Los principales bancos centrales del mundo, que estuvieron coordinando medidas en el punto álgido de la pandemia, se aprestan a endurecer sus políticas monetarias a ritmos muy diversos, lo que probablemente elevará la volatilidad del mercado y la economía este año, dijeron varias autoridades monetarias.
Los bancos centrales lanzaron estímulos sin precedentes en los últimos años para impulsar el crecimiento, pero el exceso de efectivo ahora ha llevado la inflación a máximos de varias décadas en gran parte del mundo, lo que genera temores de que las autoridades de estos organismos se están quedando atrás.
Es probable que la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos lidere el camino y podría llegar a subir sus tasas de interés la próxima semana, mientras que el Banco de Japón, sentado en el otro extremo del espectro, podría dejar sus políticas excepcionalmente laxas en los próximos años.
“El problema aquí es que lo que hace la Fed tiene implicaciones para Estados Unidos, tiene implicaciones para otros países, especialmente aquellos que tienen altos niveles de deuda denominada en dólares”, dijo la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva.
“Eso podría arrojar agua fría sobre una recuperación que ya es débil entre muchos países”, declaró a un panel del Foro Económico Mundial, y agregó que las naciones con una deuda alta en dólares deberían refinanciar ahora.
De hecho, las expectativas de una acción más rápida de la Fed ya han elevado los costos de los préstamos en todo el mundo y el rendimiento de los bonos alemanes a diez años se movió brevemente a territorio positivo esta semana por primera vez desde principios del 2019.
Georgieva señaló que era imperativo contener la pandemia y aumentar las tasas de vacunación para abordar la brecha cada vez mayor entre los países ricos y los países pobres, y para asegurar el crecimiento futuro para todos.
“El mundo debe gastar los miles de millones necesarios para contener el COVID para ganar billones en producción”, manifestó.
El problema con la inflación es que sus tasas ahora difieren enormemente en todo el mundo, lo que lleva a un grado variable de tensión social y política a medida que se disparan los precios de los bienes de consumo cotidianos, desde alimentos hasta combustibles.
La inflación en Estados Unidos está ahora en 7%, la tasa más alta desde 1982, lo que lleva a los políticos a abandonar la idea de que el aumento es transitorio. Mientras tanto, en la zona euro, el crecimiento de los precios es de 5%, pero volverá a estar por debajo de 2% a finales de año, mientras que en Japón, la tasa es solo de 0.6%.
Velocidades distintas
La gran diferencia es que la recuperación de Estados Unidos está muy avanzada, lo que lleva al tipo de aumento salarial y tensión en el mercado laboral que otros aún no están experimentando.
“Cuando observo el mercado laboral, no estamos experimentando nada parecido a ‘la gran renuncia’ y nuestras cifras de participación laboral se están acercando al nivel previo a la pandemia”, dijo la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, al panel en línea.
“Ojalá esos dos factores, si los miras con detenimiento, indiquen claramente que no nos estamos moviendo a la misma velocidad y es poco probable que experimentemos el mismo tipo de aumentos de inflación que enfrenta el mercado estadounidense”, agregó.
Aun así, el BCE también comenzó a alejarse de su política excepcionalmente laxa y planea continuar recortando las compras de activos durante todo el año, agregó Lagarde.
Mientras tanto, el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, afirmó que su banco ni siquiera está contemplando un movimiento en esa dirección todavía.
“No le tenemos miedo a la inflación porque la inflación (en Japón) es muy baja. A diferencia de Estados Unidos o Europa, tenemos que continuar con nuestra política monetaria extremadamente expansiva y flexible por el momento”, comentó Kuroda.