El Fondo Monetario internacional (FMI) ha rebajado sus previsiones de crecimiento global hasta 3.2% este año y 2.9% el que viene, en un escenario de elevada inestabilidad en el que no se descarta que estas estimaciones vuelvan a empeorar.
El FMI reduce así en cuatro y siete décimas, respectivamente, la previsión que publicó en primavera, y revisa a la baja la evolución de los principales motores de la economía mundial -Estados Unidos, China y la zona euro- y de prácticamente todas las grandes economías del planeta.
Estados Unidos, la mayor economía mundial, sufre una importante revisión en las previsiones del FMI, que este organismo ya adelantó hace unos días: 2.3% de crecimiento para este año y solo el 1% el que viene, 1.4 y 1.3 puntos menos que en sus estimaciones anteriores, respectivamente.
Algo mejor parada queda su gran competidora mundial, China, que crecerá, según estos nuevos cálculos del FMI, el 3.3% este año (1.1 puntos menos que los pronósticos de abril) y el 4.6% el que viene (medio punto menos).
El FMI asegura que los riesgos de los que alertaba en su informe de abril se han materializado ya y están afectando a la economía mundial: alza de la inflación, ralentización más larga y pronunciada de lo esperado de la economía de China y los efectos negativos de la guerra de Ucrania.
Pero, además, el FMI hace cálculos con otro escenario mucho más adverso en el que imagina lo que puede pasar si los precios no se moderan, hay una parada repentina del suministro ruso de gas a Europa, el endurecimiento de las condiciones financieras que ahoga a las economías en desarrollo o la geopolítica impide un desarrollo normal del comercio mundial.
En ese caso, y si se materializaran estos riesgos, el FMI calcula un crecimiento global inferior aún, de 2.6% este año y sólo del 2% en el 2023, una cifra esta última que sólo se ha registrado en cinco ocasiones desde 1970, siempre durante las principales crisis -1973, 1981 y 1982, 2008 y 2020-.
En este informe, el FMI insiste en pedir a los gobiernos que asuman como su “primera prioridad” la reducción de la inflación.
Y aunque admite que una política monetaria restrictiva traerá “inevitablemente costes económicos”, subraya que retrasarla solamente “exacerbaría” dichos costos.
En cuanto a Europa, las nuevas previsiones revisadas del FMI ponen de manifiesto que las grandes economías se están resintiendo más de lo esperado por culpa de los efectos colaterales de la invasión rusa de Ucrania.
Por eso, el Fondo reduce sus previsiones para la zona euro en dos décimas en el 2022, hasta el 2.6% y en 1.1 puntos para el 2023, año en el que ahora augura un crecimiento de sólo el 1.2% para los países de la moneda única.
De las principales economías de la zona euro España sigue siendo la que más crece, aunque también ve mermadas las expectativas del Fondo, que ahora calcula un aumento del Producto Bruto Interno (PBI) de 4% para este año (ocho décimas menos) y de 2% el que viene (1.3 puntos por debajo).
También empeoran, y mucho, las previsiones para la principal economía europea, Alemania, sólo crecerá 1.2% este año (nueve décimas por debajo de la anterior previsión) y 0.8% en el 2023 (1.9 puntos menos).
Latinoamérica es de las pocas regiones que ve mejorada la previsión del Fondo para este año, que se sitúa ahora en 3%, medio punto más, aunque empeora la del 2023, año en el que se calcula un avance de 2%, medio punto menos.
En Brasil la economía crecerá el 1.7% este año, nueve décimas más, y 1.1% el que viene, tres décimas menos, mientras que el avance de México será de 2.4% este año (cuatro décimas más) y de 1.2% el que viene (1.3 puntos menos).
Sobre la inflación, el FMI también es pesimista y revisa, en este caso al alza, sus previsiones: la del conjunto de economías avanzadas estará en 6.3% este año (frente al 4.8% proyectado en abril) y la de la zona euro calcula una inflación de 7.3%, 2.9 puntos por encima de su anterior estimación.