América Latina es una suerte de “caja negra” respecto a los datos sobre el comercio ilícito de especies, alertó la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aunque la “limitada información” disponible indica que las maderas como el cocobolo, y la fauna como el pepino de mar, están entre los especímenes más traficados en la región.
“Solo unos pocos países de América del Sur nos comunican sistemáticamente sus datos, por ejemplo, Brasil y Perú”, aseguró el coordinador del Programa Global para combatir delitos contra la vida silvestre de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), Jorge Ríos.
Por lo tanto, agregó el funcionario de la ONU, “resulta difícil aportar pruebas empíricas de la fauna y flora silvestres más comercializadas en la región” de América Latina “y de los puntos geográficos más conflictivos”.
La UNODC utiliza la información sobre las incautaciones para medir la tendencia de los delitos contra la vida silvestre y los bosques en el mundo, la cual recoge en el World WISE.
El World Wildlife Seizures (World WISE) o las incautaciones mundiales de vida silvestre, es una base de datos que contiene información de casi 180,000 confiscaciones en 149 países y territorios.
Según esta base de datos, cerca de 6,000 especies han sido incautadas entre 1999 y el 2019, incluyendo mamíferos, reptiles, corales, aves y peces; ninguna especie es responsable de más del 5% de las confiscaciones; ningún país fue identificado como fuente de más del 9% del número total de envíos decomisados, y se han identificado presuntos traficantes de 150 nacionalidades.
América Latina: la caja negra
En este contexto, “la situación con América Latina es que es un poco una caja negra en términos de datos sobre el comercio ilegal de vida silvestre”, afirmó Ríos.
En base “a los limitados datos de incautación disponibles para la región”, se puede decir que “las especies madereras del género Dalbergia son un producto de gran volumen en el comercio ilegal, al igual que el caracol reina y los corales, todos ellos medidos normalmente en kilogramos”.
Entre las maderas del género Dalbergia están el cocobolo, jacaranda, el palo de rosa, el tuli brasileño y el granadillo negro. Son muy demandadas por su alta calidad para la fabricación de instrumentos musicales y muebles de lujo.
El Informe mundial sobre los delitos contra la vida silvestre y los bosques en el 2020, el más reciente de la UNODC, indica que la demanda de madera de especies tropicales ha aumentado considerablemente durante las últimas dos décadas.
“Uno de los mercados de madera ilícita más lucrativos sería el del palo de rosa, que incluye varias especies protegidas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés) como Pterocarpus erinaceus. Los principales mercados de destino son China y Vietnam, que utilizan esta madera para la fabricación de muebles tradicionales”, precisó Ríos.
Indicó que otras especies “clave” en el comercio ilícito “en términos de volumen” en la región latinoamericana “son los cactus, el pepino de mar y los caballitos de mar”, muy solicitados en países como China, donde tienen usos medicinales y culinarios.
“Los países con altos niveles de biodiversidad, incluso para estas especies, y con poca capacidad de aplicación de la ley tienden a ser los más afectados por la caza furtiva y el tráfico. Pero esta es una visión muy parcial basada en un número limitado de incautaciones”, sostuvo el funcionario de la ONU.
Mejor aplicación de las leyes
El coordinador del Programa Global para combatir delitos contra la vida silvestre de la UNODC resaltó que en América Latina “hay que hacer mucho más para mejorar la capacidad de aplicación de la ley de los países para interceptar los envíos ilegales de fauna y flora silvestre e informar de las incautaciones”.
“Además, se necesita mucha más investigación sobre el terreno en estos países (latinoamericanos) para poder identificar las principales especies amenazadas por el comercio ilegal”, afirmó.
Ríos explicó que especies como el jaguar, por ejemplo, “que han recibido mucha atención en los últimos años, también forman parte del comercio ilegal, pero la escala de su comercio sigue siendo difícil de establecer debido a la escasez de datos”.