El aumento del salario mínimo en Estados Unidos, una promesa fallida de Joe Biden, vuelve al Congreso de la mano del senador izquierdista Bernie Sanders, que quiere llevarlo a US$ 17 la hora, una iniciativa que, sin embargo, tiene pocas posibilidades de obtener una mayoría suficiente.
“En 2023, en el país más rico en la historia del mundo, nadie debería verse forzado a trabajar por salarios miserables”, dijo Sanders en una conferencia de prensa frente al Capitolio en Washington.
“No es una idea radical. Si trabajas 40 y 50 horas a la semana, no deberías estar viviendo en la pobreza. Es hora de subir el salario mínimo para que sea un salario digno”, dijo esta figura del movimiento progresista frente a trabajadores y dirigentes sindicales.
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El salario mínimo en Estados Unidos es de US$ 7.25 la hora y no se ha actualizado desde el 2009. Sin embargo, algunos estados han decretado un salario mínimo más alto, de hasta US$ 15.74 la hora en casos como Washington.
El presidente Biden intentó, sin éxito, llevarlo a US$ 15 por hora a nivel federal.
A falta de un mejor ajuste, en abril del 2021 elevó el salario mínimo para trabajadores del gobierno federal, pero ante la alta inflación en el país el tema volvió al debate.
Estados Unidos viene experimentando una escasez de mano de obra desde hace dos años, y muchas empresas han aumentado los salarios para atraer y retener a sus trabajadores.
Sin embargo, esa práctica se está desacelerando conforme el mercado laboral recupera su funcionamiento normal. Bernie Sanders dijo que alrededor de 35 millones de trabajadores estadounidenses ganan menos de US$ 17 por hora.
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Añadió que una comisión del Senado prepara el texto para que sea votado en junio.
Heidi Shierholz, presidenta del Instituto de Política Económica (EPI), un grupo de expertos progresista, dijo en conferencia de prensa que aumentar el salario mínimo “fortalece la economía”.
“Las políticas de las últimas cuatro décadas, que han aumentado la desigualdad (...) también han frenado el crecimiento económico general”, comentó.
Añadió que este tipo de aumentos también reducen el abuso infantil, los embarazos adolescentes, los suicidios o la reincidencia de los exconvictos.
El apoyo popular generalizado en Estados Unidos hacia los aumentos, incluso en los sectores más conservadores, se ha demostrado una y otra vez durante la última década, con una docena de estados que los respaldaron a través de votaciones.
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