Tras dejar cuatro muertos en su paso por Florida, en el sureste de Estados Unidos, la tormenta tropical Debby se adentra este lunes en Georgia y amenaza con provocar “inundaciones catastróficas”.
Dos de las víctimas, una conductora de 38 años y un joven de 12 que viajaban juntos en un automóvil, fallecieron en un accidente en el condado de Dixie, en el noroeste de Florida, el domingo por la noche.
La mujer perdió el control del vehículo por culpa de las malas condiciones climáticas y se estrelló contra un guardarraíl, indicaron las autoridades locales.
En otro accidente de tráfico, un hombre de 64 años estampó su semirremolque contra un muro y, después de que la cabina se descolgara, cayó a un canal cerca de Tampa, donde los servicios de emergencia encontraron su cadáver.
La cuarta víctima era un adolescente de 13 años que estaba en la casa rodante de su familia, cuando un árbol derribado por la tormenta lo aplastó.
Debby tocó tierra en Florida como un huracán de categoría 1 -en una escala de 5- antes de debilitarse y convertirse en una potente tormenta tropical.
En las próximas horas va a acarrear “lluvias extremas”, que podrían provocar “inundaciones catastróficas en zonas costeras de Georgia, Carolina del Sur e incluso Carolina del Norte”, alertó Michael Brennan, el director del centro estadounidense de huracanes (NHC).
Según las previsiones del organismo, la tormenta se moverá por el sur de Georgia el lunes por la noche y el martes antes de alcanzar la costa de Carolina del Sur.
Tras alcanzar un pico de 120 km/h, sus vientos máximos sostenidos cayeron hasta los 75 km/h y seguirán ralentizándose, según el último boletín del NHC.
“Los impactos de Debby sólo están empezando, van a extenderse a lo largo de la semana a través de porciones de la costa sureste de Estados Unidos”, declaró Brennan.
Al alejarse de la costa la tormenta se desplazará cada vez más lenta, lo que provocará “un episodio de lluvias extremas de larga duración” en las zonas atravesadas, añadió.
Estado de emergencia
Debby impactó el llamado Big Bend, una región poco poblada que une la península de Florida al resto de Estados Unidos por el noroeste, y que ya sufrió el año pasado los embates del huracán Idalia, de categoría 3.
“Esto no trajo los vientos huracanados catastróficos que hemos visto en tormentas anteriores (en Florida) como el huracán Ian (en 2022), pero ha descargado y sigue descargando mucha agua”, declaró en rueda de prensa el gobernador Ron DeSantis, que pidió precaución a los habitantes.
Según él, unas 250,000 personas quedaron sin electricidad este lunes en Florida.
En la ciudad de Sarasota, en el oeste del estado, unos 500 residentes tuvieron que ser evacuados desde sus casas inundadas hasta puntos más elevados, indicó la policía local en las redes sociales.
El presidente estadounidense, Joe Biden, aprobó este lunes una declaración de emergencia en Carolina del Sur como lo había hecho el domingo para Florida, una medida que permite acelerar la entrega de ayuda federal.
“Personal del Departamento de Defensa, del Departamento de Salud, del Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense y de la Guardia Costera ha sido desplegado y está preparado para apoyar”, indicó la oficina de prensa de la Casa Blanca en un comunicado.
La Patrulla Fronteriza anunció por su parte en la red social X un beneficio inesperado del huracán: sus vientos empujaron 25 paquetes de cocaína hasta la costa de los Cayos de Florida, en el suroeste del estado, donde fueron incautados. El cargamento tiene un valor en la calle de más de un millón de dólares, precisó un funcionario de ese cuerpo.
En julio el huracán Beryl, inusualmente precoz, golpeó el sur de Estados Unidos y dejó varios muertos.
Según las previsiones de la Oficina de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), la temporada de huracanes de este año en el Atlántico -que va de junio a noviembre- se perfila particularmente agitada debido a la elevada temperatura oceánica que aumenta la intensidad de estas tormentas.