Encima de los miles de sanciones impuestas a Rusia para machacar su economía, Estados Unidos y sus aliados elaboran nuevas medidas para derrotar por hambre a la maquinaria de guerra y a la vez impedir que los precios del petróleo y la gasolina se eleven a niveles capaces de aplastar la economía global.
El pilar de los ingresos del Kremlin, el petróleo, ha mantenido la economía rusa a flote a pesar de las vedas a las exportaciones, las sanciones y el congelamiento de bienes del banco central.
Los aliados europeos planean seguir los pasos del gobierno de Joe Biden y tomar medidas para dejar de usar el petróleo ruso para fines de año. Pero esta medida, según algunos economistas, podría provocar la caída de la oferta mundial de petróleo y elevar los precios a US$ 200 el barril.
Ante ese riego, Estados Unidos y sus aliados intentan crear un cartel de compradores para controlar el precio del petróleo ruso. Los mandatarios del Grupo de los Siete han acordado de manera preliminar respaldar un tope al precio del petróleo ruso, o dicho de otra manera, los países participantes acordarían comprar petróleo a precios por debajo de los del mercado.
Los costos elevados de la energía ya afectan las economías y provocan divisiones entre los países que se oponen a la invasión rusa de Ucrania. En Estados Unidos, la caída de la tasa de aprobación pública de Biden perjudica a los demócratas de cara a las elecciones legislativas, en tanto los gobiernos del Reino Unido, Gran Bretaña e Italia sufren el efecto devastador de tratar de abandonar su dependencia del gas natural y el petróleo rusos.
Con el tope, bajarían los precios al consumidor de la gasolina y se detendría la guerra en Ucrania. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen está de gira por los países del Indo-Pacífico para promover la iniciativa.
En Japón, Yellen y el secretario de Hacienda japonés, Suzuki Sunichi, dijeron en un comunicado conjunto que han acordado estudiar “la factibilidad de los topes de precios donde corresponda”.