Los históricos partidos Frente Farabundo Marti para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda) y la Alianza Republicana Nacionalista (Arena, derecha) podrían, tras las elecciones presidenciales y legislativa del 4 de febrero, hundirse aún más y su incidencia política “desaparecer” ante la previsible victoria del oficialismo de Nayib Bukele.
Estas formaciones políticas, que gobernaron El Salvador por tres décadas, se convirtieron en una oposición con nula incidencia en las decisiones del Congreso tras el rechazo casi unánime de los votantes.
El incumpliendo de promesas, los actos de corrupción atribuidos a sus presidentes, su falta de voluntad política para resolver los arraigados problemas económicos y sociales, y su falta de compromiso para una renovación interna explican su rápido declive y el peligro de que desaparezcan como partidos.
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A continuación se presentan algunas claves para explicar la situación de esta parte de la oposición:
1. El contundente efecto Bukele
El actual presidente y candidato a la reelección inmediata, Nayib Bukele, expulsado en 2015 del FMLN -antes guerrilla-, ganó las elecciones presidenciales de 2019, con lo que rompió con tres décadas de gobiernos de Arena y FMLN.
Estos partidos mantuvieron posiciones dominantes en el órgano Legislativo por unos 20 años, pero el triunfo de Bukele rompió este “bipartidismo”, que derivó también en una mayoría casi absoluta en el órgano Legislativo en 2021.
El proyecto político Nuevas Ideas, dirigido por Xavier Zablah Bukele, primo del presidente Bukele, ocupó el descontento y rechazo de los militantes de Arena y del FMLN para imponerse en las elecciones municipales y legislativas de 2021.
Su victoria significó convertirse en la principal fuerza política del país -a pesar de no tener una clara tendencia ideológica definida- logrando mayoría en el Congreso con 56 diputaciones de 84, y que supera las 60 con sus aliados, partidos antiguos de derecha.
2. Oposición con menos espacios
Es incierto lo que pueda pasar tras las elecciones del 4 de febrero con el FMLN y Arena, el duro golpe político que sufrieron en el 2019 no solo los llevó a perder un considerable número de diputaciones, sino también credibilidad y confianza de sus seguidores.
Arena estuvo en el Ejecutivo por 20 años (1989 y 2009), mientras el FMLN gobernó el país por 10 años (2009-2019).
Los votos de estos partidos en el Congreso no lograron inclinar o condicionar las decisiones del oficialismo. Para garantizar su existencia, estos partidos necesitan 50.000 votos, o una diputación o una alcaldía (ayuntamiento).
3. Promesas incumplidas
Omar Serrano, vicerrector de Proyección Social de la jesuita Universidad Centroamericana (UCA), señaló en declaraciones a EFE que ambos partidos hicieron cosas que no fueron bien vistas por la población y omitieron las que esta esperaba.
“Pasamos de promesas incumplidas de Arena a un cambio que no llegó, que ofreció el FMLN, y eso fue excelentemente explotado por el actual presidente cuando salió del FMLN y ha sabido sacar provecho”, opinó.
Señaló que Bukele “tiene como consigna acabar con esos partidos y parece que lo está logrando”.
4. Sin renovación ni voluntad
Para Serrano Arena y el FMLN, en caso de que logren los votos necesarios para seguir existiendo, lo harán en “total irrelevancia política como están en este momento”.
Señaló que en el actual panorama político estos partidos de oposición tienen responsabilidad por la falta de creatividad, de renovación y por la falta de anteponer los intereses del país sobre sus intereses particulares.
A pesar de que, tras la derrota política de 2019 y 2021, Arena y el FMLN anunciaron cambios y una reestructura interna, esto no se llevó a cabo y ha sido otro punto que ha contribuido a su declive.
5. La corrupción, el tiro de gracia
El tiro de gracia para estos institutos políticos fueron los señalamientos de casos corrupción de expresidentes y exfuncionarios de ambos bandos.
Los escándalos de corrupción comenzaron con el expresidente Francisco Flores (1999-2004), de Arena, señalado de malversar US$ 10 millones donados por Taiwán para la ejecución de 4 proyectos para las víctimas de dos terremotos que afectaron al país en 2001.
Flores fue enviado a juicio en 2015 por la supuesta malversación de los fondos, pero falleció en 2016 antes de que se instalara el proceso.
Elías Antonio Saca (2004-2009), también de Arena, fue condenado en 2018 a 10 años de prisión por desviar y lavar más de 300 millones de dólares del presupuesto estatal durante su gestión. Los expresidentes efemelenistas que sucedieron a Flores y a Saca también formaron parte de este entramado.
Mauricio Funes (2009-2014), que actualmente vive en Nicaragua, es procesado en El Salvador por supuestamente apropiarse y lavar más de 351 millones de dólares del presupuesto estatal, fondos que fueron manejados en un esquema similar al usado por Saca.
El expresidente Salvador Sánchez Cerén (2014-2019), por su parte, fue señalado de la supuesta malversación de más de US$ 183,6 millones de fondos estatales.
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