Desde que se lanzara la candidatura de París para albergar los Juegos Olímpicos y su obtención en 2017, el proyecto ha sufrido múltiples cambios por parte de sus organizadores y de las administraciones públicas.
Estas son las principales promesas incumplidas por París-2024 durante estos siete años:
¿Juegos populares?
El precio de las entradas, considerado por muchos como muy alto, no se ajusta a los Juegos populares prometidos, pese a que los organizadores defienden que el coste de los billetes es similar al de los de Londres-2012.
Otro aspecto que pone en duda la popularidad del evento se refiere a la inédita ceremonia de inauguración programada en el Sena, pero que ha sufrido importantes cambios, sobre todo en la cantidad de espectadores que podrán verla en directo.
Si en un primer momento el Ayuntamiento de París quería un evento multitudinario, anunciando una asistencia de 600,000 personas (con medio millón de entradas gratuitas), a medida que se ha ido acercando la fecha y por motivos de seguridad, el número se ha reducido a 222,000 personas, manteniendo las 100,000 entradas de pago.
Y la filosofía también ha cambiado. Si al principio se pensó en que los espectadores que quisieran asistir se inscribiesen en una especie de sorteo a través de una plataforma, ahora todos los asistentes serán invitados directamente por las administraciones públicas y el comité de organización.
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Dinero público
Contrariamente a la idea extendida entre la opinión pública, habrá una gran cantidad de dinero privado que financiará los Juegos.
Sin embargo, tampoco se cumplirá el eslogan “Los Juegos financian los Juegos” utilizado por el gobierno francés durante meses.
Las diferentes administraciones públicas francesas ya han invertido más de 2,400 millones de euros (US$ 2,650 millones) en infraestructuras, trabajos urbanos, pero también en el laboratorio antidopaje, por ejemplo.
Se desconoce por el momento el monto de la factura final, en la que habrá que incluir el coste relacionado con la seguridad, las primas pagadas a los funcionarios, entre ellos los policías. “No habrá impuesto-Juegos”, reitera el presidente francés Emmanuel Macron, pese a que muchos gastos de los Juegos saldrán de las arcas públicas.
El presidente del Tribunal de Cuentas, Pierre Moscovici, estimó recientemente que la inversión publica final se situará entre “los 3,000 y los 5,000 millones de euros”. La respuesta llegará tras el evento.
Del metro gratis al billete a 4 euros
Si bien el dosier de candidatura anunciaba que “todos los poseedores de entradas podrán viajar gratis en el conjunto del transporte público de la región parisina el día de esa competición”, al final no será el caso.
En diciembre de 2022 se cambió de opinión para buscar ingresos adicionales tras una revisión presupuestaria.
Varios meses más tarde, la operadora del transporte público de la región parisina anunció precios especiales durante los Juegos: ¡4 euros el billete sencillo de metro! Un aumento de casi el doble con respecto a los precios actuales que se trató de justificar con el hecho de que se aumentará un 15% el tráfico de transporte público durante el evento.
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Una piscina olímpica sin natación
Una de las pocas instalaciones deportivas construidas expresamente para los Juegos es el Centro Acuático Olímpico (CAO) ubicado en Saint Denis, junto al Estadio de Francia. Sin embargo, en este flamante complejo no se disputarán finalmente las pruebas de natación, ya que por motivos presupuestarios, el aforo se redujo a los 5,000 espectadores, un tercio de lo que exige la federación internacional (World Aquatics) para celebrar una competición internacional de natación.
Así, en el CAO se celebrarán las pruebas de waterpolo, natación artística y clavados, mientras que las estrellas de la piscina tendrán que ir al otro lado de la capital, a La Défense Arena, que albergará las carreras de uno de los deportes principales de los Juegos.
Impacto medioambiental, de positivo a neutro
Al principio se anunció que el impacto medioambiental de los Juegos sería “positivo”, con la idea de compensar las emisiones de CO2, pero el proyecto se descartó posteriormente.
Varios expertos ya habían criticado incluso la idea inicial, por dar la idea tramposa de que el evento no tendría un impacto medioambiental.
Ahora, la organización tiene como objetivo reducir a la mitad las emisiones de CO2, que se calculan de la siguiente manera: un tercio están relacionadas con el transporte, otro tercio con la construcción de infraestructuras y el tercio restante con las actividades directamente vinculadas a los Juegos (alojamiento, seguridad, restauración, etc).
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