El Consejo de Relaciones Estadounidenses-Islámicas, una organización estadounidense con sede en Washington, D.C., pidió el lunes a Tesla y a su presidente, Elon Musk, que cierren el salón y “pare el equivalente al apoyo económico al genocidio”. (Foto: REUTERS/Matthew Childs)
El Consejo de Relaciones Estadounidenses-Islámicas, una organización estadounidense con sede en Washington, D.C., pidió el lunes a Tesla y a su presidente, Elon Musk, que cierren el salón y “pare el equivalente al apoyo económico al genocidio”. (Foto: REUTERS/Matthew Childs)

Activistas estadounidenses pidieron a Tesla Inc. que cierre un nuevo salón de ventas en la región noroccidental china de Xinjiang, donde las autoridades están acusadas de abusos contra las minorías étnicas, principalmente musulmanes.

Tesla anunció el viernes la apertura de su concesionario en Urumqi, la capital de Xinjiang, y en su cuenta en redes sociales chinas dijo “¡Comencemos el viaje totalmente eléctrico en Xinjiang!”.

El Consejo de Relaciones Estadounidenses-Islámicas, una organización estadounidense con sede en Washington, D.C., pidió el lunes a Tesla y a su presidente, Elon Musk, que cierren el salón y “pare el equivalente al apoyo económico al genocidio”.

La presión sobre las empresas extranjeras para que se posicionen acerca de Xinjiang, el Tíbet, Taiwán y otros asuntos de gran contenido político ha ido en aumento. El gobernante Partido Comunista chino presiona a las empresas para que adopten sus posiciones en su publicidad y webs. Y ha atacado a empresas de ropa y otras que expresan su preocupación por los reportes de trabajos forzosos y otros abusos en Xinjiang.

“Ninguna empresa estadounidense debería haber negocios en una región que está en el centro de una campaña de genocidio contra una minoría religiosa y étnica”, afirmó el director de comunicación del grupo, Ibrahim Hooper, en un comunicado.

Los activistas y los gobiernos extranjeros afirman que alrededor de un millón de uigures y miembros de otras minorías principalmente musulmanas han sido confinados en campos de detención en Xinjiang. Las autoridades chinas rechazan las acusaciones y aseguran que en los campos se ofrece formación laboral y para combatir el extremismo.

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