Los autores de un amplio estudio en el Reino Unido que ensaya rigurosamente el medicamento para la malaria hidroxicloroquina y otras medicinas para enfermos hospitalizados con COVID-19 dicen que dejarán de dar el medicamento a pacientes porque es evidente que no ayuda.
Los resultados de 1,542 pacientes, publicados el viernes, muestran que el medicamento no redujo las muertes, el tiempo de hospitalización ni otros factores.
Después de 28 días, 25.7% de los pacientes con hidroxicloroquina habían muerto, comparado con 23.5% que recibieron la atención convencional, una diferencia tan pequeña que pudo haber ocurrido por casualidad.
Los resultados “excluyen de manera contundente cualquier beneficio importante de mortalidad”, dijeron en un comunicado los autores del estudio de la Universidad de Oxford.
Los resultados no han sido publicados; el comunicado dijo que los detalles completos serán proporcionados próximamente. No se dio información en cuanto a su seguridad.
La hidroxicloroquina se utiliza desde hace mucho para malaria, lupus y artritis reumatoide, pero se desconoce si es segura o efectiva para prevenir o tratar la infección de coronavirus. Ha sido muy promovida por el presidente Donald Trump y puede causar efectos secundarios potencialmente serios, incluidos problemas de arritmia cardíaca.
Muchos estudios recientes han indicado que no ayuda para tratar al COVID-19, pero son más bien pequeños y anecdóticos. Uno muy grande que indicaba que el medicamento no era seguro fue retractado de la revista Lancet el jueves por cuestionamientos sobre la veracidad de los datos.
Hasta el momento, el estudio de Oxford es el más grande en poner bajo prueba estricta la hidroxicloroquina.
Más de 11,000 pacientes en Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte recibieron al azar o la atención regular o esa además de estos tratamientos: hidroxicloroquina, el medicamento combinado para VIH lopinavir, ritonavir, al antibiótico azitromicina, el esteroide dexametasona, el medicamento antiinflamatorio tocilizumab o plasma de personas que se han recuperado de COVID-19 que contiene anticuerpos para luchar contra el virus.
La investigación es financiada por agencias gubernamentales de salud en el Reino Unido y donantes privados, incluida la Fundación Bill y Melinda Gates.