El presidente estadounidense número 45 tiene un gusto excelente en traducciones de la Biblia. Cuando llegó el momento de decidir cuál promocionaría esta Pascua, Donald Trump eligió la versión del rey Jacobo, que en general se considera una de las obras más extraordinarias de la literatura inglesa del siglo XVII. Claro que hay que aclarar que, más bien, eligió una interpretación moderna de esa versión que lleva por título “God Bless the USA Bible” (Biblia Dios Bendiga a Estados Unidos). Esta edición reúne en un tomo la Constitución de Estados Unidos, la letra de una canción country titulada “God Bless the USA” y los textos sagrados.
“Todos los estadounidenses necesitan la Biblia en su casa… yo tengo muchas. Es mi libro favorito”, recita Trump en un video promocional. “La religión es muy importante”, añade. “Debemos hacer que Estados Unidos rece de nuevo”.
Sin mencionar que hay que hacer que pague de nuevo: el libro de reciente publicación cuesta 59.99 dólares (más gastos de envío). Aunque Trump no lo vende directamente, sí recibe regalías por cada libro vendido, según indica The New York Times. Así que ha incursionado en el competido negocio de sacarle plata a la Sagrada Escritura.
Se trata de un nuevo emprendimiento para Trump, cuyas ofertas previas, en general, habían sido más ostentosas: las zapatillas deportivas Trump color oro por 399 dólares o la seductora colonia Trump por US$ 99, por ejemplo. La Biblia no solo no es un objeto lujoso, sino que critica la riqueza. Relata la vida de un hombre cuyas enseñanzas incluían frases como: “Dichosos los pobres” y “Ama a tus enemigos”. La motivación detrás de esas frases se diferencia claramente de la de Trump, que ha dicho, entre otras cosas: “Parte de mi atractivo es que soy muy rico” y “Lo peor que puede hacer un hombre es quedarse calvo”.
El mercado de la industria editorial religiosa es muy exitoso en Estados Unidos: el Informe Anual StatShot más reciente de la Asociación de Editores Estadounidenses reveló que las ventas de las publicaciones religiosas aumentaron un siete por ciento en los primeros 10 meses de 2023, a US$ 674 millones. Una porción de esa cantidad podría sufragar al menos parte de los cuantiosos gastos legales de Trump… pero se trata de un mercado muy inusual que les pone obstáculos a los recién llegados.
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El mayor de ellos es que muchos proveedores insisten en distribuir gratuitamente su producto más popular. The Gideons, organización benéfica fundada en 1899, ha colocado 2,500 millones de Biblias y Nuevos Testamentos en hoteles, hospitales y albergues para víctimas de violencia doméstica de todo el mundo (aproximadamente un libro por cada hombre, mujer y niño cristianos). Los viajeros agotados deseosos de conocer las verdades del Evangelio solo tienen que abrir el cajón de la mesa de noche para encontrarlas. Otros grupos han publicado la Biblia en su totalidad en línea, para que los fieles puedan buscar sus versículos favoritos. Contra esta competencia tan injusta, ¿será posible que Trump compita?
Es probable que sí, por varias razones. En primer lugar, el texto venerado que ofrece no está sujeto a derechos de autor (ese concepto no existía cuando se publicó inicialmente la Biblia del rey Jacobo en 1611). Así que quiere vender a un precio elevado un texto cuyos autores, fallecidos hace mucho tiempo, no necesitan recibir ningún pago. Sin importar si garabateas notas al margen de los libros de los profetas menores, los márgenes de utilidades de cada copia de este libro deben ser mayores.
Claro que nada de eso tendrá importancia si nadie compra la Biblia God Bless the USA. Pero dos celebridades la están promocionando: Lee Greenwood, la estrella del country que canta “God Bless the USA”, también la respalda. Además, Trump promueve este tomo durante una amarga campaña electoral con un gran número de seguidores, muchos de los cuales tienen un gran apego a las escrituras y a la misión de apoyar al expresidente contra sus enemigos diabólicos.
Otros en la industria editorial religiosa que han enfrentado el mismo reto que Trump (buscar la manera de revitalizar un éxito de ventas escrito hace miles de años) han ideado soluciones de lo más creativas. No pueden encomendarle la producción de secuelas a ningún autor vivo, como han hecho los caudales hereditarios literarios de Agatha Christie e Ian Fleming para producir nuevas historias de Hercule Poirot y James Bond. Pero sí pueden contratar a alguien que haga una nueva traducción (una tarea descomunal) o adaptar versiones para audiencias específicas.
Por eso es posible adquirir de Zondervan, la división cristiana de HarperCollins, el título “Boys Bible” (Biblia para los chicos), con “contenido repugnante y cruento que nunca hubieras esperado encontrar en la Biblia”. Una editorial alemana más pequeña publicó la “Biker Bible” (Biblia de los motociclistas), que contiene “el Nuevo Testamento íntegro, con biografías de motociclistas”.
La Biblia es larga y confusa: lo que quieren muchos lectores modernos es encontrar atajos a pasajes que quizá sean más relevantes para ellos, además de comentarios que les ayuden a comprenderla. Otros buscan cierta extravagancia: ahora es posible comprar la “Mother’s Bible” (Biblia de la madre), en color rosa, o Biblias en dialectos regionales (la primera oración de una escrita en el dialecto de Glasgow es: “In the Beginnin”). Incluso existen Sagradas Escrituras en lenguas ficticias como el klingon, creado para el programa “Star Trek”, o el quenya, inventada por J.R.R. Tolkien.
Es mucho más fácil realizar este tipo de experimentación con la Biblia que con el Corán, y todavía mucho más en esta era que en siglos anteriores. En el siglo XVI, el académico William Tyndale tradujo la Biblia del hebreo y el griego al inglés, pero su traducción no le gustó a la Iglesia. Tiempo después, su cuerpo fue quemado en la hoguera por herejía. La Iglesia no era tan tolerante a la novedad en esas épocas, por lo que literalmente creó escritores fantasmas.
Puesto que muchas personas leen la Biblia de manera literal, también es esencial una corrección de texto minuciosa. En 1631, en una imprenta de Londres, por accidente se omitió la palabra “no” del séptimo mandamiento, que se publicó como: “Cometerás adulterio”. Este error les encantó a muchos lectores, pero no a las autoridades. Se le impuso una multa desastrosa a la imprenta y se le retiró su licencia. Esta “Wicked Bible” (Biblia retorcida) se convirtió más adelante en un artículo de colección; el valor de las copias que sobreviven hasta la fecha es de decenas de miles de dólares. Está por verse si las generaciones futuras le tendrán el mismo aprecio a la Biblia de Trump.
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