La pandemia del Covid-19 consiguió lo que ni las guerras, revueltas, conflictos sociales y otras pestes pudieron, paralizar por más de un mes la explotación mineral en el inagotable Cerro Rico de Potosí en Bolivia, emblema de la que fue una de las mayores metrópolis mundiales del siglo XVII.
Alrededor de unas 10,000 personas dedicadas a la minería han dejado de trabajar provisionalmente para cumplir la cuarentena dictada hace más de un mes por el Gobierno interino de Bolivia y frenar los contagios por el coronavirus, por primera vez en unos 475 años en la que fue la mayor mina de plata del mundo.
Aunque el tesoro de esta montaña de 4,800 metros era conocido mucho antes, hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI no fue explotado hasta el extremo de convertir a Potosí en una de las mayores ciudades de la época, con unos 160,000 habitantes.
Nunca antes la explotación se paró
La suspensión de la actividad minera “es un acontecimiento sin precedentes en la historia minera del Cerro Rico de Potosí”, aseguró el integrante de la Sociedad Boliviana de Historia Daniel Oropeza.
El historiador mencionó que ni durante la época colonial, la guerra de la Independencia del siglo XIX, ni hechos drásticos del siglo XX, como la guerra del Chaco con Paraguay (1932-1935), habían logrado frenar esa labor que se mezcla con rituales andinos y la veneración de deidades.
"No tenemos registros ni en los libros del Cabildo de Potosí, que abarcan desde el siglo XVI hasta el siglo XIX, de referencias que digan de que el Cerro Rico dejó de operar", sentenció Oropeza.
En el pasado reciente, durante las protestas sociales del 2010 y 2019, cuando hubo semanas de paro por demandas regionales ante el Gobierno central, la "intensidad ha sido baja" en el Cerro Rico, pero jamás al extremo de paralizarse, explicó.
Tampoco ha pasado algo igual cuando a lo largo de los siglos la falta de lluvias afectó el sistema hidráulico de explotación del que dependía la sustracción de plata.
Oropeza nombró también que los documentos de la exPrefectura potosina y del archivo de la Casa de la Moneda en Potosí tampoco constatan que la mina parara.
Pestes que azotaron a Potosí
En su historia, Potosí afrontó antiguamente varios brotes "fuertes" de enfermedades, como explica Bartolomé Arzans de Orsúa, uno de los cronistas más importantes de la época, dijo Oropeza.
En 1615 hubo un fuerte brote de sarampión que obligó a aplicar "una especie de confinamiento" y contratar a grupos para cuidados en salud conformados por "barberos, ciudadanos y médicos" que recorrían los barrios de indios, relató.
Este personal era decisivo ante los límites de la ciencia para que se aplicasen normas de prevención del contagio y el cuidado de la higiene.
Otra epidemia fuertes fue la de coqueluche o tosferina, que en 1719 se cree trajeron "marinos que vinieron de Europa" por el puerto de Buenos Aires y que se extendió por toda la región, incluida la ciudad de Potosí, precisó el historiador.
El estudioso mencionó que esa epidemia mató a indios, negros y españoles por igual.
La "mentalidad de la sociedad barroca" de la época buscaba hallar la solución a esos males mediante actos religiosos y los interpretaba como "castigos por los pecados de la gente", recalcó.
Oropeza apuntó que tampoco fue menor una enfermedad que en 1667 afectó a la población, al colmo de que varios trabajadores de la Casa de la Moneda murieron, pero que pese a eso no se tiene registro de que la actividad en el Cerro Rico se detuviera.
Actividad minera en emergencia
Aquellos mineros que trabajan en cooperativas, sin un patrón y un salario fijo, son los que más han sentido esta paralización por la cuarentena y una previa depreciación en el precio de los minerales.
"Nosotros estamos viviendo momentos muy difíciles, se está paralizando la actividad y eso está haciendo que el sector sufra", manifestó a Efe el presidente de la Federación de las Cooperativas Mineras de Potosí, Carlos Mamani Porco.
El dirigente consideró que una "reactivación minera" y una importante "inyección económica" son soluciones para su sector al acabar la cuarentena, prevista hasta el 30 de abril en Bolivia.
El fin de la cuarentena también impulsará un registro histórico de los días de paralización de la actividad minera en el Cerro Rico y el reencuentro cultural con las deidades de la mina, como el tío o demonio al que piden protección los mineros en las bocaminas.