayó que "cuando no quiere plantear un tema puntual, el presidente habla de manera muy dispersa, lo cual le permite ganar tiempo, tratar otros temas, posicionarse, fortalecerse".
Flores deploró las descalificaciones del mandatario a la prensa porque “el papel de los medios no debe ser validar, reforzar o ser un eco estricto de la información oficialista”.
También resaltó que “hay otro tema que el presidente minimiza cuando ha sido cuestionado por las condiciones en las que la prensa trabaja”, en referencia a los cuando menos 10 asesinatos de periodistas en lo que va del año.
“No es solamente que fomente la polarización entre los medios y el presidente, sino que no le dé la importancia que tiene el fortalecer el ejercicio de la libertad de expresión en un ambiente de absoluto riesgo para los periodistas”, puntualizó.