El bambú ha recobrado su importancia en la construcción tras el terremoto que, el 16 de abril de 2016, devastó las provincias ecuatorianas de Esmeraldas y Manabí, hasta convertirse en el nuevo "acero vegetal".
De hasta 20 metros de altura, esta caña de nudos macizos y típica de suelos húmedos, conocida en los países andinos como "caña guadua", ha renacido como material de construcción en los planes del Gobierno de Manabí, donde ven en ella un enorme potencial por su flexibilidad, resistencia, sostenibilidad y abundancia en la región.
"La parte primordial de este proyecto es que tiene un enfoque medioambiental", dijo a Efe el ministro ecuatoriano de Vivienda, Xavier Torres, durante una visita en la ciudad Manta a una vivienda prototipo levantada con ayuda de la Cooperación Española.
Analizada dentro del proyecto "Casa para todos", iniciativa bandera del Gobierno de Lenín Moreno, con esta planta Ecuador pretende despertar nuevos motores de producción que beneficien desde el campesino hasta los constructores, y alentar la defensa del ecosistema.
Ecuador está situado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, por lo que son constantes los movimientos sísmicos; el que sacudió el literal ecuatoriano en 2016 tuvo una magnitud de 7.8 en la escala de Richter.
Con casi 700 muertos y miles de heridos, la destrucción fue notoria en las provincias de Manabí y Esmeraldas, y los daños, que incluyeron el colapso de numerosas casas, rondaron los US$ 3,000 millones.
Manuel Mero Delgado, maestro de obras, dice que mucha gente se interesó por el bambú a raíz del sismo, dado que las construcciones con ese material aguantaron mucho mejor el temblor.
"Se dieron cuenta que a las construcciones en caña no les había pasado nada y ahora lo aprecian muchísimo", cuenta a Efe sobre este material "antisísmico".
Formado en Colombia y con más de 25 años de experiencia con este material, Mero recupera en sus construcciones las tradiciones más antiguas de los montubios, un grupo étnico ecuatoriano que reside en el litoral y que solía recurrir a la caña para construir sus viviendas por la frescura y el fácil acceso a ese material.
En las suyas, sin embargo, combina el bambú con otros materiales modernos, dentro de un proyecto de investigación de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (ULEAM).
De esta forma, sobre una cimentación de hormigón, coloca unos "chicotes (sic)" en los que engarza la caña a modo de pilares, hasta darle forma a la vivienda.
La investigación, a la que España ha aportado cerca de medio millón de euros (US$ 565,000), abarca los aspectos técnicos de todo el proceso, desde el corte de la caña hasta el diseño de la vivienda.
El reto: que la utilización de los materiales se haga de manera técnica y responsable, aprovechando la ciencia y tecnología modernas.
Un proceso que comienza tierra adentro, a más de 100 kilómetros de Manta, en plantaciones donde se vigila meticulosamente el crecimiento de la caña, se corta en el momento adecuado y se deseca.
La caña debe cortarse de acuerdo a las fases lunares porque, al igual que con la marea, la luna tiene un efecto en la humedad de la planta.
"En cuarto menguante, de madrugada, con la marea baja, es el mejor momento, porque todos los líquidos (dentro de la caña) han descendido. En luna llena, está llena de agua", explica a Efe Lider Zambrano, productor de bambú.
Esta sabiduría popular es crucial porque el procesado requiere "avinagrar" la caña para que se conserve mejor y, cuanto más seca, mejor.
En la sede de la Unión de Organizaciones Campesinas de Desarrollo Comunitario del Cantón 24 de Mayo, el procesamiento del bambú aún verde comienza con un baño de ácido bórico y bórax para eliminar insectos que puedan carcomerla en el futuro.
"La caña guadua es uno de los cinco mejores bambúes del mundo por sus propiedades físico-mecánicas, tiene poco peso y alta resistencia debido a que es circular y tiene entrenudos muy cercanos", sostiene Fabián Moreno, ingeniero técnico de la Red Internacional del Bambú y el Ratán.
Y asegura que una caña de 10 centímetros puede aguantar "de 2 a 3 toneladas en compresión", el equivalente a una columna de hormigón de 15 por 15.
En 2016, unas 15,000 viviendas de madera y bambú se vieron afectadas por el terremoto, sobre todo en zonas rurales, pero en ningún caso se registraron muertes, a diferencia de las de cemento.
Sus propiedades de flexibilidad hacen que la caña "absorba los movimientos del terremoto", y bien combinadas se pueden construir con ellas edificios de "hasta 5 y 7 pisos", si bien la regulación manabita solo permite dos.
Mero dice haber construido de hasta tres y, como con el hormigón, de acuerdo a la funcionalidad, coincide con su colega que todo depende del grueso de columna que se requiera, porque sólo es cuestión de ir agregando caña.