Un acuerdo de US$ 2,600 millones anunciado la semana pasada preparó el escenario para un cambio potencialmente histórico en el panorama de inversión en minería y metales: Arabia Saudita se posiciona como un actor fundamental.
El acuerdo con Vale SA le da al reino una participación del 10% en uno de los principales proveedores mundiales de níquel y cobre, metales esenciales que se necesitan para la descarbonización. También ha mantenido negociaciones con Barrick Gold Corp. sobre invertir en una gran mina de cobre de Pakistán, según personas familiarizadas con el asunto. En privado, ejecutivos de las principales mineras dijeron que el valor del acuerdo del jueves dejó en claro que los saudíes están prestos a invertir por doquier.
China ha sido durante años el comprador dominante y una fuente clave de financiación, ya que buscaba asegurar el suministro para su rápida industrialización. Pero a medida que aumentaron las tensiones con Occidente, la industria minera ahora enfrenta una mayor presión para buscar en otra parte.
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Arabia Saudita busca adquirir participaciones minoritarias en activos mineros globales que con el tiempo ayudarán a proporcionar acceso a suministros de minerales estratégicos. El país también quiere construir una industria de procesamiento de metales que a su vez podría hacer que sea más atractivo para los mineros internacionales explotar sus depósitos minerales, un pilar central de los esfuerzos saudíes para diversificar la economía y alejarse del petróleo.
El reino ha invertido mucho en activos industriales y financieros e incluso ha trastocado el mundo del deporte. Sin embargo, el acuerdo con Vale anunciado la semana pasada es su primera gran incursión en la minería.
Para los productores de Occidente, el reino ofrece acceso a fondos profundos de capital, que son atractivos a medida que los fondos chinos se vuelven menos aceptables desde el punto de vista político, pero también porque algunos inversionistas institucionales se sienten menos cómodos con la minería por preocupaciones ambientales.
Los inversionistas de la región (Catar ya es un importante patrocinador de Glencore Plc) ahora probablemente se conviertan en uno de los financistas más importantes para un sector que necesita mucho capital, según el constructor de minas en serie Robert Friedland, quien pasó los últimos años en el desarrollo de una de las operaciones de cobre más grandes del mundo, en la República Democrática del Congo, con la ayuda de fondos chinos.
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“Ahora, probablemente, el mayor suministro de capital para la industria minera provendrá de Medio Oriente”, dijo en una entrevista el mes pasado.
Pero Arabia Saudita ofrece algo más que fondos: presta respaldo político para las empresas que buscan expandirse al mundo musulmán a medida que se agotan los depósitos en jurisdicciones más tradicionales.
Barrick ha estado en conversaciones con el Fondo de Inversión Pública sobre una posible participación en su proyecto de cobre Reko Diq en Pakistán, que es una frontera relativamente intacta para la industria minera internacional, según personas familiarizadas con el asunto. Incluir a los saudíes no solo aliviaría la carga de financiamiento de Barrick, sino que también presentaría un socio que tiene una influencia política significativa en Pakistán, dijeron las personas.