El Fondo Monetario Internacional amplió su red de seguridad para algunas de las economías más grandes de América Latina a medida que la pandemia global golpea a la región particularmente duro.
Después de que los mercados se desplomaran en el primer trimestre, Chile y Perú se apresuraron a unirse a México y Colombia como las únicas naciones del mundo con acceso a la Línea de Crédito Flexible (LCF) del Fondo.
El mes pasado recibieron la aprobación y, entre ellos, los cuatro países ahora pueden recurrir a US$107.000 millones en fondos cuando lo deseen, lo que equivale a cerca de un décimo de la capacidad crediticia total del FMI.
Se trata de una valiosa reserva en caso de que los mercados emergentes sufran otra ola de “intensos” egresos como los observados en febrero y marzo, dijo Alberto Ramos, economista jefe para América Latina de Goldman Sachs Group Inc. Los inversionistas retiraron en marzo un récord de US$ 83,000 millones de los mercados de renta variable y deuda del mundo en desarrollo, según el Instituto de finanzas internacionales.
El FMI, con sede en Washington, ha tenido una controvertida historia en América Latina en los últimos años después de que préstamos a Argentina y Ecuador provocaran protestas cuando el fondo hizo un llamado a la austeridad. Las LCF no tienen ese tipo de condiciones.
Ramos, quien trabajó en el FMI entre 1997 y 2003, señaló que se trata de dinero que viene sin condiciones.
Las líneas de crédito son de US$ 61,000 millones para México, US$ 24,000 millones para Chile y cerca de US$ 11,000 millones para Perú y Colombia. Eso excede los fondos totales que el FMI ha reservado para más de 100 países en todo el mundo que han expresado interés en el financiamiento de emergencia para hacer frente a las consecuencias del COVID-19. Los países pagan una tarifa de compromiso anual en función de su nivel de acceso, y el costo de México es el mayor, con US$163 millones.
Las LCF están disponibles para países con un historial de formulación de políticas monetarias responsable, pero que también son vulnerables a los impactos externos.
Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, dijo el mes pasado que Chile y Perú hace tiempo cumplen con los requisitos para la línea de crédito, pero que la pandemia global les sirvió de impulso para solicitarla.
Las cuatro naciones latinoamericanas tienen economías relativamente abiertas, lo que aumenta su exposición a recesiones en la economía mundial. En conjunto, forman el bloque procomercio de la Alianza del Pacífico.
Europa tiene el Mecanismo Europeo de Estabilidad para brindar ayuda financiera a los miembros en apuros y Asia tiene la Iniciativa Chiang Mai, sin embargo, América Latina no tiene un mecanismo regional de respaldo comparable. De ahí la creciente importancia del FMI.
Entre las economías más grandes de América Latina, solo las reservas internacionales de Perú igualaron al menos 20% de su producto interno bruto el año pasado.
América Latina se ha visto afectada por la pandemia mundial en parte debido a sus débiles sistemas de salud, capacidad limitada de prueba y grandes economías informales que dificultan el distanciamiento social. La región actualmente representa casi 50% de las muertes diarias por coronavirus.
La línea de crédito flexible se creó en el 2009 para alentar a los países a solicitar ayuda antes de enfrentar una extensa crisis. México fue el primer país en solicitarla.
Si una nación la pide, debe repagarla en un plazo de 3.25 a 5 años.
Los países consideran los fondos como prevención y ninguno ha recurrido a ellos. Esa es una gran diferencia con la relación del FMI con Argentina, que ha recibido decenas de miles de millones de dólares en desembolsos del préstamo récord de US$ 56,000 millones que acordaron en 2018.
Los gobiernos probablemente recurrirán a las líneas de crédito del FMI solo si las condiciones empeoran significativamente, porque hacerlo podría asustar a los inversores, dijo Ramos.
Por ahora, las líneas de crédito continúan siendo tratadas como un respaldo, para complementar las reservas internacionales en caso de emergencia.
Pero si hay otra fuerte recesión, es posible que los cuatro países recurran a los fondos, dijo Ernesto Revilla, jefe de economía latinoamericana de Citigroup Inc. y exjefe de la Unidad de Planeación Económica de la Secretaría de Hacienda de México.
Revilla estimó que no será necesario usar la LCF en general si el impacto es realmente transitorio: una recuperación de EE.UU. en el tercer trimestre, no más olas de contagio del virus y mercados que sigan siendo solidarios como hasta ahora. Si alguna de estas cosas ocurre, es posible que deban acostumbrarse, agregó.