Cyril Ramaphosa, activista contra el ‘apartheid’ y rico empresario antes de convertirse en presidente de Sudáfrica en 2018, fue investido este miércoles para un segundo mandato de cinco años en el que deberá dirigir un Gobierno de coalición inédito en treinta años de democracia multirracial en el país.
Ramaphosa encabezó la lista más votada en las séptimas elecciones generales del pasado 29 de mayo, pero su partido, el Congreso Nacional Africano (CNA), cosechó su peor resultado al lograr 159 de los 400 escaños de la Asamblea Nacional (Cámara Baja del Parlamento).
Con el 40.18% de los votos, el CNA perdió su, hasta ahora, intocable mayoría absoluta y tuvo que pactar con otras formaciones por primera vez desde el fin del régimen segregacionista del ‘apartheid’ y la instauración de la democracia en 1994.
Antes de que Ramaphosa fuera elegido presidente por el Parlamento, el pasado viernes, el segundo partido más votado, la Alianza Democrática (AD, centroderecha liberal), que obtuvo el 21.80% de los sufragios (87 escaños), anunció un histórico acuerdo con el CNA para formar “un Gobierno de unidad nacional”.
“La formación de un Gobierno de unidad nacional es un momento de profunda importancia. Es el comienzo de una nueva era”, dijo este miércoles el mandatario durante su discurso de investidura en los Union Buildings, sede del Gobierno en Pretoria.
Tras desempeñar un importante papel en las negociaciones que desmantelaron el ‘apartheid’ (1948-1994) y prosperar después en el sector privado, Ramaphosa llegó en 2018 a la Presidencia con una promesa de cambio para acabar con la corrupción generalizada bajo el mandato de su antecesor, Jacob Zuma (2009-2018).
Pero, durante su Gobierno, la frustración creció por la persistencia de problemas como el elevado desempleo (32.9%), la criminalidad, la crisis energética con constantes apagones y la extrema desigualdad que todavía pesa sobre la población negra.
El propio Ramaphosa, que siempre destaca las mejoras logradas desde el advenimiento de la democracia, no se ha visto exento de polémica: un presunto caso de corrupción hizo que su dimisión pareciera inminente en diciembre de 2022.
Hábil negociador
Nacido el 17 de noviembre de 1952 en Johannesburgo, pocos años antes de que su familia fuera forzada a mudarse al antiguo gueto negro de Soweto, Ramaphosa estudió Derecho.
Su etapa estudiantil le llevó al activismo político, donde se alineó con los movimientos de conciencia negra y acabó siendo encarcelado en dos ocasiones en los años 70 y acusado bajo las leyes de terrorismo del Gobierno segregacionista.
Más tarde, se inclinó hacia el sindicalismo y fue cofundador del Sindicato Nacional de Mineros Negros (NUM), el mayor de Sudáfrica.
Desde su secretaría general, dirigió en 1987 a los mineros en una de las huelgas más largas de la historia del país. A esa época se remonta su fama de estratega y negociador, que luego le convertiría en uno de los jóvenes con más proyección del CNA.
Su elección en 1991 como secretario general del partido -en su primera reunión tras treinta años proscrito- significó su salida del NUM para erigirse como figura clave de las negociaciones del fin del ‘apartheid’.
Ramaphosa sonaba como primer vicepresidente negro de la Sudáfrica democrática, bajo la presidencia de Nelson Mandela (1994-1999), pero le fue encargada la labor de presidir la Asamblea Constituyente que redactó la nueva carta magna, aprobada en 1996.
Entonces, inició un nuevo capítulo lejos de la política, en el mundo de los negocios, donde se convirtió en una figura destacada del capitalismo negro y uno de los hombres más ricos del país.
El presidente ha visto también su trayectoria manchada por momentos conflictivos, como su implicación en 2012 en la Masacre de Marikana, considerada el peor episodio de violencia en democracia.
Ramaphosa era directivo de la empresa británica Lonmin, gestora de la mina de platino de Marikana (a unos 100 kilómetros de Johannesburgo), cuando estalló una huelga en la que la Policía abrió fuego contra los manifestantes y mató a 34 personas.
Las comunicaciones internas mostraron a Ramaphosa como uno de los partidarios de aplicar mano dura justo antes de la matanza, aunque una investigación lo absolvió de responsabilidad.
Vuelta a primera línea política
En 2012 volvió a la primera línea política al ser elegido vicepresidente del CNA, antes de convertirse en el número dos de Zuma tras las elecciones de 2014.
Su escalada no quedó ahí y Ramaphosa se proclamó líder del CNA a finales de 2017, en sustitución de Jacob Zuma, forzado por el partido a dimitir como presidente por sus escándalos de corrupción.
El 15 de febrero de 2018 asumió la jefatura de Estado y auguró un “nuevo amanecer” para Sudáfrica.
Tras perder el CNA la mayoría absoluta, Ramaphosa, quinto jefe de Estado que gobierna Sudáfrica, tendrá ahora que volver a recurrir a sus dotes negociadoras para dirigir un Ejecutivo de poder compartido que aguante los próximos cinco años.