La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, no prevé un escenario de estanflación (inflación con estancamiento económico), pero reconoce que a corto plazo el encarecimiento de la energía y la necesaria aceleración de la transición energética provocará un alza de precios.
“No vemos actualmente elementos de estanflación” en la zona euro, afirmó este lunes la francesa Lagarde, en una intervención en el Instituto Montaigne en París.
Insistió en la idea de que teniendo en cuenta la recuperación que había empezado después de la crisis del COVID, “no vemos en el horizonte del 2022, ni 2023, ni 2024 una estanflación de la economía”.
Respondía así a una pregunta sobre el riesgo de que la escalada de la energía y de las materias primas, unido a perturbaciones en los canales de aprovisionamiento como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania, provoque una parálisis económica precisamente cuando se salía de dos años de pandemia.
El BCE revisó a la baja el 10 de marzo sus previsiones de crecimiento para la zona euro para dejarlas en un 3.7% en el 2022, frente al 4.2% en sus proyecciones de diciembre. Al mismo tiempo, elevó sus estimaciones de inflación al 5.1%, en lugar del 3.2%.
Lagarde, por otra parte, avanzó que las políticas monetarias del BCE van a diferenciarse de las de la Reserva Federal de Estados Unidos, ya que la situación macroeconómica no es la misma a uno y otro lado del Atlántico, como tampoco son las mismas las consecuencias de la guerra en Ucrania.
“Nuestras economías -explicó- se encontraban en un momento diferente del ciclo económico incluso antes de la guerra en Ucrania”. Además, “por razones geográficas, Europa está mucho más expuesta que Estados Unidos”.
Una alusión a la mayor dependencia de la UE, sobre todo a las importaciones de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) procedentes de Rusia y a su mayor nivel de intercambios con ese país y con Ucrania.
En la práctica, señaló que eso se traducirá en que “nuestras políticas monetarias no funcionarán exactamente con el mismo ritmo”.
Anticipó que, debido a su elevado grado de dependencia energética de Rusia, Europa tendrá que acelerar su transición energética y eso tendrá consecuencias inflacionistas a corto plazo.
La presidenta del BCE avisó igualmente de que la crisis por Ucrania tendrá probablemente un impacto para las empresas y para los particulares, con el desarrollo de un ahorro de precaución como ocurrió durante los confinamientos por el coronavirus.
Hizo notar que desde el comienzo de la guerra la situación es “incierta” en torno a ciertas materias primas como la energía, el trigo o la potasa.