“Elon, siendo Elon”. Así se refirió un funcionario estadounidense en el Washington Post a la amenaza que hizo Elon Musk de que cortaría el apoyo financiero para su servicio de comunicaciones por satélite de Starlink a Ucrania.
El que después Musk cambiara de opinión y dijera que mantendría el flujo de fondos, sugiere que hay algo de cierto en esa caracterización. Su personalidad errática y voluble en línea es imposible de separar de sus negocios, como bien lo saben sus, cada vez más cansados, accionistas.
En su nivel de riqueza de alrededor de US$ 200,000 millones, Musk puede encontrar todo esto minuciosamente entretenido. De llevar el multimillonario un diario, seguro en la última página diría algo así como: “Intenté, pero no logré salir de un acuerdo de US$ 44,000 millones; molesté a un par de Gobiernos con mi plan de paz para Rusia y Taiwán; intercambié un par palabras con Kanye West sobre su arrebato antisemita”.
Sin embargo, el episodio de Starlink-Ucrania tiene implicaciones que deberían quitar el sueño a los políticos. Estamos abriendo un capítulo bélico en la historia de Musk con los nuevos riesgos que lo acompañan. “Si yo fuera un responsable de políticas... estaría muy preocupado”, dice Richard Tedlow, autor del libro Giants of Enterprise: Seven Business Innovators and the Empires They Built, que en español sería Gigantes del emprendimiento: siete innovadores y los imperios que han construido.
Musk y sus rivales se han involucrado en una carrera espacial de multimillonarios que combina el sueño de un bien común con la realidad geopolítica. Starlink de Musk y Project Kuiper de Jeff Bezos buscan lanzar una serie de satélites de órbita baja para poner a una mayor parte del mundo en línea.
La demanda de telecomunicaciones más rápidas y potentes no sólo procederá de los consumidores, sino también de los militares, como muestran los contratos recientes. Los satélites tienen su lado Star Trek y y también otro estilo Star Wars.
Hasta ahora, Starlink ha sido una buena noticia tanto para Musk como para Estados Unidos. Los ucranianos necesitan comunicaciones que los rusos no puedan interferir, y Musk se beneficia al adoptar la personalidad de un sabio que resuelve problemas. A pesar de su teatro en relación a un desembolso de cerca de US$ 80 millones, esa cantidad no es más que un error de redondeo para Musk, pero representa un gran impulso de marketing para Starlink, y una ventaja estratégica para Ucrania y sus aliados.
Sin embargo, subcontratar tecnología crítica a multimillonarios conlleva riesgos. La personalidad de Musk es impredecible. Sus planes de paz para Ucrania y Taiwán, quizás una reminiscencia de las frágiles convicciones del también fallido “Barco de la paz” de Henry Ford hace un siglo, no fueron solo una conversación más fría, sino que se extendieron a las negociaciones y la percepción de la confiabilidad a largo plazo de Musk y de su tecnología. Un diplomático ucraniano sugirió a Musk que se fuera “a la mierda”.
La velocidad de la interrupción también es desconcertante. Los Gobiernos europeos están claramente preocupados en relación a ceder terreno a Estados Unidos. Incluso la NASA se ha mostrado cautelosa con la revolución Starlink. Los satélites de órbita baja son potencialmente vulnerables a ataques cibernéticos o colisiones; hemos visto cómo la infraestructura energética ya ha sido saboteada en esta guerra. Este es un territorio nuevo.
Los Gobiernos también deben ser conscientes del riesgo de fracaso. Musk espera que Starlink algún día genere US$ 50,000 millones en ingresos anuales. Pero este sector ha producido muchas empresas fallidas, como OneWeb del Reino Unido. La dependencia de Ucrania de un solo hombre y un solo proyecto podría no ser saludable a largo plazo.
Al propio Musk probablemente no le importen algunas de estas preocupaciones. Después de que Bloomberg News le enviara preguntas por correo electrónico sobre su posicionamiento geopolítico, respondió: “¿Cuándo se convirtió Bloomberg News en basura?”. Musk ha hecho un producto que la gente necesita, y si tiene que quemar algunos puentes públicos para obtener crédito, que así sea. Su último cambio de sentido en Ucrania le permite desempeñar una vez más el papel de empresario héroe. Eso, en cierto sentido, es más marketing para Starlink.
Sin embargo, para otros, el estilo de liderazgo carismático de Musk, que muestra una confianza en sí mismo que bordea la arrogancia, como dice Keith Grint, autor de The Arts of Leadership , es ahora una clara advertencia. Alentará a la Unión Europea en sus planes para una mayor soberanía en el ámbito de las telecomunicaciones, dice Sébastien Moranta del Instituto Europeo de Política Espacial, como a través de la propuesta de fusionar OneWeb con Eutelsat Communications SA. Y mantendrá al Pentágono “evaluando opciones” con otras empresas
Es imposible saber qué pasa por la mente de la persona más rica del mundo. Pero así como Henry Ford tuvo que adaptarse al negocio de la guerra después de fracasar en su propio plan de paz, Musk podría encontrar que “Elon, siendo Elon” ha llegado a un límite.