El movimiento “Occupy Wall Street” cumple ahora diez años -este viernes “celebra” su aniversario- y ya poco queda de él, pero ha dejado una estela en lemas y movimientos posteriores por la justicia social y económica.
El 17 de setiembre del 2011 miles de personas irrumpieron en la zona de Wall Street, corazón financiero de Nueva York, con la idea de tomar “por meses” el distrito financiero reivindicando ser parte del 99% de la población “cansada de la codicia y corrupción” del 1% de los más ricos, según su declaración de intenciones.
Los manifestantes expresaron su indignación, cansados de la desigualdad como resultado de políticas moldeadas por Wall Street y la influencia de su dinero en la política y decidieron acampar en el Zucotti Park o Plaza de la Libertad, a unos pasos de la Bolsa de Valores de Nueva York.
Fue un movimiento no político, inspirado por las protestas de la primavera árabe y del 15-M de España, convocado por activistas anónimos a través de las redes, y que dejaron oír su voz de que la economía no funcionaba igual para todos mientras aumentaba el número de pobres.
También se denunciaron las impagables deudas estudiantiles, el costo de la vivienda y el de los seguros médicos, entre otros reclamos.
“Somos el 99%” se convirtió en una frase que representaba a un movimiento que atrajo a cientos de “indignados” y que se propagó como pólvora a 100 ciudades en Estados Unidos como Los Ángeles, Boston, Filadelfia, Seattle o Chicago, al tiempo que sumaba apoyos de sindicatos, celebridades como el escritor Salman Rushdie o la actriz Susan Sarandon y de la población estadounidense en general, según arrojaron entonces encuestas de opinión.
“Fue un movimiento por la democracia, que encarnó una realidad que se ha estado viviendo por décadas de segregación, la desigualdad y la falta de oportunidades para la mayoría”, comentó a Efe el concejal neoyorquino Ydanis Rodríguez, uno de los políticos que apoyó el movimiento y que fue arrestado cuando la Policía desalojó a los que acampaban en el Zucotti, tres días después de haber comenzado la protesta.
Para el político y educador, este movimiento fue la suma de diversos sectores que estuvieron organizando un trabajo de base en comunidades para mejorar las condiciones de vida, exigir mejor salario para trabajadores de restaurantes de comida rápida, revertir el cambio climático o actuar contra la brutalidad policíaca, reclamos que también se sumaron a las manifestaciones.
“Creo que a diez años tenemos que celebrar que fue uno de los movimientos más bellos que hemos visto en las últimas décadas, con mucha energía, que logró arraigarse en la sociedad y que sigue vivo”, afirma Rodríguez, y destaca que en la última década en el campo político se han elegido personas que estuvieron muchos años luchado por las causas progresistas.
Aunque el “Occupy” no duró meses como esperaban sus impulsores, su impacto sí se ha notado: durante esta década, varias ciudades, estados y algunas corporaciones han adoptado el salario mínimo de US$ 15 la hora para sus trabajadores y se han aprobado otras leyes laborales, reivindicaciones básicas del movimiento.
La deuda de los préstamos estudiantiles es ahora un tema en los círculos políticos en Washington al que antes no se prestaba atención, y que afecta más a las comunidades negras y latinas.
Según ha señalado la revista The Atlantic, “está claro” que el movimiento ha tenido impactos visibles y duraderos en el panorama político y cultural, “encendiendo una era de resistencia que ha redefinido los derechos económicos, las políticas progresistas y el activismo durante una generación”.
Ha destacado sobre todo, que antes de este movimiento ningún legislador de Washington se atrevía a criticar la brecha de riqueza, las leyes diseñadas por las grandes corporaciones, los multimillonarios que evaden impuestos “y la puerta giratoria que mantiene al 1% en la cúspide.”
El pasado lunes, en la exclusiva MET Gala, la congresista Alexandra Ocasio-Cortez, del ala izquierda del Partido Demócrata, se presentó entre los millonarios neoyorquinos con un vestido blanco con unas llamativas letras rojas que decían “Tax the Rich” (Impuesto para los ricos), una idea y un lema heredero de aquel movimiento.