Estados Unidos enterró este jueves definitivamente los temores a una recesión que despertaron a comienzos del año pasado y cerró 2023 con un crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) del 3.1% gracias al aumento del gasto de los consumidores pese a la inflación.
La cifra es mayor a la estimada por los economistas y superior al 2.1% del crecimiento registrado en 2022, año en el que la primera economía del mundo sufrió una recesión técnica.
Datos de la Oficina de Estadísticas Económicas (BEA) publicados este jueves muestran sin embargo que en el cuarto trimestre el crecimiento se ralentizó y la economía estadounidense sólo creció el 0.8%, frente al 1.2% del tercer trimestre.
Por su parte, según las primeras cifras estimadas del PBI (en los próximos meses se publicarán dos revisiones), el ritmo anual de crecimiento en el último trimestre del año fue del 3.3%, frente al 4.9% registrado un trimestre antes.
El aumento del PBI real en 2023 reflejó principalmente aumentos en el gasto de los consumidores, la inversión fija no residencial, los gastos de los estados y gobiernos locales, las exportaciones y el gasto del Gobierno federal.
Estos aumentos fueron parcialmente compensados por disminuciones en la inversión fija residencial y la inversión en inventarios privados. Y también por una disminución de las importaciones.
El aumento del gasto de los consumidores fue tanto en los servicios como en los bienes. Dentro de los servicios, los principales contribuyentes al aumento fueron los servicios de alimentación y alojamiento, así como la atención sanitaria.
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Dentro de los bienes, el aumento estuvo liderado por otros bienes no duraderos, así como por bienes y vehículos recreativos.
Los datos se conocen cuando falta una semana para que la Reserva Federal (Fed) celebre su primera reunión de política monetaria del año (los días 30 y 31), en la que datos como este serán clave para tomar decisiones sobre los tipos de interés.
Según la mayoría de los expertos, el regulador estadounidense los mantendrá en el rango actual, en la horquilla del 5.25% y el 5.5%, su máximo nivel desde 2001, como hizo en las anteriores reuniones.
Las actas de su última reunión, publicadas a comienzos de mes, muestran que el banco central estadounidense considera que los tipos de interés han llegado a su pico, pero deja la puerta abierta a ordenar futuras subidas si las condiciones económicas lo requieren.
El PBI es uno de los datos que analiza de cerca el regulador, junto con la inflación, que en diciembre abandonó su racha bajista. Los precios subieron tres décimas interanualmente y la inflación cerró el año en el 3.4%.
Este indicador llevaba bajando en términos interanuales desde octubre y la subida supuso por tanto un revés para los objetivos de la Fed de devolverla al 2%.
El mercado laboral estadounidense es otro de los datos que analiza la Fed y, lejos de enfriarse, continúa manteniéndose sólido.
En diciembre, la creación neta de nuevos puestos de trabajo subió de nuevo en el último mes del año y se crearon 216,000 puestos, 43,000 más de los generados un mes antes y la tasa de desempleo se mantuvo en el 3.7%, una cifra que no parece indicar que el mercado laboral se haya resentido por las subidas de tipos.
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