Los jefes de los mayores bancos de Wall Street dieron el golpe más directo hasta el momento a los planes de Washington de obligarlos a reservar más capital para amortiguar pérdidas.
El miércoles, los banqueros pasaron al ataque en el Capitolio después de más de una década de jugar a la defensiva en las audiencias de supervisión del Comité Bancario del Senado, y solo seis meses después de que el colapso de varias entidades generara preocupación por la salud de la industria financiera.
Uno por uno, los ejecutivos dijeron con confianza a los legisladores que sus instituciones eran seguras y que los estadounidenses comunes y corrientes terminarían pagando el precio si se promulgaban normas más estrictas.
La oposición se refiere a las normas propuestas en julio por la Reserva Federal, la Corporación Federal de Seguros de Depósitos y la Oficina del Contralor de la Moneda. El plan exigiría a los grandes bancos aumentar sus reservas de capital en casi un 20% para garantizar que puedan sobrevivir a otra crisis.
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La Reserva Federal y otros reguladores afirman que los cambios pueden ayudar a evitar turbulencias como las quiebras que sufrieron este año varios bancos regionales, algo que los ejecutivos rebaten.
Los argumentos del sector, que llevan meses difundiéndose en anuncios de radio y televisión, ya han convencido a muchos de los republicanos del panel.
Durante la audiencia del miércoles, Mike Rounds, que representa a Dakota del Sur, pidió a los directores ejecutivos de los bancos que levantaran la mano si creían que la normativa propuesta afectaría negativamente a los compradores de vivienda por primera vez, a las personas que ahorran para la jubilación, a los agricultores y ganaderos y a los propietarios de pequeñas empresas.
Todos los directores ejecutivos levantaron la mano y ofrecieron muchos ejemplos de situaciones en las que las normas propuestas probablemente aumentarían los precios o reducirían la disponibilidad de préstamos.
El director ejecutivo de JPMorgan Chase & Co., Jamie Dimon, también intentó convencer a los legisladores de que el ciudadano promedio pagaría el precio del efecto acumulativo de las normas propuestas.
“Su vivienda local asequible o el plan de pensiones de Montana”, dijo Dimon. “Todas estas cosas se filtrarán y se volverán más caras”.
Las nuevas normas son “punitivas para el crecimiento económico” y no consideran adecuadamente los riesgos, añadió David Solomon, de Goldman Sachs Group Inc. La directora ejecutiva de Citigroup Inc., Jane Fraser, James Gorman, de Morgan Stanley, y Charlie Scharf, de Wells Fargo & Co., también presentaron argumentos similares.
La audiencia fue menos combativa de lo que ha sido a menudo en el pasado, e incluso Elizabeth Warren, la demócrata de Massachusetts que suele ser una de las críticas más duras a los bancos, centró sus preguntas en si la industria de las criptomonedas debería cumplir las mismas normas contra el lavado de dinero que los bancos, un área en la que todos los directores ejecutivos coincidieron con ella.
Aun así, el republicano de Ohio JD Vance hizo una advertencia a los ejecutivos, además de presentar un gráfico impreso titulado Woke Actions & Commitments of the 8 US Global Systemically Important Banks (Acciones y compromisos de los 8 bancos de importancia sistémica mundial de Estados Unidos).
Dijo que los grandes bancos a menudo han contado con el apoyo de los republicanos a la hora de oponerse a regulaciones onerosas, y advirtió que ese apoyo sería más difícil conseguir si las empresas seguían influyendo en cuestiones como las leyes de identificación de votantes y las políticas sobre combustibles fósiles.
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