El canal de Panamá atiende desde este lunes 35 tránsitos diarios de buques, una decena de ellos por la ampliación operativa desde mediados de 2016, dejando atrás la crisis por la sequía que afectó a esta vía, la única de agua dulce en el mundo, y le obligó a restringir el paso de naves durante un año.
“Vamos a atender 35 tránsitos diarios a partir de hoy, eso implica que en la línea del tercer carril, las esclusas neopanamax (la ampliación), vamos a tener un buque adicional”, dijo a EFE el supervisor general de las esclusas de Cocolí (Pacífico), Jorge Pitti.
En condiciones normales, el promedio de cruce diario por el canal, que une el Atlántico con el Pacífico, es de entre 35 y 36 buques, pero la sequía estacional de 2023, más prolongada de lo habitual y potenciada por el fenómeno de El Niño, obligó a reducir el tránsito a 32 naves a partir del 30 julio del año pasado y aplicar nuevas restricciones a lo largo de los meses.
Así, para noviembre de 2023 pasaban 22 naves al día, aunque nunca se llegó al peor escenario previsto: 18 cruces por día en febrero pasado.
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El calado o la profundidad que alcanza en el agua la parte sumergida de una embarcación -y que es de un máximo de 50 pies en esta vía interoceánica panameña- también se redujo de forma escalonada hasta los 44 pies, aunque en julio se subió a 48 pies y a partir de este lunes está en 49, de acuerdo con la información oficial.
En un principio se habló de que las restricciones de tránsito causarían un impacto de US$ 800 millones en los ingresos por concepto de peajes en las arcas de vía, una caída que se vería parcialmente compensada por la recaudación de otros servicios.
Buenas perspectivas hídricas para este y el próximo año
Pitti señaló que los pronósticos que maneja el canal de Panamá “son muy buenos” y que se espera que “este año y el siguiente” se tengan “buenas dotaciones de lluvias”, que mantengan en niveles óptimos a los lagos artificiales que alimentan la vía: Gatún (1913) y Alhajuela (1935).
El lago Gatún, el más grande y cuyo máximo nivel operativo es de 87.5 pies, está ahora en “84.40 pies, y se espera que a finales de septiembre o inicios de octubre próximo llegue a los 87 pies”, dijo el funcionario.
El nivel de ese lago cayó por debajo de 80 pies a mediados del año pasado.
En el caso del lago Alhajuela, se encuentra a 217.29 pies, con un nivel máximo operativo de 252 pies, tras llegar a estar a 205 el pasado mes de mayo.
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El manejo del recurso hídrico del canal no solo se ve impactado por la crisis climática: ambos lagos artificiales suministran además el agua a la capital panameña, el área metropolitana y zonas circundantes, es decir, a cerca de la mitad de la población de este país centroamericano de 4.2 millones de habitantes.
“El canal trabaja de manera enérgica” y analiza la “viabilidad de algunos proyectos que se están considerando para lograr cubrir las deficiencias que traerán las variaciones del clima”, afirmó Pitti.
Uno de esos planes es la construcción de un nuevo embalse en Río Indio, un proyecto de más de US$ 1,200 millones, a lo que se sumarían 400 millones más en “sostenibilidad”, y que tardaría unos seis años en estar listo, como explicó recientemente el administrador de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), Ricaurte Vásquez.
Dos décadas enfrentando la variación climática
La sequía que azotó a la cuenca del canal entre 2023 y 2024 y las consecuentes restricciones al tránsito de buques generó un atasco sin precedentes en la vía, con hasta 160 buques en espera, lo que llevó a la administración de la vía a implementar cambios en el sistema de adjudicación de cupos de tránsito para solventar la situación.
“Este año se inició con la sequía que venía de 2023 (...) logramos balancear para (superar con éxito) la etapa seca. Se han establecido nuevos procedimientos para satisfacer las necesidades de los clientes”, afirmó Pitti a EFE.
Recalcó además que el canal de Panamá, por el que pasa cerca del 3% de comercio mundial, ha venido enfrentándose desde hace 20 años con la variabilidad climática.
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