De la mano de productores audaces que apuestan por cepas autóctonas, los vinos espumosos turcos están abriéndose paso en Turquía y otros países. Una apuesta exitosa y nada fácil en un principio, ya que Turquía había perdido desde hace casi un siglo su reputación de gran país productor de vinos, basada en una tradición milenaria.
“Nuestra producción se agota muy rápidamente. No alcanzamos a satisfacer la creciente demanda. Sobre todo ahora que se acerca el Año Nuevo”, asegura Candas Misir, director de la bodega Vinkara, que en 2009 fue la primera en producir espumosos, blancos y rosados, utilizando el método de champaña tradicional, en sus viñas de Kalecik, a 80 kilómetros de Ankara.
Desde entonces, otros viñedos turcos siguen sus pasos y ofrecen bruts que recuerdan al famoso champán francés, aunque no pueden utilizar la denominación de origen, que es ultracontrolada, a pesar de que la elaboran con los mismos criterios.
“Al principio tuvimos una acogida muy reservada. La gente se preguntaba: ¿Qué es eso de un vino espumoso turco?”, recuerda Misir.
“Pero una sola degustación basta para que estos prejuicios desaparezcan”, sonríe.
Ofreciendo un aroma muy floral con notas afrutadas, que recuerda a los espumosos de la región francesa de Alsacia, “Yasasin” (que significa “¡Viva!” en turco) ganó la medalla de oro en 2020 en el concurso ‘Efervescentes del Mundo’, organizado en Francia.
LEA TAMBIÉN: Perú quiere producir vinos tan icónicos como sus restaurantes
“Gigante dormido”
Detrás de este éxito se esconde una producción casi totalmente manual, a partir de la cepa autóctona Kalecik Karasi (la “Negra de Kalecik”, en turco), apodada “el Pinot Noir turco”, que estuvo en peligro de desaparecer en los años 80, pero que resucitó gracias a los esfuerzos de investigadores y viticultores turcos.
Para Burak Demirel, enólogo y profesor de vinificación en la Universidad Namik Kemal, el redescubrimiento de las variedades de uva local ha desempeñado un papel clave en el reciente éxito de los vinos tranquilos y espumosos turcos.
“Las universidades y los viticultores hacen un trabajo extraordinario. Han identificado más de 800 cepas autóctonas. Se trata de un potencial enorme que Turquía ha subexplotado durante años. Por eso era conocida como el gigante dormido de la viticultura”, afirma.
“Hoy asistimos a su despertar, con el lanzamiento casi cada dos años de un vino producido a partir de una nueva cepa”.
Así, entre 2004 y 2022, la producción de vinos tranquilos se ha triplicado. Incluso se ha quintuplicado en el caso de los vinos espumosos, alcanzando 78 millones de litros y 2,4 millones de litros en 2022, según cifras oficiales.
LEA TAMBIÉN: Santiago Queirolo amplía portafolio en vinos y apunta a crecer con bebidas ready to drink
Éxito entre los blogueros
Para Andrea Lemieux, residente en Estambul desde hace once años y autora de una guía de vinos turcos, aunque los viticultores se enfocan en la calidad, también han cuidado el mercadeo, especialmente entre blogueros especialistas en vino que han florecido en los últimos años.
“Hay mucha gente que escribe sobre los vinos turcos y que viene especialmente a Turquía para probarlos. Gracias a ellos, los vinos espumosos turcos son cada vez más conocidos”, afirma.
“Conozco dos vinotecas en Washington, Estados Unidos, que agotaron rápidamente sus existencias después de que empezaron a vender Yasasin de Vinkara. Hay un interés real”, cree.
Sin embargo, las exportaciones son limitadas por el momento, con solo 30,000 litros en 2022, según las estadísticas oficiales.
No hay que olvidar que la competencia es dura con sus rivales europeos, españoles e italianos, que a menudo son menos costosos.
“A la gente le preocupa el precio, principalmente cuando no tienen conocimientos en el tema. Sin embargo, la calidad está ahí”, afirma Lemieux.
“Turquía ocupa la sexta posición mundial como productor de uva con 4,1 millones de toneladas. Pero solo el 4% de esta cosecha se destina a la elaboración de vino. Estamos lejos de alcanzar nuestro potencial”, lamentó en 2021 el presidente de la Asociación de Productores de vino Ali Basman en la prensa turca.
Producir o consumir vino se ha vuelto más caro y más difícil bajo el gobierno islamoconservador del presidente Recep Tayyip Erdogan, quien endureció la legislación y aumentó los impuestos a las bebidas alcohólicas.
El despertar del “gigante dormido” todavía tardará algún tiempo, pero el profesor Demirel sigue confiando.
“Hay una generación joven de productores y enólogos turcos que investigan mucho y están a la vanguardia de los nuevos desarrollos. El futuro de los vinos turcos, espumosos y tranquilos, es brillante”, afirma.