En su plan para la crisis de Covid-19, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, reivindicó sus obras emblemáticas de infraestructura, pero desestimó a otros sectores, lo que dificultaría su meta de crear dos millones de empleos y reactivar la economía, según expertos.
Aunque afirmó que no habrá un rescate general y que la austeridad regirá su respuesta, el Gobierno de México solicitó un aumento de 969% en el presupuesto para la construcción del Tren Maya y de 1,343% para el Aeropuerto de Santa Lucía, según los Precriterios de Política Económica para el 2021.
La estrategia del presidente ante el coronavirus es una "respuesta relativamente moderada ante los grandes retos que enfrenta la economía", advirtió Alejandro Saldaña, economista en jefe del grupo financiero Ve por Más (Bx+).
"Se excluyeron gran parte de las solicitudes de la iniciativa privada. La 'receta' a seguir es mantener los programas sociales, adelantar el pago a beneficiarios de algunos de ellos, y los proyectos de infraestructura emblemáticos de esta administración", explicó.
México declaró hace dos semanas la emergencia sanitaria, lo que implica suspender actividades no esenciales de la economía hasta el 30 de abril para contener al coronavirus, que ha causado 332 muertes y 5,014 contagios.
El Gobierno corrigió una semana después para reactivar la producción de cemento, vidrio y acero, pero "exclusivamente" para "cumplir con los compromisos de corto plazo" del Tren Maya, el nuevo aeropuerto de la capital mexicana, la refinería de Dos Bocas y el Corredor Transístmico.
Aunque "algunos proveedores se podrían beneficiar", Saldaña consideró probable que la caída en la actividad económica "sea profunda y tenga una lenta recuperación" ante la ausencia de estímulos fiscales para las empresas y por el uso de los pocos recursos disponibles.
"El Gobierno, al no incurrir en mayor endeudamiento, requiere que se actúe con un estricto criterio de eficiencia. Es por ello que se han generado cuestionamientos acerca de algunos de los proyectos insignia", manifestó el economista de Bx+.
Promete reactivar
En su rueda de prensa matutina de este martes, el presidente López Obrador anunció que presentará este jueves "la estrategia hacia delante" para afrontar la crisis del coronavirus, pero adelantó que seguirá enfocado en "atender primero a los de abajo".
"Y ya una vez que se resuelva lo de la epidemia, que lo vamos a enfrentar, vamos a iniciar con la recuperación económica. Ya estamos trabajando en eso, y en mayo, junio, julio va a haber una inyección de dinero en beneficio de la población, sobre todo de los más pobres", declaró.
Esto ocurre el día en que el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticó una contracción de 6.6% del PBI mexicano para el 2020, por encima del promedio de 5.2% de América Latina y el Caribe.
En medio de esta crisis y otros pronósticos a la baja, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) ha pedido fortalecer el Acuerdo de Inversión en Infraestructura, un plan público y privado de más de US$ 43,000 millones anunciado en noviembre pasado que se ha paralizado.
Para ello, la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) ha demandado un 75% de contenido nacional en la inversión ya programada y que ese porcentaje sea del 50% en la infraestructura energética.
Por otro lado, ante la crisis internacional del petróleo, BBVA México recomendó este martes detener la construcción de la refinería Dos Bocas que el Gobierno construye en el sureste mexicano.
“Se queda corto”
Ante este panorama, el plan que el presidente presentó el 5 de abril "se queda corto", argumentó el analista económico Pedro Tello en entrevista.
El asesor industrial cuestionó la promesa del presidente de crear dos millones de empleos con sus obras de infraestructura, en parte.
"No ha habido un solo año en el que el mercado laboral del sector formal de nuestra economía haya registrado siquiera la mitad de empleos que el presidente ofrece para los próximos nueve meses, así que se queda muy corto el ofrecimiento presidencial", aseveró.
Al señalar que no escuchó al sector privado, Tello argumentó que López Obrador sobreestima el impacto favorable de sus propias obras de infraestructura porque, por su naturaleza, tendrán un avance lento.
“La magnitud de la inversión pública es tan pequeña en este momento que el efecto de arrastre que puede tener sobre la inversión privada, sobre el desarrollo local, sobre el desarrollo económico nacional es francamente muy pequeño”, afirmó.