Desde los primeros días de su primera campaña presidencial, Donald Trump cuestionó enérgicamente los pilares de la política exterior republicana que definieron al partido desde la II Guerra Mundial. Se burló de la captura de John McCain durante la guerra de Vietnam, validó a los autócratas, cuestionó las establecidas alianzas militares y de seguridad de Estados Unidos y adoptó una posición aislacionista.
Y —para el horror de muchos líderes republicanos entonces— sus palabras le dieron resultado, al resonar entre los votantes que creían, en parte, que un establishment bipartidista en Washington había pactado acuerdos comerciales que perjudicaban a los trabajadores estadounidenses y que negligentemente entraron en “guerras eternas”.
Sin embargo, la brutal invasión rusa a Ucrania está presentando una prueba seria para Trump y su doctrina de “Estados Unidos primero”, en momentos en el que él tiene la mira puesta en otra campaña presidencial y usa las elecciones de este año para seguir subyugando al Partido Republicano. Trump está mayormente solo en sus elogios al presidente ruso Vladimir Putin, a quien la semana pasada de nuevo calificó de “inteligente” en discursos ante donantes y activistas conservadores. Su vicepresidente Mike Pence, a menudo deferente, se alejó el viernes de él sobre el asunto.
Entretanto, las alianzas multinacionales que tanto socavó constantemente Trump, ahora le han permitido a Occidente unirse rápidamente para castigar a la economía rusa con sanciones coordinadas. La OTAN, que Trump una vez calificó de “obsoleta”, está mostrando su fuerza en respuesta a la agresión rusa.
Quizás más fundamentalmente, la guerra es un recordatorio nuevo, dicen los observadores, de que Estados Unidos no puede simplemente ignorar los problemas del mundo, aunque ésa a veces es una forma atractiva de conectarse con los votantes que enfrentan sus propios problemas diarios.
“Esta es una brutal llamada de atención a ambos partidos de que no solamente no vamos a poder hacer menos en el mundo”, advirtió Richard Haass, presidente del Council on Foreign Relations y exdiplomático. “Vamos a tener que hacer más”.
Aunque él argumentó que numerosos elementos de ambos partidos han mostrado sus deseos de centrar su atención en lo interno, la situación actual presenta un “problema especial” para los republicanos y los partidarios del aislacionismo que habían tratado previamente de presentar a Rusia como un actor benigno.
“Todo el impulso de ‘Estados Unidos primero’, yo diría, fue equivocado en un mundo en el que lo que sucede en cualquier parte puede afectarnos y va a afectarnos”, agregó.
No está claro si la unidad que Occidente se ha establecido ante Rusia puede sostenerse si la guerra se agrava, se extiende más allá de Ucrania o se prolonga indefinidamente. Y luego de dos décadas de fracasos de la política exterior estadounidense, incluso la guerra en Irak y la chapuza de la retirada de Afganistán, muchos estadounidenses toman el momento con cautela.
En vísperas de la invasión de Rusia, apenas 26% de los estadounidenses dijeron que respaldaban que Estados Unidos tuviera un papel importante en el conflicto, de acuerdo con un sondeo de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research, pero son claros los retos al enfoque de Trump hacia el mundo.
Suecia y Finlandia han abandonado su neutralidad tradicional y están abriéndose a la posibilidad de integrarse a la OTAN, expandiendo con ello una alianza que Trump continuó desdeñando esta semana. Alemania, un país al que Trump se pasó años tratando de forzar a que gastara más en su defensa, rompió su política establecida desde la II Guerra Mundial al enviar armas antitanques y misiles a Ucrania y prometiendo aumentar drásticamente su presupuesto militar.
Trump y sus aliados insisten en que Rusia nunca habría invadido Ucrania si él hubiera sido presidente aún. Y Rusia no dio pasos agresivos durante la presidencia de Trump, algo que excolaboradores y otros atribuyen más bien a su conducta errática y amenazas directas que dejaron a los líderes mundiales inseguros sobre cómo respondería Trump a una provocación.
Roger Zakheim, director en Washington de la Fundación Presidencial Ronald Reagan, le dio crédito a Trump por disuadir a Putin, quien él dijo había “validado la necesidad de que los aliados invirtieran más en su seguridad y su defensa”.
“Creo que el presidente Trump, al menos en lo relacionado con Ucrania, consiguió disuadir a Vladimir Putin. Y eso fue por su impredecibilidad, que es valiosa para disuadir a un autócrata como Putin”, añadió. Aun así, dijo que las acciones de Putin habían sido “tan agresivas, tan arrojadas y tan inmorales” que eso había “restado importancia a la diferencia” entre los diferentes enfoques de política exterior.
No obstante, la guerra renovó la atención en el papel controversial que Ucrania tuvo durante el mandato de Trump, particularmente la forma en que el presidente usó la defensa del golpeado país como herramienta de negociación para mejorar su posición en política nacional.
Trump fue enjuiciado políticamente por primera vez por tratar de presionar a Ucrania para que investigara al oponente demócrata de Trump, Joe Biden, así como a su hijo Hunter Biden. El esfuerzo incluyó retener casi 400 millones de dólares en ayuda estadounidense de seguridad a Ucrania y utilizar como palanca una visita a la Casa Blanca que había solicitado el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy.
Trump además promovió además acusaciones desacreditadas de que Ucrania, no Rusia, había interferido en la elección presidencial de 2016, respaldando reiteradamente las afirmaciones de Putin en lugar de las evaluaciones de las propias agencias norteamericanas de espionaje.
“Putin es el agente crítico, pero sin dudas Trump contribuyó entonces con su esquema y continuó contribuyendo al socavar la seguridad nacional”, dijo el teniente coronel retirado del ejército estadounidense Alexander Vindman, el ex informante del consejo de seguridad nacional que expresó la alarma sobre las tácticas de presiones de Trump. “Al final, el presidente socavó la política exterior estadounidense porque debilitó Ucrania”.
En momentos en que Trump busca tener un papel significativo en las elecciones de este año y potencialmente aspirar a la presidencia de nuevo en 2024, ha mostrado escaso interés en calibrar su enfoque hacia Putin.
El exsecretario de Estado Mike Pompeo, que ha estado sentando las bases para su propia candidatura presidencial, ha abandonado el lenguaje por el que se le criticó antes de la invasión, cuando dijo que Putin era “muy capaz” y que tenía “un respecto enorme por él”.
Incluso Tucker Carlson, el presentador de Fox News que había cuestionado públicamente por qué no debería él estar de parte de Rusia frente a Ucrania, ha tratado de alejarse de su retórica prorrusa, diciendo: “Hemos sido sorprendidos por los acontecimientos”.
Eso ha dejado a Trump relativamente aislado, defendiendo su decisión de calificar a Putin de “inteligente” y criticando la respuesta de Biden y otros líderes occidentales, al mismo tiempo que ha dicho que la invasión es “horripilante” y “algo muy triste para el mundo”.
“La OTAN tiene el dinero ahora, pero no está haciendo el trabajo que debería”, afirmó esta semana en Fox Business. “Es como si se estuvieran absteniendo”.
Eso le mereció una crítica de algunos dentro de su propio partido.
En un discurso ante donantes republicanos, Pence defendió enérgicamente a la OTAN y fustigó a quienes han defendido a Putin, en momentos en que él pondera también una candidatura presidencial.
“No hay cabida en este partido para los defensores de Putin”, aseguró, de acuerdo con declaraciones preparadas. “Solamente hay cabida para defensores de la libertad”.
El líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, dijo a Fox News que “no debe haber confusión sobre Vladimir Putin. Es un rufián. Es un asesino”, dijo McConnell. “Ha estado haciendo de las suyas y esto no acabará bien para él”.
Chris Stirewalt, miembro del derechista centro de estudios American Enterprise Institute y periodista colaborador de The Dispatch, dijo que la invasión de Rusia a Ucrania es fundamentalmente diferente de las guerras en Afganistán que tornaron a vastas secciones de la ciudadanía estadounidense contra la intervención en el extranjero y que Trump usó para su ventaja política.
“Putin”, dijo, “ha deshecho mucho de lo que Trump y los nacionalistas en Estados Unidos habían hecho para cambiar el orden mundial”.