Aunque es mucho más contagioso, ómicron es sin duda mucho menos virulento. Un mes después de su detección en Sudáfrica, ya se conoce mejor esta nueva variante, aunque todavía no se sabe hasta qué punto influirá en la pandemia de COVID-19.
¿Qué sabemos de ómicron?
Respecto a la variante delta, “su transmisión es mucho más elevada, pero es probablemente menos grave, aunque no sabemos hasta qué punto”, explicó Jean-François Delfraissy, presidente del consejo científico que asesora al gobierno de Francia.
Ómicron avanza de forma muy rápida en numerosos países y los casos se duplican cada dos o tres días, algo nunca visto hasta ahora.
Ya es la variante dominante en Dinamarca y en Reino Unido (donde, en total, hay más de 100,000 casos diarios) y pronto lo será en otros países donde hasta ahora predominaba delta.
Al mismo tiempo, los primeros estudios, realizados esta semana en Sudáfrica, Escocia y Inglaterra, muestran que ómicron provoca menos ingresos hospitalarios que delta.
Aunque se trata de datos incompletos que hay que mirar con prudencia, ómicron podría ser entre un 35% y 80% menos grave.
Esto plantea una pregunta importante: no se sabe si el hecho de que sea menos violento se debe a las mutaciones propias de la variante o al hecho de que infecte a personas que ya estaban parcialmente inmunizadas (gracias a la vacuna o por un contagio anterior).
¿Qué consecuencias en los hospitales?
Por ahora, es el gran enigma.
La ecuación depende de dos incógnitas: ¿la menor gravedad de ómicron servirá para compensar el hecho de que es mucho más contagiosa?
“Aunque ómicron provoque síntomas menos graves, el número de casos podría desbordar de nuevo aquellos sistemas sanitarios que no estén listos”, advirtió recientemente el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Esto no parece ser un problema en el país donde se identificó la variante, Sudáfrica. Sin embargo, en el hemisferio norte, donde la población es mayor, preocupan mucho más las hospitalizaciones.
“Es muy importante estudiar lo que va a pasar en Londres la semana que viene porque nos enseñará mucho sobre la gravedad” de la enfermedad que provoca ómicron, destacó el jueves Arnaud Fontanet, miembro del consejo de asesoramiento francés.
¿Y las vacunas?
Las mutaciones de ómicron parecen reducir la inmunidad de los anticuerpos contra el virus, por lo que puede propagarse entre muchas de las personas vacunadas (e incluso reinfectar a algunas).
Varios estudios realizados en laboratorio muestran que la tasa de anticuerpos cae frente a ómicron entre las personas que recibieron las vacunas de Pfizer-BioNTech, Moderna y, en menor medida, AstraZeneca o Sinovac (vacuna china presente en unos cincuenta países).
Una dosis de refuerzo parece mejorar claramente la inmunidad por anticuerpos. Al menos es lo que anunciaron durante esta semana diferentes laboratorios: Pfizer-BioNTech, Moderna y AstraZeneca. Pero falta un dato crucial: se desconoce cuánto tiempo dura este efecto.
Y al revés, un estudio de investigadores de Hong Kong publicado el jueves muestra que incluso con el refuerzo, la vacuna de Sinovac no provoca suficientes anticuerpos.
En el caso de Novavax, que se convirtió el lunes en la quinta vacuna autorizada por la Unión Europea, no se sabe aún su respuesta, ya que cuando se hicieron los ensayos clínicos las variantes más comunes eran alfa y beta.
Pero eso no significa que las vacunas no son eficaces, porque los anticuerpos solo son una de las herramientas de la respuesta inmunitaria, que se apoya también en las células llamadas linfocitos T.
Aunque es más difícil de medir, esta “inmunidad celular” no es menos importante, sobre todo en los casos graves de la enfermedad.
Así, un estudio presentado a mediados de diciembre en Sudáfrica lleva a pensar que Pfizer-BioNTech sigue siendo eficaz contra las formas graves provocadas por ómicron, incluso antes de la dosis de refuerzo (y, sin duda, tiempo después).
¿Caos?
Aunque la ola de contagios debidos a ómicron no colapse los hospitales, esta variante podría provocar el caos en muchos países.
Su transmisión sin precedentes podría llevar a una ola de “absentismo” por las medidas de aislamiento, encadenando la “desorganización” en muchos sectores (supermercados, transportes, hospitales, colegios...), alertaba el consejo científico francés.
“Es una situación que no habíamos vivido con las otras olas y que se da por la velocidad de propagación de ómicron”, insistió un miembro del consejo, Olivier Guérin.
Para limitar esta “desorganización” habría que ser más flexible en cuanto a las normas de aislamiento, dado que ómicron provoca formas menos graves del COVID-19.
Esto es lo que decidió el miércoles el gobierno británico, que pasó de diez a siete días el periodo de aislamiento en Inglaterra para las personas vacunadas.