Es hora de dejar de obsesionarse con el aumento de los ingresos y el pago de dividendos: ahora toca tomarle la temperatura a su cartera. Los líderes políticos están presionando a los inversores para que se esfuercen más por garantizar que sus decisiones en materia de carteras de inversión ayuden a cumplir los objetivos del Acuerdo de París de 2015 para combatir el cambio climático, cuyo fin es reducir el impacto del calentamiento del planeta por debajo de 2 grados centígrados, preferiblemente a 1,5 grados.
Un grupo de diversas aseguradoras y fondos de pensiones, muchos de los cuales estarán presentes en Davos esta semana para la reunión anual del Foro Económico Mundial, sostiene que parte de la respuesta pasa por un nuevo “registro de la temperatura” que dé una idea de cómo sus inversiones están contribuyendo al cambio climático. Una sola medición, dicen, podría ayudarlos a trasladar el capital desde los sectores altamente contaminantes de la economía mundial, los cuales probablemente se verán afectados financieramente, a las empresas más verdes que están preparadas para obtener beneficios.
Hasta ahora, la medición de la temperatura sólo ha sido adoptada por unas pocas instituciones financieras en todo el mundo, pero la atención que ha generado pone de manifiesto cómo la preocupación de los inversores sobre el riesgo climático está ocupando al fin un lugar central en las tendencias financieras.
“Todavía queda mucho trabajo por hacer en este sentido, pero es muy alentador que también nosotros como sector nos veamos obligados a dar cuenta de esta cuestión sobre el impacto en la temperatura”, dijo Mark Lewis, jefe de investigación sobre sostenibilidad de BNP Paribas Asset Management. “Antes podías creerte indiferente ante el cambio climático, pero eso ya no es posible”, agregó.
En esta cuestión Francia se sitúa a la cabeza, con 18 empresas entre las que se cuentan la aseguradora AXA y la reaseguradora Scor que revelarán el impacto en la temperatura de toda o parte de sus carteras durante 2018. Los reguladores británicos han indicado que podrían exigir a algunos bancos y aseguradoras que informen del impacto en la temperatura de sus carteras de inversión a partir de 2021.
El gestor de activos Standard Life Aberdeen, la aseguradora alemana Munich Re, así como sus rivales suizos Swiss Re y Zurich Insurance dijeron a Reuters que están considerando la posibilidad de asignar marcadores de temperatura a sus carteras.
Indicador complejo
Los marcadores de temperatura son una de las varias iniciativas tomadas por los inversores surgidas en los últimos años, a medida que las autoridades políticas aumentan la presión sobre el sector financiero para acelerar el cambio.
No obstante, pese al creciente entusiasmo por estas mediciones de temperatura, la falta de estándares en materia de datos, metodología y divulgación hace que sea extremadamente difícil calcular una cifra inequívoca. Andrew Howard, director de investigación sobre sostenibilidad del gestor de activos británico Schroders, dijo que su empresa está buscando activamente la adopción de mediciones de temperatura, pero advirtió que cualquier enfoque debe ser “robusto y lógico”.
“Hay un montón de desafíos por resolver en esto”, dijo. Los inversores han tratado de dar con un sistema comparativo más simple: la cantidad de gases de efecto invernadero que una empresa produce. Cada vez más empresas estiman su “intensidad de carbono” basándose en la relación entre emisiones e ingresos. Sin embargo, la medición del impacto en la temperatura de una cartera de activos requiere de cálculos más complejos, incluyendo la forma en que las empresas contribuyen a las emisiones globales y su plan de reducciones a lo largo del tiempo.
Esas cifras se ven alteradas por las presunciones en torno a la relación entre las emisiones y las temperaturas. El cálculo se complica aún más cuando se tiene en cuenta la incertidumbre acerca de cómo se podría llegar a alcanzar un nivel de cero emisiones netas para el año 2050, el objetivo que los científicos estiman necesario para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados.
“El mayor interrogante es cuál es exactamente el camino hacia ese objetivo”, dijo Mara Childress en el Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Financiera en relación con el Clima (TCFD, por sus siglas en inglés), un grupo de acción global creado por el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney. El desafío se hace todavía más difícil cuando los inversores piensan más allá de las acciones y los bonos corporativos y toman en consideración los bienes raíces y las infraestructuras, donde la transparencia en torno a las emisiones es menor, o la deuda soberana, donde los inversores tienen menos margen de compromiso con los prestatarios.
No obstante, diversas asesorías sostienen que, a medida que los datos mejoren, las diferencias entre las empresas que están preparadas para beneficiarse de la transición a un mundo con bajas emisiones de dióxido de carbono y las que se verán afectadas por ello se harán más claras.
“Una medición del potencial impacto en el calentamiento realmente ayudará a comprender qué componentes de una cartera (...) afectan al clima de verdad”, dijo David Lunsford, cofundador de Carbon Delta, parte de la empresa de análisis de datos e índices MSCI. “Podrías exponerte a un gran riesgo si eliges empresas que no están comprometidas con un futuro sostenible”.