La noticia tuvo impacto en las acciones de la compañía, que subieron tras el anuncio un 2% en Estados Unidos. (Foto: Reuters)
La noticia tuvo impacto en las acciones de la compañía, que subieron tras el anuncio un 2% en Estados Unidos. (Foto: Reuters)

Dos empresas estadounidenses esperan solicitar la aprobación de emergencia para sus vacunas contra el a fines de noviembre, una buena noticia para en un momento en que atraviesa un nuevo repunte de casos, con un total mayor a los ocho millones.

Pfizer indicó el viernes que espera dar un paso adelante con su vacuna después de que estén disponibles datos sobre su seguridad en la tercera semana de noviembre, un par de semanas después de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.

El anuncio significa que Estados Unidos podría tener dos vacunas listas para fin de año, al sumarse la de la firma de biotecnología Moderna de Massachusetts, que apunta al 25 de noviembre para solicitar su autorización.

“Asumiendo datos positivos, Pfizer solicitará el uso de autorización de emergencia en Estados Unidos poco después de que se logre el hito de seguridad en la tercera semana de noviembre”, dijo el presidente y director ejecutivo de la compañía, Albert Bourla, en una carta abierta.

La noticia tuvo impacto en las acciones de la compañía, que subieron tras el anuncio un 2% en Estados Unidos.

Pero los expertos advierten que, incluso cuando se aprueben las vacunas, pasarán varios meses hasta que estén ampliamente disponibles.

En cualquier caso, es poco probable que sean un buen sustituto del uso de máscaras, el distanciamiento social y otros comportamientos recomendados para frenar la transmisión, dado que hasta el momento se desconoce qué tan efectivas serán.

Reuniones adentro por el frío

Después de la caída de los contagios durante el verano, el país alcanzó un punto de inflexión en su brote de coronavirus alrededor de la segunda semana de septiembre, con un nuevo promedio de casos diarios de más de 50,000, según las últimas cifras, y la trayectoria es ascendente.

Con más de ocho millones de infecciones confirmadas y por encima de las 217,000 muertes, Estados Unidos es el país más afectado del mundo.

Los números actuales indican que el país nunca estuvo tan cerca de regresar a los niveles de su primera ola en la primavera, por lo cual el pico de estos días puede ser considerado un tercer aumento.

Geográficamente, los principales puntos de contagios se encuentran en el área del medio oeste al norte, y en partes del oeste, mientras que algunas regiones del noreste duramente afectadas en primavera están sufriendo rebrotes.

El cirujano de Harvard e investigador de políticas de salud, Thomas Tsai, dijo que hay múltiples factores detrás del aumento de casos, desde pruebas insuficientes en el medio oeste hasta la falta de monitoreo y vuelta atrás por parte de las autoridades en reaperturas.

Además, “a partir de los informes de rastreo de contactos de varios municipios y estados, la preocupación es que la propagación sea impulsada ahora por reuniones sociales dentro de los hogares de las personas”, agregó. El avance del frío en el otoño boreal lleva cada vez más la vida social a espacios cerrados.

Una señal positiva es que los tratamientos de COVID-19 han mejorado notablemente y, dado que los casos son más dispersos, los hospitales no se ven colapsados.

El uso generalizado de mascarillas también puede significar que cuando las personas se infectan tienen menos virus en su cuerpo, lo que las enferma menos.

Sin fórmulas mágicas

Si bien las vacunas son una herramienta crucial contra el virus, los expertos advierten que no pueden considerarse sustitutos de las medidas preventivas, como el uso de máscaras y el distanciamiento social.

“Es una buena noticia que haya una cosa más que pueda ayudar a prevenir la transmisión del COVID”, dijo Priya Sampathkumar, doctora en enfermedades infecciosas y profesora de la Clínica Mayo.

“Pero creo que debemos ser cautelosos y comprender que una vacuna no es una fórmula mágica”, agregó.

Pfizer y Moderna, ambos financiados por el gobierno estadounidense, lanzaron la tercera fase de sus ensayos clínicos a fines de julio y ambos están produciendo sus dosis en simultáneo. Su objetivo es entregar decenas de millones de dosis en el país antes de fin de año.

Ambas son “vacunas de ARNm”, una nueva plataforma experimental que nunca antes había sido completamente aprobada. Los experimentos consisten en inyecciones con el material genético necesario para desarrollar la “proteína de pico” del SARS-CoV-2 dentro de las propias células de las personas, provocando así una respuesta inmunitaria que el cuerpo recordará cuando se encuentre con el virus real.

Esto convierte efectivamente el cuerpo de una persona en una fábrica de vacunas, evitando los costosos y difíciles procesos que requiere una producción de vacunas más tradicional.

Pero si bien el enfoque pudo haber ayudado a colocar a Pfizer y Moderna en la primera posición en la carrera de las vacunas, un gran inconveniente es que requieren congeladores para el almacenamiento, lo que podría limitar la distribución.